En la Cámara de Diputados

Mañana se inaugura el gran mural de Roux “La Constitución guía al pueblo”

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Manos que hablan. Es todo cuanto hemos podido ver de la obra que se conocerá mañana. Pero el fragmento basta para advertir que detrás hay un gran pintor.

Mañana será inaugurado en la Cámara de Diputados de la Legislatura provincial el mural pintado por el maestro Guillermo Roux que lleva como nombre “La Constitución guía al pueblo”.

El enorme lienzo ocupará el espacio que hace décadas debió alojar al cuadro “Los Constituyentes de 1853”, pintado en la primera mitad del siglo XX por Antonio Alice. Sin embargo, distintos desencuentros entre el autor y los sucesivos gobiernos provinciales, hicieron que el famoso lienzo fuera finalmente adquirido por el Congreso de la Nación mientras que en Santa Fe, el lugar imaginado por Alice como destino de su obra permaneciera vacío. Hasta ahora.

Desde mañana, las cosas serán distintas: una tela de mayores dimensiones que la pintada en su momento por Alice -para lo cual hubo que ampliar la guarda decorativa del rectángulo que le sirve de marco- presidirá, a la manera de un retablo cívico, el restaurado recinto de Diputados. Su autor es uno de los grandes pintores argentinos contemporáneos y ha desarrollado una vasta obra como muralista. El tema le da una vuelta de tuerca a la cuestión institucional, porque evoca a la Constitución, la Ley Fundamental, la Carta Magna, el texto del contrato que organiza la convivencia de los argentinos y viabiliza su desarrollo. En la obra de Alice, los protagonistas son los constituyentes, los que hicieron la Constitución. En ésta se celebra a la Constitución misma, que trasciende a las individualidades y a los ciclos, atraviesa los tiempos y ordena la vida de las sucesivas generaciones.

La idea

Ante el reiterado fracaso de las gestiones realizadas ante el Congreso Nacional para obtener la obra, una nueva idea surgió años atrás en el ámbito de la Cámara que preside Eduardo Di Pollina: encargar a un autor de fuste un nuevo cuadro a tono con nuestra época. Así, tras lograr el consenso de los presidentes de todos los bloques políticos, Di Pollina consultó al director del Museo Rosa Galisteo, Marcelo Olmos, y a otros especialistas respecto del artista indicado para afrontar tamaño desafío. Y todos coincidieron en señalar a Guillermo Roux. Sin pérdida de tiempo, en mayo de 2008, el presidente de Diputados viajó a Buenos Aires y le propuso el trabajo al prestigioso pintor. En octubre del mismo año, Roux comunicó su decisión de hacer la obra para Santa Fe, rechazando otros ofrecimientos que lo hubieran llevado fuera del país.

El pintor

En una nota publicada tiempo atrás por El Litoral, Di Pollina relata sus primeras conversaciones con el maestro, quien viajó varias veces a esta ciudad y, a la manera de los grandes pintores renacentistas, relevó el espacio de la Cámara, sacó fotografías desde distintos ángulos -desde las bancas y las barras, con distintos sesgos y a diferentes alturas- y tomó notas del contexto.

En una charla posterior en su estudio, Roux le explicó al titular del cuerpo legislativo que el cuadro era un proceso lento, que debía madurar. “La Constitución...” es una obra de arte, le dijo, “y hay que dejarla fluir”. Para agregar: “La magnitud de este trabajo nos excede, incluso a mí”. Lo dijo lleno de entusiasmo, pero con las dudas que suscitaba el tamaño del desafío conceptual y pictórico.

Más adelante, en el curso de una reunión con un centenar de plásticos santafesinos reunidos en el Rosa Galisteo, Roux develó algunas de las claves de su entusiasmo y compromiso con la obra encomendada. En esa oportunidad relató: “Cuando tenía 10 años, mi padre -un artista valorado en ambas orillas del Río de la Plata- llegó al taller con varios bocetos. Me los mostró y me dijo: me gustaría que algún día vos pintaras como mi maestro...Y ¿saben quién era su maestro?...: Antonio Alice ¿y saben qué bocetos me estaba mostrando?... los del cuadro ‘Los Constituyentes del 53’”. Y continuó: “Fíjense lo que es la vida, 70 años después de aquel episodio, que nunca conté hasta hoy, un fin de semana llega a mi casa Eduardo Di Pollina, el presidente de la Cámara de Diputados, a proponerme que para ese espacio donde tenía que haber estado el cuadro de Alice yo hiciera una nueva obra”.

Distintas miradas

La nota oportunamente publicada por El Litoral consigna algunos conceptos que es bueno recordar: Alice era un patrón a seguir en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, las ansias de realizar búsquedas y encontrar un lenguaje propio llevaron a Roux a proponer nuevas perspectivas, nuevos horizontes, nuevas miradas.

“Con esta obra que me han encargado -manifestaba el maestro- siento que puedo decirle a mi padre: ¿ves que pude cumplir tu deseo desde otro lugar, con otros trazos, luces y colores?... que más allá del tono intimista y especular de Alice sobre los actores de la jura, es posible abrir una ventana, salir, y darle paso a todo un pueblo para que acompañe a la Constitución hasta el recinto”.

Efectivamente, Guillermo se vuelve sobre la tela y, del mismo modo que Velázquez en “Las Meninas”, gira la vista y da un vuelco de ciento ochenta grados para plasmar a otros protagonistas de la historia en la escena, protagonistas que le dan el fundamento y la base a esta nueva lectura de la Constitución: hombres y mujeres avanzando sobre el ritmo ondulante del río y las luces del espacio exterior.

En el estudio

Todo comenzó con un collage de papeles satinados, de distintos tamaños, agrupados sobre una superficie. El artista dispuso esos papeles de manera que se produjeran manchas y tonalidades, y allí aparecieron los indicios de la obra.

Una vez delineado el primer bosquejo, las figuras fueron moldeadas por Roux en pequeñas estatuitas de arcilla para la realización de una maqueta que permitió una visualización en tres dimensiones.

Cada figura, semana tras semana, tuvo su modelo, un hombre o una mujer según el personaje, que el artista fue dibujado individualmente de cuerpo entero, en distintas posiciones, así como en minuciosos retratos de cada rostro en particular.

Las proporciones que debía guardar la obra con el ámbito, su arquitectura y los colores del recinto de Diputados demandaron una especial atención. Esto llevó a Roux a trabajar cuidadosamente las perspectivas, y cada proceso culminó con la realización de pruebas in situ del bosquejo a tamaño real.

Por fin, con el boceto definitivo y las figuras delineadas en la tela que albergaría su creación, sólo faltaban los trazos y las pinceladas que el artista habría de dar para plasmar esta nueva pintura, que se verá mañana cuando caiga la tela que la recubre y los ojos puedan admirar la obra de colosales dimensiones que le rinde tributo a nuestro mayor patrimonio cívico: La Constitución, el gran texto fundacional que guía nuestras conductas -a menudo cerriles- en la cotidiana construcción del país de los argentinos.

En este cuadro, se celebra a la Constitución misma, que trasciende a las individualidades y a los ciclos, atraviesa los tiempos y ordena la vida de las sucesivas generaciones.