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Creación del diseñador Miguel Palacio, que forma parte del libro “Geografía de la Moda Española”, donde se repasan 25 años de la moda de ese país a través del trabajo de 28 diseñadores.

Del corpiño al actual vintage

Descubrimientos, revoluciones, guerras, avances tecnológicos o hitos -como el sufragio universal o la incorporación de la mujer al mercado laboral- han transformado a la sociedad en los dos últimos siglos. La moda también se ha ido adaptando.

TEXTO. LAURA SERRANO-CONDE. FOTOS. EFE REPORTAJES.

En el último siglo, la moda ha cambiado completamente, como también lo han hecho las sociedades. La mujer ha pasado de vestirse con corpiños y cinturas de avispa a llevar vestidos sobrios y faldas de corte recto, pasando por las minifaldas de infarto y los pantalones de campaña.

Ahora, en el siglo XXI, la moda parece estar atravesando un momento de crisis y los diseñadores vuelven su mirada al pasado para llenar los armarios femeninos de estilos ya vividos durante el siglo XX: lo llaman moda vintage.

Diferentes épocas históricas y diferentes estilos. Los valores sociales cambian, las sociedades evolucionan y, como no podía ser de otra manera, la moda es la primera en adaptarse a los nuevos tiempos.

“Durante los últimos años del siglo XIX, hasta 1914, estaba de moda la opulencia, lo barroco. Con la expansión del capitalismo nace la burguesía, una clase social que quiere hacerse notar y mostrar su nuevo prestigio, y lo hacen con los vestidos con bordados, muy cargados, llenos de ostentación”, explica a EFE el periodista, sociólogo y crítico en moda Pedro Mansilla.

Es un período de extravagancia y esplendor, en el que la mujer es vista como un objeto sexual. Los vestidos son poco prácticos, pero muy sugerentes, y el corpiño es la prenda estrella.

EN TIEMPOS DE GUERRA

Estos años terminarán con el estallido de la Primera Guerra Mundial, que obligará a muchos aristócratas a exiliarse y que traerá consigo un nuevo concepto de la moda, basado en la “libertad” y la “movilidad”.

Las mujeres comienzan a integrarse en el mundo laboral, mientras sus maridos están luchando en el frente. Adoptan una imagen masculina, para conseguir, de alguna manera, ocupar el puesto de los hombres en la sociedad.

“Aparecen los primeros movimientos sufragistas; es el momento de los viajes en tren y ya hay algunas mujeres que conducen, ganan movimiento y libertad. En la moda, quieren acabar con las diferencias entre hombres y mujeres, se lleva el corte de pelo a lo garçon, mujeres con poco pecho, alejadas de las hasta entonces muñecas sexuales”, añade.

Este estilo serio, elegante y masculino perdurará hasta los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando la moda cambie para presentar a una mujer femenina, sensual y elegante, con trajes y vestidos que marcan el pecho, se ciñen a la cintura y caen en forma de embudo hasta la rodilla. Y siempre luciendo unas largas piernas, gracias a zapatos con finos tacones de aguja.

CAMBIOS Y REVOLUCIONES

Sin embargo, este estilo de mediados de siglo no dura mucho. En los años sesenta se produce un gran cambio generacional derivado de las transformaciones sociopolíticas que se suceden en todas partes del mundo: son los años de la revolución sexual, de los movimientos alternativos, del consumismo. Los jóvenes salen a la calle, contagiados del espíritu de rebeldía, inconformismo y protesta.

La moda da un giro radical y muestra una mujer atrevida, divertida, rebelde y completamente liberada. Las faldas se acortan hasta convertirse en minifaldas de la mano de la diseñadora Mary Quant. Las medias estampadas, las botas altas, los impermeables de colores chillones y los pantalones de campana se convierten en el último grito.

Una década después, esta tendencia se acentúa. Siguen de moda los cuerpos extremadamente delgados y los cortes de pelo geométricos, los pantalones ajustados y los estampados de flores, un período que, a juicio de Mansilla, es “un completo disparate”.

Después vendrán los años ‘80. Nueva York se erige como la capital mundial de la moda y acaba desbancando a Francia. La sociedad comienza a preocuparse por su imagen y se generaliza el término de “culto al cuerpo”. Los diseñadores apuestan por las hombreras, los brillos, las tachuelas y el cuero.

“Durante estos años, la moda no se ve sólo como algo para vestir sino que se asocia también a una filosofía de vida”, subraya.

LO QUE VIENE

Ahora, dice, vivimos un momento de crisis en el mundo de la moda, “ya se ha inventado todo”, y los diseñadores del siglo XXI llenan los guardarropas femeninos de estilos ya vividos.

“Estamos recuperando los ‘20, los ‘40, los ‘50. Llevamos ya varios años defendiendo la moda vintage, explica.

Y esta misma línea va a seguir, a su juicio, la moda de la próxima temporada otoño-invierno 2011.

“Según se ha podido ver en las pasarelas internacionales que ya han terminado, la moda del próximo otoño-invierno va a recuperar el negro, pero con fuertes contrastes. La mujer se va a vestir de verde musgo, un verde muy oscuro, de rojo sangre y de un azul marino muy sofisticado”, afirma. “El estilo va a seguir siendo vintage, con siluetas abultadas, volúmenes vaporosos y cortes rectos”, añade. Una moda sobria, que apuesta por lo discreto, y que evita marcar las curvas femeninas.

En cuanto a tejidos, el experto en moda señala que -sin dudas- la lana seguirá siendo la verdadera protagonista, un material cálido, ideal para protegerse del frío invierno. “Habrá mucho punto, mucho mohair, mucho cashmere, pero sobre todo lana”, concluye.