El destino de los papeles escritos

El destino de  los papeles escritos

Juan Manuel Inchauspe.

Foto: Juan Neme

La Universidad Nacional del Litoral acaba de publicar “Trabajo nocturno -poemas completos-”, de Juan Manuel Inchauspe, que junto a la obra del poeta santafesino nacido en 1940 y fallecido en 1991, recoge entrevistas, testimonios y textos críticos. Transcribimos aquí el texto que abre el volumen.

 

Por Estela Figueroa

(a Analía Gerbaudo)

Hace unos meses le pedí a un muchacho de la cuadra que me ayudara a vaciar el altillo de mi casa. Yo ya había limpiado mis bibliotecas: había regalado libros de crítica, novelas que no volveré a leer, y había depositado cajas colmadas de libros malos en la calle, para que las lleven los cirujas.

Con respecto al altillo dije: “Vacialo completamente. Tirá todo menos los papeles escritos”.

Si psicoanalíticamente hablando el altillo es la cabeza, parece un ejercicio zen.

Los papeles escritos estaban, debo confesar, un poco sucios, con hongos y cierto dejo a meada de gato, muy juaneleano, por cierto. Consistían en una carta de Tito Mufarrege, deliciosa; dos poemas míos que se escaparon de mi primer libro; unas traducciones; y una nota que me tiró Manuel Inchauspe por debajo de la puerta en una visita frustrada.

En tanto Ivana Tosti, con toda dulzura y paciencia, me reclamaba un prólogo a este libro (un prólogo de otros prólogos escritos por académicos-investigadores) aparece esta nota, algo de “puño y letra” como se dice, algo real, donde Manuel cuenta lo suyo, acusa.

Un tiempo después volví a leerla preguntándome qué se hace con las cartas de los muertos. (Un escalofrío me recorrió al pensar en las ridículas cartas de amor que yo he escrito y lo que es peor, enviado. Me refugié en Pessoa: no serían cartas de amor si no fueran ridículas). Y llegué a esta conclusión: los papeles de los muertos no se publican.

Sin esta nota, ese papel escrito de “puño y letra”, en “tiempo y forma”, es como que no tengo nada. Entonces trato, torpemente —porque los muertos pasan a ser incógnitas—, de repasar la vida de Manuel.

Cuando lo conocí parecía tener una vida domesticada y sin grandes complicaciones. Pero todo está bien hasta que deja de estarlo.

La familia —su familia— en un momento dado empieza a hacer equilibrio sobre una cuerda muy fina hasta que Manuel no puede más, se marea y cae, víctima de inocentes fantasmas de amor.

Había olvidado poner la red. Le puede pasar a cualquiera. Y quedar en el foso para siempre.

Él no era vital, no era independiente, carecía de autoestima. No era Dylan Thomas, capaz de cantar en lo alto sus gloriosos poemas, o bromear entre amigos acerca de muchachas desnudas bajo la lluvia.

Sólo era un hombre que anotaba palabras (nadando sobre un suspiro).

¿Qué es el bienestar? Tener una casa —por más modesta que sea—, sentirse cómodo, protegido; estar satisfecho con el trabajo que se realiza por un sueldo; estar atento a los hijos si se los tiene; saber pedir ayuda cuando la salud flaquea; saber pelear por lo que nos corresponde; si es posible ocuparse de algún problema social. Todas estas cosas estuvieron después vedadas para él.

Sin consideración, sin lástima, sin pudor

me encerraron entre altas y sólidas murallas.

Ahora estoy aquí sin esperanza.

No pienso en nada más. No hay esperanza.

No pienso en nada más; a mi alma la devoró la suerte.

Eran tantas las cosas que pude hacer afuera.

¿Cómo no advertí cuando levantaban estos muros?

Nunca escuché a los albañiles, nunca un ruido...

Imperceptiblemente me encerraron fuera del mundo.

(Kavafis)

La depresión aguda unida a una pequeña lesión en el cerebro (nunca tratada) más la adicción al alcohol fueron la cárcel que construyó en torno a él, cárcel que lo mantuvo alejado de todo y lo convirtió finalmente en uno de los tantos linyeras que vagaban por la ciudad.

En este mes, la Universidad Nacional del Litoral edita nuevamente sus poemas. Considero que esta obra no se ha leído bien, que fue tapada y encarcelada por la teatralidad de la muerte de su autor, por el montaje de su vida.

Es de esperar que se libere y encuentre buenos lectores.