Se conocen detalles del expediente judicial

Gustavo Juliá se responsabilizó

del avión detenido en Barcelona

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Avión gemelo al utilizado por los Juliá para llevar la droga a Europa.

Foto: Archivo/El Litoral

No obstante su declaración, la Justicia española no liberó a su hermano ni a Matías Miret. Se confirma que la droga fue cargada en la Argentina.

 

De la redacción de El Litoral

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La cocaína cargada en la Argentina y la asunción de toda la responsabilidad por parte de Gustavo Juliá son las primeras ratificaciones que surgen de la Justicia federal de nuestro país al recibir de sus pares españoles parte del expediente abierto por la detección de un cargamento de 944 kilos de cocaína por parte de la Guardia Civil Española en un aeropuerto de Barcelona, a principios de año.

El diario La Nación revela en la fecha que cuando la Guardia Civil descubrió el cargamento, Gustavo Juliá levantó la cabeza, miró a sus compañeros de viaje y con un hilo de voz, dijo: “Perdón, muchachos”. Horas después, en sede judicial, sostuvo en su declaración indagatoria: “Los pilotos no sabían absolutamente nada de lo que había en el avión”. Se refería a su hermano Eduardo y a Matías Miret, piloto y copiloto del lujoso jet Bombardier Challenger 604, que los llevó a Barcelona, respectivamente, y de los 944 kg de cocaína secuestrados por la Guardia Civil española.

El juez en lo Penal Económico, doctor Alejandro Catania, que en la Argentina investiga dónde fueron cargados los estupefacientes, recibió en las últimas horas, desde España, información oficial de la causa que se tramita en los tribunales de Barcelona. Catania y su secretario, Martín Castellano, tienen en sus despachos copias de las declaraciones indagatorias de los tres acusados e información de cómo fue ocultada la droga para sortear los controles.

Así se puede reconstruir que el control de la Guardia Civil española comenzó cuando Miret apagaba los motores del avión. El copiloto pensó que se trataba de un control normal, pero de pronto se sorprendió por la cantidad de uniformados que subían, hasta que uno de los policías descubrió un paquete: se trataba de un ladrillo de cocaína.

Miret declaró en ese momento ante el personal de la Guardia Civil. Aseveró que él había sido contratado por Eduardo Juliá, que por el viaje le iban a pagar entre 3.500 y 4.000 dólares. Explicó que, durante la escala en la isla de Sal, en Cabo Verde, él había estado arriba del avión y que no había advertido nada raro. Contó que le habían dicho que Gustavo Juliá debía hacer unos negocios en Barcelona. Cuando la Guardia Civil dijo que tenía que desarmar el avión para saber exactamente dónde estaba la droga, Gustavo Juliá les indicó a los uniformados dónde era el escondite.

“La cocaína estaba oculta en dos falsos sofás cama que estaban enfrentados de espaldas a las ventanillas. Otros paquetes de droga fueron guardados en un armario situado en el fondo del avión, que debería haber tenido material eléctrico”, explicó una fuente de la investigación al diario.

Durante la inspección, Gustavo Juliá dijo que eran 800 los kg de cocaína que estaban ocultos. Pero el peso final fue de 944 kg y, según la estimación que hizo la Guardia Civil, tenían un valor de 56.000.000 de euros.

Los hermanos Juliá no declararon ante la Guardia Civil, prefirieron hablar en tribunales. Eduardo Juliá sostuvo que su hermano le propuso viajar a Barcelona, pero no le dio mayores precisiones de lo que iban a hacer.

Más allá de las palabras de Gustavo Juliá, los tres argentinos siguen presos.

Cargado en Argentina

Clarín también da cuenta hoy de parte del expediente enviado por juez catalán Luis Pérez Losa. Hace un mes y medio, se había levantado parcialmente el secreto del sumario español pero fuentes de los Tribunales de El Prat reconocieron a Clarín que el magistrado dilató el trámite por su desconfianza en la discreción y el accionar de las autoridades argentinas. Así lo hizo saber en varias reuniones con representantes legales de los argentinos detenidos.

El narcovuelo salió el primer día del año por la noche e hizo escala en Cabo Verde, antes de aterrizar en Barcelona. Funcionarios como el ministro del Interior, Florencio Randazzo, intentaron sostener que la carga podía haberse realizado en esa corta parada. La forma en que se ocultó la cocaína -tal como confirma la causa española- impide considerar que ese trabajo se hubiera realizado en las menos de dos horas que llevó la carga de combustible en Isla de Sal.

Se trata del cargamento de cocaína más grande incautado a un avión argentino aunque la droga era proveniente de Colombia y Bolivia.


Gobierno

Al conocerse la detección del cargamento, el gobierno descartó al principio que la droga hubiese sido cargada en la Argentina. El ministro Florencio Randazzo sostuvo que fue subida al avión en la escala en Cabo Verde.

Por los avances en la investigación judicial, el kirchnerismo debió cambiar de discurso y la ministra de Seguridad, Nilda Garré, admitió que los controles aeroportuarios “se relajaron un poco” mientras que su par de Defensa, Arturo Puricelli, admitió que el embute de la droga pudo haber sido hecho en la Argentina pero defendió a la Fuerza Aérea.