Lengua Viva

Digamos la verdad

Evangelina Simón de Poggia

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A lo dicho en mi artículo anterior, quisiera agregar algunos conceptos sobre el tema tan actual, esgrimido por los Ministerios de Educación nacional y provincial y por los políticos como una propuesta educativa de avanzada. Estoy hablando de la incorporación de Internet en las instituciones educativas. Como lo presentan, parece una especie de panacea de la educación que solucionará todos los problemas que ostentan nuestros niños y jóvenes sobre el aprendizaje referido, fundamentalmente, a las competencias comunicativas. Esta difundida estrategia aparenta basarse en el desconocimiento de lo que está ocurriendo en las aulas, de la dificultad que tienen nuestros jóvenes al pretender insertarse en estratos superiores de pensamiento, como la universidad, donde deberán enfrentarse con la ciencia para su futura formación profesional; pareciera que está instalado en la mente de los responsables de la política educativa el deseo de ostentar que nuestro modelo educativo (¿modelo?) se encontrará, a partir de estas estrategias, situado a la cabeza del primer mundo, ignorando que también ellos están fracasando. Esta perspectiva nos llena de preocupación a los docentes que hemos gozado de un aula ordenada, con autoridad, en la que el conocimiento ocupaba una situación de privilegio, en la que, por cierto, no había computadoras, pero abundaban los libros y la consulta diaria a las bibliotecas, hábito irreemplazable a todas luces.

El pensamiento del hombre es lógico; es cierto que, hoy, nuestros educandos se tienen que enfrentar a lecturas multiformes, integradoras de variados sistemas comunicativos (visuales, auditivos, etc.), pero, en todos los casos, tendrán que construir el nuevo proceso cognitivo de base lógica, si desean encontrar, en esa “lectura” dinámica e integradora, un sentido, su sentido.

La informática constituye un soporte maravilloso, que, como su propia etimología nos marca, nos facilita una información inmediata sobre el objeto de interés, este primer paso nos obligará a procesarla, lo que se logrará cuando lleguemos a detectar los rasgos de ese objeto, de tal suerte, que nos permita diferenciarlo de otros al reconocer su propia identidad.

Comienzan las clases y estamos preocupados por los pobres logros sobre el aprendizaje que ostentan nuestros alumnos; tal vez deba de ser el eje temático más importante de toda reunión de los agentes de la educación. ¡Hablemos con la verdad!, sin miedos. Concienticémonos de que la aparición de múltiples elementos en la visión lectora del niño, no debe impedir el ordenamiento mental que lo lleve a esa comprensión tan deseada, a ese enriquecimiento cultural que lo proyectará en el momento en que atraviese el umbral de la universidad u otros espacios de desarrollo, en los que lo científico se integrara, inevitablemente, al aprendizaje empírico.

Comprendamos que la misión más importante de la comunidad educativa es la de acompañar al niño en el desarrollo de sus “capacidades” latentes.