SEÑAL DE AJUSTE

Pesimistas pero divertidas

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“Raising Hope” presenta una familia más “normal”, apenas un grupo desquiciado e irresponsable de clase trabajadora, o lo que de ella queda luego de la crisis. Foto: ARCHIVO EL LITORAL

Roberto Maurer

La creatividad del cine se habría trasladado a las series de televisión, según se teoriza desde hace tiempo. La hipótesis, en todo caso, puede ser aplicada a los productos de la industria de Hollywood. Muchos guionistas con ideas originales encontraron un hogar en las series, las técnicas narrativas del formato televisivo evolucionaron adoptando el lenguaje cinematográfico moderno, y desde hace tiempo fueron aceptadas por mentes adultas.

En este sentido, I.Sat es una señal que se ha esmerado en su programación de series, recurriendo a criterios selectivos que no son comunes en otros canales, y basta con apreciar cuatro producciones estrenadas casi simultáneamente en los últimos días.

Retratos de familia

La vida familiar ha sido un subgénero de las series, que siguiendo el rumbo marcado por los tiempos, comenzó a retratar sus transformaciones o sea que partió del arquetipo de la familia según la sociedad burguesa o el viejo Banco Hipotecario Nacional, hasta llegar al fenómeno conocido hoy como “familia disfuncional”.

Por ese camino se ha llegado a “Shameless” (domingos a las 22), alcanzando una cumbre que, con alegría, honra su título (“Desvergüenza”).

Es la versión estadounidense de una serie inglesa, con William H. Macy (uno de los excelentes secundarios del cine norteamericano) en el papel de un padre de familia abandonado por una esposa que se fue con otra mujer. Frank Gallagher es un vago irresponsable que vive con sus seis hijos, aunque para él serían cinco, ya que en su cuenta no entraría el bebé negro, que deben de cuidarse de sí mismos, ya que su papá, que solamente trabajó diez días de su vida, pasa casi todo el tiempo durmiendo su borrachera en el piso. Cuando está de pie, habla como un sabio y se define como “un maestro, un patriarca y el capitán de este pequeño barco”, refiriéndose a su promiscua familia.

En el primer capítulo, la hija mayor se enamora de un agradable pretendiente que aparece con autos lujosos. Su medio de vida sería la compraventa de autos, hasta que se sincera: “En realidad, solamente a la venta, porque no son de mi propiedad”. Es un ladrón y reducidor.

Para ganar unas monedas uno de los muchachos prepara a domicilio a una chica de la secundaria, de 15 años, que le practica sexo oral debajo de la mesa mientras la mamá cocina. Allí lleva a su hermano menor, para que conozca el placer heterosexual, ya que acaba de descubrir que es gay y es novio de un árabe dueño del almacén donde trabaja, casado y padre de familia. Los simpáticos vecinos de al lado no desentonan con su desaforada vida sexual.

Como se observa, hay acción. Y lo afirma Frank Gallagher en la introducción, mirando a la cámara en medio de una especie de orgía de barrio bajo de Chicago: “Sabemos cómo divertirnos”.

“Raising Hope” (martes a las 21) presenta una familia más “normal”, apenas un grupo desquiciado e irresponsable de clase trabajadora, o lo que de ella queda luego de la crisis. Jimmy (Lucas Neff) es un joven limpiador de piletas que pasa casualmente una noche con una desconocida encantadora a la cual al día siguiente se lleva la policía. Es una asesina serial que, luego de ser ejecutada en la silla eléctrica, deja una recién nacida rebautizada Hope, de la cual se hace cargo Jimmy, un inexperto papá. La abuela senil es interpretada por Cloris Leachman, es bueno señalar. Vive en el pasado, salvo fugaces retornos al presente, que aprovecha para echarlos a todos de la casa. Cada episodio dura media hora, un formato justo, que jamás se utiliza en nuestro país.

Pesadilla en Hollywood

“Episodes” (martes a las 22), también de media hora, es justamente una ironía acerca de las remakes que la televisión estadounidense hace de creaciones originariamente británicas. Describe la desdichada aventura de una pareja de guionistas ingleses, autores de una serie exitosa, que se traslada a Hollywood, adonde intentan adaptarse al medioambiente mediocre y artificial de la industria de la TV, que ha comprado los derechos para hacer la versión local. Los productores, en el proceso de desnaturalización del original, para el papel principal de un director de colegio de elite eligen al inadecuado Matt LeBlanc, el actor consagrado en “Friends”, que se interpreta a sí mismo.

Demasiados enigmas

“Rubicón” (domingos a las 21) es un producto sombrío, a la medida del espectador paranoico, con una inabarcable conspiración global a la cual investigará Will Travers (James Badge Tale), cruzando el Rubicón para empezar una guerra, según las palabras de Julio César, que consistirá en descubrir un gran secreto guardado por el gobierno y las corporaciones. Es especialista en descifrar códigos y trabaja en una agencia de analistas que reúne información de todo el planeta. Se trata de un ambiente de tipos taciturnos y quizá fatigados por las características del empleo: “Lo más difícil de este trabajo consiste guardar secretos”, dice un personaje. Pero Will es el más introvertido: su mujer y su hija perecieron en las Torres Gemelas.

¿Qué comen las larvas de lepidópteros? Tréboles de cuatro hojas, es la respuesta, y sería irrelevante si Will no hubiera descubierto que la pregunta apareció en el mismo día en los crucigramas de cuatro diarios distintos. Si a Will le muestran el fixture y los datos estadísticos de la AFA, sólo necesita de un vistazo de segundos para decir quién será el futuro campeón.

Su jefe y suegro sufre un accidente ferroviario (¿accidente?) y muere (¿muere?), y Will acepta ocupar el cargo, luego de vacilaciones. La serie acumula misterios, todos sin respuesta. El primer capítulo se cierra con tres desconocidos que se encuentran en una mansión. Se oye decir “estamos nuevamente en carrera”, una puerta se cierra con un tenue quejido de los goznes y la pantalla queda en negro.

Los productores, luego de ganar Grammys con dos series exitosas, se envalentonaron con el proyecto, pero “Rubicón” fracasó y sólo duró una temporada. Resultó demasiado exigente y críptica, y pensada para un público inteligente.

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“Shameless”, con William H. Macy, presenta otra familia disfuncional, encabezada por un padre irresponsable. Foto: ARCHIVO EL LITORAL

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Guionistas con ideas originales encontraron un hogar en las series: “Episodes” (con Matt LeBlanc) se ríe de la propia industria. Foto: ARCHIVO EL LITORAL

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“Rubicón” transporta al espectador a un mundo de oscuras conspiraciones y alto espionaje. Foto: ARCHIVO EL LITORAL