Al margen de la crónica

La nona y el tiempo

Silvana Lucca

Recuerdo que a veces mi abuela miraba hacia arriba y aseguraba: “cuando el cielo carda lana, si no llueve hoy... llueve mañana”. Para sumarle más saber a mi querida vieja, una semana antes de esa observación, seguro había mencionado que el dolor de sus rodillas predecía mal tiempo.

Si llovía con sol, me contaba que era porque el diablo se casaba y el fenómeno era tan espaciado que hacía presumir que el demonio cuidaba bastante bien la salud de sus esposas. El día de la “boda” el sol brillaba y al mismo tiempo caía una fina lluvia por un buen rato, tanto como durara la “ceremonia”. No se sabía de sensación térmica; hacía calor o frío y la intensidad de cada estación se medía con más o menos ventiladores o estufas.

Todo era más ordenado antes; y más formal. Empezaba por llover despacio, después llegaban los truenos y rayos, le seguía una catarata de agua; más tarde el ritmo decaía, salía el arco iris y. por último, brillaba el sol.

Los meteorólogos nos anoticiaron, no hace tanto, de que existía un fenómeno bautizado ‘El Niño‘ por pescadores peruanos. Ellos observaron que, cerca de las fiestas navideñas, las aguas del sistema de corrientes del Pacífico Oriental se calentaban y, por la proximidad con esa fecha, asociaron el hecho con la Navidad y el Niño Jesús. El fenómeno climático El Niño es erráticamente cíclico y provoca estragos en las zonas a las que afecta debido a las intensas lluvias que desencadena a lo largo de las costas de los dos océanos.

A El Niño le sucede La Niña y, como a veces ocurre con las relaciones entre chicos y chicas, si uno dice blanco el otro prefiere negro. Con La Niña llegan sequías de tal magnitud que las economías tiemblan por temor al fracaso de sus cosechas entre otros males.

No sólo los tiempos han cambiado; ha cambiado el tiempo. Y además viene en muchas versiones; cada informativo de cada canal y de cada radio tiene el suyo. Los diarios e Internet publican lo que gurúes climáticos propios predicen y por si algo faltara, ahora están de moda los pronósticos extendidos.

Gran parte del verano que se está despidiendo transcurrió tozudamente impredecible. A pesar que los vaticinios de días en extremo calurosos y peligrosamente secos, los habitantes de las tierras del hemisferio sur, debimos salir de casa con lentes de sol, paraguas, bikinis y sweaters; todo junto. De acuerdo al “vendedor”, podíamos “comprar” que habría sol, o que llovería, o que llovería y haría frío, o que la baja presión traería tormentas fuertes pero de corta duración. Ni hablar de las alertas por riesgo de granizo. Muchas mañanas podían verse estacionados debajo del puente Oroño, varios autos por las dudas.

Toda la confusión es por causa de El Niño y La Niña, como en un jardín de infantes.

También recuerdo que mi abuela decía: el que se acuesta con chicos, amanece mojado... Como muchas veces, como casi siempre, la nona sabía de lo que hablaba.