Una imperiosa reconciliación

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Georg Friedrich Haëndel, retratado por Thomas Hudson.

Nidya Mondino de Forni

Era Alemania, por aquellos tiempos, un conjunto de estados independientes unidos por su sujeción casi puramente nominal al Emperador Germánico. Entre estos estados se encontraba Sajonia, vasta región privilegiada, rica en leyendas y recuerdos históricos. Semillero además de maestros de capilla y organistas célebres, nacidos allí, y que hicieron de ella la tierra de su elección. Es que la instrucción musical en las “gymnasia” protestantes y en las escuelas parroquiales era realmente ejemplar. Los adolescentes cumplían un programa sabiamente graduado, comenzando con nociones elementales de teoría de la música y el canto de sencillas canciones y canto llano (gregoriano), pasando luego a obras corales a cuatro y ocho voces, culminando con una exigente práctica de dirección. Esta vida musical activa y bien encaminada debía servir de base a la incomparable cultural musical de sus alumnos, entre ellos, Jorge Federico Haëndel (1684-1759).

Mientras la biografía de algunos músicos nos ofrece el desarrollo de una existencia tranquila, la de otros, como en este caso, nos muestra la actividad agitada de un hombre inquieto, incansable, luchador, en la búsqueda constante para ensanchar horizontes de su ideal artístico; ensayando repetidamente todas las formas instrumentales, vocales, teatrales y religiosas, en su afán de competir y al mismo tiempo de aprender en todas partes a través de su espíritu andariego. Primero en Hamburgo (importante centro musical de Alemania), donde estrenó algunas de sus óperas con gran éxito. Luego, y con el mismo resultado, en Italia y en Londres. De regreso a Alemania, precisamente en Hannover (territorio de la Confederación alemana) es nombrado director musical de la capilla de la corte, donde era elector el entonces príncipe Jorge Luis, quien le otorga, después de un cierto tiempo y deseoso que su maestro de capilla se hiciera famoso, el permiso de viajar nuevamente a Londres. En tanto esperó su regreso. A raíz del éxito de sus composiciones, pensado muy poco en la corte y gozando además del favor de la reina Ana, el sajón se sentía reacio a volver. Como consecuencia de ello el patrón cada vez más molesto. Por un giro inesperado de los acontecimientos (el fallecimiento de la reina Ana), y por esas vueltas de la vida el elector Jorge Luis de Hannover ocupa el trono de Inglaterra bajo el nombre de Jorge I. El músico se había quedado huérfano de la protección real, imprescindible en la época. De allí en más el monarca lo ignoró, aunque asistía a la representación de sus óperas, reconociéndolo como el músico más importante de la Inglaterra.

Se hacía necesaria una reconciliación.

No está claro todavía cuándo Haëndel recuperó el favor del rey. Se cree se produjo al aprovechar la ocasión que algunos amigos le ofrecieron de ejecutar una obra compuesta por él, con una orquesta de cincuenta integrantes, ubicada sobre una embarcación que escoltaría a la nave real en un paseo por el río Támesis. A la obra le fue dado el nombre de “Water Music” (“Música acuática”). Se trataba de una suite de aproximadamente veinte piezas, divididas a su vez en tres suites, posiblemente destinadas a acompañar el viaje río abajo, la cena y el viaje de vuelta. La obra comienza con una típica obertura, con una introducción lenta, seguida de un allegro. Siguiendo el ritmo lógico de la fiesta, sus movimientos varían. Efectivamente, los que acompañan a la cena (el central), y mientras las barcazas están ancladas, la música es íntima, suave, sobresaliendo un adagio ejecutado por un exquisito solo de oboe. Por el contrario los otros pasajes están fuertemente orquestados con cornos y trompetas, logrando un sonido resonante para que la música pudiera oirse a través del agua. Se alternan largas intervenciones de cornos y delicados episodios de las maderas con los instrumentos de arco o con los mismos cornos, lográndose una verdadera música festival acorde con la situación.

La “Música acuática” puede considerarse una pieza internacional. La chirimía (que aparece en dos de las suites) es una danza popular inglesa de la época. El rigodón una danza francesa originaria de Provenza. La bourée es también francesa, como lo son la giga y la zarabanda. No se conoce el orden original de los movimientos dentro de cada suite, como tampoco está claro cuánto de la música interpretada esa noche pertenece a la que conocemos hoy.

Más, lo importante es que la fiesta acuática se realizó en un radiante día de sol, que Haëndel tocó como estaba planeado, y que Jorge I quedó fascinado, felicitando por la idea al organizador (un amigo de Haëndel) y pidió que se presentara el autor. Ante su sorpresa apareció el compositor, quien fue perdonado. El rey, ante la ovación del público, solicitó que la obra fuera nuevamente interpretada.

Las relaciones volvieron a ser cordiales... pero no para siempre.