Apostillas para los Besópedos (1)

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“El oro del azul del cielo”, de Joan Miró.

Por Pablo Aranda

 

A Morcelana (2) que comenzó esta masacre y que sostiene todos mis miedos.

Las personas van pariendo Besópedos sin darse cuenta. Por tal motivo, los Besópedos siempre son huérfanos. Generan envidia al oírlos (porque son esencialmente auditivos) que se permuta en desagrado. Existe un lugar en el cual se amontonan, pero ellos no saben que son Besópedos y, es preferible no hacérselo saber, en tal caso se suicidan ya que creen ser Roma al revés y no otra cosa. Hasta el momento se han descubierto (3) dos tipos: el intencionado que es el aborto de un Besópedo y el genuino que es el que no se entera de su condición, en otras palabras, ni sabe que existe y por eso (o gracias a esa ignorancia) existe.

Se ha creído (manipulación lingüística) en la polisemia que permite la descomposición de su nombre para abarcar así los conceptos teoréticos que son fruto de años de estudio. Urge decir, de una vez por todas, que dicho fruto sufre la patología de caer cerca del árbol. La Historia Mitológica y Etimológica del Besópedo se ha consumido en las llamas de Alejandría y su nombre fue aceptado (usado) por miedo al desconcierto y como arma por los exégetas del destierro que acusan a Morcelana, La Iniciadora, de acuñar el término y sin acento, también.

Muchos autores afirman que florecen en otoño y escasean en primavera. Estoy convencido de que esa idea es hija de la estupidez, pues los Besópedos están fuera del tiempo, es más, se podría decir que necesariamente van a destiempo. Ellos nunca llegan, señor Saramago, a donde los esperan.

Su misión es despertar al mundo. Pretensión que sólo se logrará con el encuentro de los Besópedos y la higuera. No cabe duda de que la posmodernidad ha dado su génesis. Lamento que este informe sea el causante de muchas bajas en las filas de los Besópedos, pero la insensatez humana ha (de)generado esto en una necesidad.

Instrucciones para entender este microrrelato

1) Olvide que es autoría de un desconocido y siga leyendo.

2) Usted es el lector, entiéndalo.

3) Es un número maldito.

(1) El desconocimiento de los mismos, la falta de claridad y la mediocridad de algunos autores en el tema han motivado este escrito. Dispénseseme de toda responsabilidad.

(2) En una entrevista off the records, sostuvo que se escapan, que son impredecibles, que son tipo prisioneros (siempre están intentado salir), que la bebida preferida de los Besópedos es agua con limón (muy naturales).

“Imagino que estaba escrito -recuerdo que había dicho Morcelana-, si no era yo habría sido alguna otra persona, pero este suceso ocurriría cualquier día en cualquier parte del mundo, por no decir universo... ya que desconocemos todo ese sector. No es algo que haya podido controlar (ni de lo cual haga banderas, aclaraba Morcelana), ya dije que fue inevitable, pero si me eligieron para aquello, aceptaré las consecuencias, pongo en palabras lo que Morcelana decía con la boca”.

“Han conmovido al mundo -digo, me decía Morcelana- ... las mariposas viven un día, pero ellos viven un instante. Es probable que no conozcan el dolor, que sólo sean por un segundo lo que deben ser, y ésa es una experiencia que nosotros -Morcelana usaba el nosotros inclusivo si la memoria no me falla-, desconoceremos siempre”.

“Son como un juego: expresiones faciales y de pronto prum pluf. Creo -Morcelana me contaba que creía que las personas deberíamos tomar con más calma este hecho- son inofensivos (en su mayoría, abría paréntesis Morcelana con su voz) y en el caso de algún daño, mínimo. Pienso que está bien brindar información así las personas saben un poco, se conforman y los dejan en paz, he traído a Morcelana con las comillas hasta aquí”.

(3) Este descubrimiento no implica que el descubierto sea tomado por sí mismo como tal, digamos que el descubridor se convence de haberlo visto como para fijar su necesidad de ser ojo. La taxonomía que se ha utilizado es la que distingue Amanda Yocrex en su libro “Viaje del Besópedo: Biografía de un suicida”. La autora desacraliza la esencia atribuida a los Besópedos para devolverlos a su estado de ciclo natural y demostrar su existencia dentro del síndrome mayor.