Miles y miles de hinchas armaron su carnaval

Darío Pignata

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La historia del carnaval, fiesta pagana por excelencia, se googlea en las antiguas civilizaciones. Se cuenta que en Egipto festejaban a dioses como Isis y Apis; los griegos hacían lo propio con Baco y era Saturno el que enloquecía el festejo de los romanos. Así se fue instalando la costumbre anual de la celebración. Un ritual que emparentaba casi de manera caprichosa la muerte y la resurrección. ¡Si sabrá este equipo de Kudelka lo que es morir y resucitar! Por eso la ironía de Darío ayer cuando fue consultado por la famosa presión estando puntero, a lo que el DT respondió en la rueda de prensa: “Presión tenía cuando perdí tres partidos seguidos”.

El carnaval, una vieja fiesta de desahogo popular, se posó en toda su dimensión ayer en el 15 de Abril. Porque si es real aquella definición de “un mundo raro, donde en un par de días se trata de compensar todas las desigualdades sociales y eternas injusticias”, también lo de ayer en López y Planes fue carnaval. Era hora de cambiarse la mascarita conocida en el ascenso. Porque Unión fue ayer, en el césped y en el cemento caliente, una alegre mascarita de carnaval.

Este ritual llamado carnaval que sobrevivió a la cristianización del mundo pagano en Occidente, se reinventó en América con los esclavos y sus descendientes. Los virreyes y gobernantes ya lo prohibían desde la época colonial. Pero ayer, en el lunes feriado, nadie pudo prohibir el carnaval tatengue en el 15 de Abril. Que arrancó bien temprano, como si hubiera partido de reserva o preliminar, con gente ingresando mucho tiempo antes —hora y media— para asegurarse colgar su bandera en el mejor lugar del alambrado. Y que terminó tarde, con un lunes sin fin en los kioscos y bares después de la cancha, a puro festejo con cánticos, fuegos artificiales como si fuera Navidad y bocinazos por el casamiento de Unión con la punta, alcanzando a Rafaela.

Se dio el gran gusto Unión, y la TV mostró el carnaval tatengue a todo el país por la pantalla de TyC Sports. Y cuando el desconocido Echenique pitó el final, el equipo de Kudelka se hizo más conocido que nunca: puntero del campeonato, cuatro puntos de ventaja a Atlético Tucumán que es tercero (viene en 15 días a Santa Fe) y seis a los dos cuartos (San Martín de San Juan e Instituto). Y de paso, se distanció 12 unidades reales del “cuco” teórico de la “B”: Rosario Central.

Quince fechas y 45 puntos es una vida en cualquier torneo de fútbol del mundo. Mucho más en este Nacional “B”, donde la cima genera lo mismo que dijo el “Bichi” Borghi de Boca: “Pánico escénico”. Le pasó a Hrabina con San Juan en la temporada pasada y le vuelve a pasar ahora con Atlético Tucumán.

Pero pongamos algo en orden: para Unión es mejor estar primero que undécimo como está Central. Por más que todos pensamos que sigue habiendo un lote de cinco equipos (Rafaela, Unión, Tucumán, San Juan e Instituto) para cuatro lugares —dos ascensos directos y dos promociones— y que todo se resuelve en las fechas finales. Particularmente pienso que alguno más —Aldosivi, San Martín de Tucumán o el mismo Central arrimará el “bochín” un poco más cerca— se sumará a la discusión.

Le dolió más de la cuenta el descenso a Unión en estos ocho años. No fue como en el ‘89 con Zuccarelli que volvió al año de bajar en La Boca o como en el ‘96, cuatro almanaques después de descender con el mismo Zuccarelli en Corrientes.

Muchas veces los mató Unión a sus hinchas en estos últimos tiempos, con partidos infartantes como ése de El Porvenir primero y Tristán Suárez después, que lo dejaron al borde de una tercera categoría. Pero a pesar de que tantas veces lo mataron y tantas veces se murió, sin embargo está puntero y resucitando. Como el ritual del carnaval que hace un mix de muerte y resurrección.

Los castigados hinchas tatengues que hicieron temblar el 15 de Abril saben ahora que los amores que matan nunca mueren. Aunque quieran morirse con Unión si alguna vez lo matan.