Una sobre las medias

Una sobre las medias

Esta vez, el azar quiso que el tema de la semana fuera el de las medias, calzas, calcetas, zoquetes. Tema jodido: cuando abre la boca, puede meter la pata. Y por supuesto, hay media biblioteca que piensa una cosa, y media que piensa otra. Lo que se dice una nota, hecha a medias.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

Las medias están inevitablemente atadas -es una metáfora infeliz- a la guerra, a la belicosidad de los humanos; o al clima, básicamente al frío. Su origen se remonta a los primeros años después de Cristo, cuando los soldados romanos comenzaron a usarlas en sus campañas, para protegerse del frío. Y es probable que imitaran a los pueblos germánicos que ya las utilizaban por lo mismo. Claro, mientras los pre tanos -los romanos- andaban por Egipto o Asia Menor, no había problemas. Cuando se fueron para el norte, el fresquete los obligó a usar unas hermosas calcetas -y que te recontra, por las dudas; viene de calceus, que es la palabra latina para calzado- hechas de pelo de cabra, que son el antecedente de las medias, tal como las conocemos.

Después, en el siglo IV, la usaron los clérigos y también la nobleza, ya en su versión de calza, completas, hasta arriba y confeccionadas en lino. Las chicas, ni por asomo usaban medias, básicamente porque hasta hace poco no mostraban ni un centímetro de piel de las piernas (después se desquitaron). Recién en el siglo XVI, ustedes, mis chiquitas, comenzaron con el reinado de las medias de seda.

Y así como nacieron con la guerra -los romanos en campaña-, también la guerra condicionó su generalización y masividad. por ejemplo, la primera guerra mundial cortó con la provisión de seda japonesa; y la segunda con el recientemente inventado nailon, monopolizado para la confección de paracaídas.

Pero más allá de los datos históricos, las medias, al menos para los varones, tuvieron pocas variaciones y apuntan hacia lo deportivo (la variante civilizada de la guerra) o como un intermediario entre la piel y el calzado.

En la escuela, nadie se salvaba de las medias tres cuartos, blancas que, ajustaran o no, molestaran o no, se estiraban por tus tobillos hasta debajo de la rodilla, tan alto como el tejido lo permitiera. Luego pantalón corto o pollera y guardapolvo para todo el mundo. Había una franja de piel libre entre la media y el guardapolvo. La zona media de la pierna, valga el juego de palabras.

Hoy ocurre que muchos pibes no usan medias, que son consideradas una especie de molesta cosa de viejos. No hay mediación (cuec) entre piel y calzado. Las llantas se usan directamente en contacto con los pies, total de vez en cuando se lavan (las zapatillas o los pies) o se utilizan polvos pédicos -sin golpes bajos- y dale para adelante. Se complica cuando el calzado es un zapato: los pibes usan mocasines en contadas ocasiones “formales” y también sin medias. También he visto en nuestros campos, gringos grandotes acostumbrados al laburo del campo ponerse los domingos esos enormes y duros tamangos de cuero también sin medias. Me duele o me raspa de sólo escribirlo...

Se generalizaron hoy unos zoquetitos minúsculos tanto para deporte como para zapatillas, que son como una concesión juvenil y que apenas cubren el talón y sobresalen mínimos centímetros del borde del calzado.

Los vagos en general usamos medias para el deporte. Yo vengo de la época en que teníamos esas enormes medias de rayas horizontales grandes, para los sacachispas, y que después usábamos para todo. Lindo ir al baile después de jugar al fútbol toda la tarde con las mismas medias gruesas. Al regreso, hasta los bomberos estaban alertas con el proceso de descalzado y retiro de medias. Otra que contaminación ambiental.

Después aparecieron las medias tubo, insulsas y desabridas, pero prácticas y así hasta el presente en que conviven caóticamente todo tipo de medias, calidades, elásticos, materiales, propósitos. Y tenés, claro, la femenina y coqueta apropiación que las chicas hicieron de esta prenda y lograron lo que logran siempre que se meten en algo: lo que era antes exclusivamente nuestro ahora es de ellas. Lo digo así, sin medias tintas. Y me voy yendo, sin decir media palabra más. Estoy medio confundido, los zapatitos me aprietan y las medias me dan calor. Y no quiero parecer un zoquete.