El renunciamiento de Reutemann

Desde hace por lo menos ocho años se admite que Carlos Alberto Reutemann puede ser candidato a presidente de los argentinos y que su aceptación incluiría el voto mayoritario de la sociedad. Sus silencios, sus medias palabras, los rumores que circulan a su alrededor, no hacen más que alentar las expectativas o las especulaciones en torno de su singular capacidad para medir los tiempos políticos.

La popularidad o el ascendiente social de Reutemann no deja de llamar la atención a los analistas políticos. A diferencia de sus colegas no es un orador fogoso o conceptual. Sus silencios además de persistentes son para más de uno la manifestación prudente de su dificultad para pensar a la política conceptualmente. Sin embargo, lo que para otros políticos profesionales sería una limitación seria, para él es una virtud. O por lo menos así se lo reconoce -a juzgar por la permanencia de las adhesiones que recibe- un amplio sector de la opinión pública.

Así y todo, no deja de llamar la atención que mientras Reutemann insiste que no va a ser candidato, muchos consideran que se trata de una maniobra destinada a alentar, en el momento oportuno, exactamente lo contrario. Que quiera o no ser candidato en última instancia pertenece exclusivamente a su intimidad, pero no dejan de ser interesantes las expectativas que despiertan sus decisiones en estos temas, al punto que a ningún dirigente en la Argentina le ocurre algo parecido.

En la crisis del 2001 se supuso que era el candidato presidencial que contaba con mayores posibilidades de ser elegido. Con su singular modo expresivo dijo entonces que “había visto algo”, motivo por el cual no aceptaba una candidatura que ofrecía todas las garantías de ser exitosa.

Sobre esa decisión se pueden elaborar los juicios más contradictorios, pero convengamos en principio que desde la lógica política no deja de ser muy llamativo que un candidato rechace la posibilidad de ejercer la máxima responsabilidad política de la Nación.

Por un motivo o por otro se admite que Reutemann es un político que carece de las ambiciones habituales de sus colegas. Este dato en lugar de desprestigiarlo lo ha favorecido y sectores importantes de la sociedad consideran que es esa capacidad de renunciar es una de sus grandes virtudes.

Desde otra perspectiva, estos mismos sectores siguen considerando que el ex corredor es una persona austera, decente, con ideas conservadoras sin ser un derechista ideológico y con una base fuerte de sentido común que lo hace muy potable como candidato en un país donde la mayoría estima que es ese sentido el que ha estado más ausente en los últimos años.

De todos modos, la decisión de no participar en las próximas elecciones luego de que hace un año anunciara que sí lo iba a hacer, no deja de seguir llamando la atención, no tanto por su renunciamiento como por la sospecha de que su vigencia política no es más que la manifestación social de un sector importante del país que sigue considerando que los dirigentes políticos actuales dejan mucho que desear.