Durante este año

Barenboim grabará con la Divan todas las sinfonías de Beethoven

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El director y pianista sostiene que la orquesta está en su mejor momento y por eso decidió emprender la labor de grabar la música del genial compositor. oto: Archivo El Litoral.

“Es mi más querido proyecto”, dijo el afamado director en una entrevista.

 

De la redacción de El Litoral

Cuando Daniel Barenboim fundó en 1999 la West-Eastern Divan, una “insólita” orquesta formada por judíos, palestinos y árabes, jamás pensó que llegaría al nivel que le permitirá este mismo año grabar el ciclo completo de sinfonías de Beethoven. “Es mi más querido proyecto”, revela a Efe.

El director y pianista, nacido en Buenos Aires en 1942 en el seno de una familia judía de origen ruso y con nacionalidad argentina, española e israelí, asegura que incluir a España en giras como la que acaba de emprender, y que lo ha llevado ya a la mediterránea Valencia y al Auditorio Nacional de Madrid, es “absolutamente intencionado”.

“No sé si España me adora pero yo adoro España”, subraya en una entrevista con Efe el artista, que el año próximo “cumplirá 30 años” de la adquisición de la casa que tiene en Marbella, en la turística Costa del Sol, en la sureña Andalucía.

“Me siento muy en casa, muy cerca de todo lo que tiene que ver con España y no sólo musicalmente, sino por el temperamento, la comida, la gente”, resume el artista, quien recalca que sus “actividades” en Andalucía son muy importantes para él y que nunca olvidará que fue esa región la que acogió a la Divan en 2002.

El recorrido de la Divan

Barenboim fundó la orquesta junto al filósofo palestino Edward Said en 1999 y, tras pasar por Weimar (Alemania) y Chicago (EE.UU.), se instaló definitivamente, gracias al apoyo financiero del gobierno regional de Andalucía, en la localidad de Pilas, en la provincia de Sevilla.

“Esa orquesta es mi actividad principal hoy en día”, afirma, por ello su proyecto fundamental para este año es grabar el ciclo completo de las sinfonías de Beethoven con la Divan, que ya interpretaron en agosto en Buenos Aires y que tocarán este verano en Corea y en Colonia (Alemania).

“Es para mí muy importante haber llegado a un nivel con la orquesta que le permita hacer eso”, subraya. Dice que lo que él hace “no es filantropía” y explica: “crecí en Israel y obtuve de niño allí una escala de valores humanos muy importante y veo que se están deslizando. El problema del Medio Oriente no necesita de filantropía”.

Resolver la tensión en esa zona, insiste, es “muy difícil”, porque el enfrentamiento israelo-palestino, dice, “se trata muchas veces como un conflicto militar y más a menudo como un problema político y no es ni lo uno ni lo otro sino un conflicto humano, dos pueblos sienten profundamente el derecho de vivir en el mismo pequeño pedazo de tierra”.

“Por eso -pronostica- nunca va a haber una solución buena solo para un lado, sino para ambos, y deben reconocer que tienen un destino inextricablemente unido”.

Bicentenario de Liszt

En su gira como pianista por España ha querido tocar un repertorio centrado en Liszt y en Shubbert por varias razones.

Se cumplen, pormenoriza, 200 años del nacimiento de Liszt (1811-1886) pero es que además su obra lo ha “fascinado” siempre, y la ha dirigido con grandes pianistas como el chileno Claudio Arrau y el inglés Clifford Curzon -ambos fallecidos-, es decir, obras que le han acompañado toda su vida.

Son, añade, piezas maestras pero también tienen una “gran carga histórica” porque rebaten la imagen, “no siempre justa”, que hay sobre los compositores.

“Beethoven, el titán; Mozart, el caballero del Rococó; Chopin, el tuberculoso, y Liszt, el Don Juan. Todo falso, o al menos muy exagerado”, afirma.

Para Barenboim Liszt tiene una importancia histórica “enorme” porque sin su influencia “Wagner no hubiera llegado nunca donde llegó y Bartok tampoco”.

Por ejemplo, argumenta, se considera a veces que la instrumentación de Liszt es “un poco primitiva” pero lo cierto es que él escribió un sólo para triángulo en su primer concierto para piano y llevó la percusión a una dimensión desconocida hasta entonces.

Esos elementos son muy importantes “no sólo desde el punto de vista pianístico”, ya que requieren “un virtuosismo enorme”, sino también “un grado profundo de pensamiento”, afirma.