Una norma por la que se pierde una oportunidad

De la redacción de El Litoral

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“Santa Fe es un provincia agrícola-ganadera. Ha desarrollado una industria pesada de tecnología extraordinaria, que es exitosa y se ha logrado exportar. Sinceramente no sé si Santa Fe necesita tener un desarrollo nuclear; sí sé que de tenerlo, se produciría -además de energía eléctrica- un desarrollo tecnológico superior. Provocaría que todas las universidades y las empresas próximas puedan contar con más avances, tal como ocurre en Buenos Aires con todos los involucrados en el desarrollo nuclear”, opina Gerardo Fischfeld, director el Área de Tecnología y Materiales Nucleares de la Universidad Nacional de Rosario.

El experto que consultó El Litoral sobre la ley que prohíbe el desarrollo nuclear en Santa Fe es doctor en física, ha trabajado en Italia y últimamente los lectores lo han conocido porque entre el equipo de que dispone la UNR hay un reactor, como el de Atucha pero cien mil millones de veces (100.000.000.000) más chico (El Litoral, 20 de marzo).

“Pienso que la ley vigente de 1991 prohíbe la posibilidad de una instalación de plantas de producción de energía nuclear por una serie de comentarios de aquellos años, cuando se hablaba de construir una en Puerto Gaboto, que parecía una zona adecuada. Y también se expresa en la norma que no se permite por la provincia el transporte de lo que llama ‘desechos atómicos’. En realidad, eso es un error: en la basura común hay desechos atómicos. Átomos tenemos todos”, señala Fischfeld.

Decidir con información

“Mi impresión es que, además de los errores de redacción evidentes, como en el artículo tercero sobre prohibir que se reciban desechos nucleares (cuando la provincia no tiene condiciones geológicas para ello), la norma fija un criterio: está clara la decisión de no tener en Santa Fe una central nuclear. Es un problema que tienen que resolver los santafesinos, si les interesa o no tenerla. O si -como ocurre ahora- prefieren continuar con un desarrollo de generación de energía eléctrica con centrales térmicas, como la de Timbúes y Sauce Viejo: la generación térmica produce contaminación: se libera dióxido y azufre”, recuerda.

En realidad, “todas las decisiones tienen sus pros y sus contras. Y creo que estas decisiones deben ser evaluadas por gente que tenga una visión más amplia de futuro. Es mi manera de ver las cosas: creo que la Argentina tiene que integrarse, que compartir ventajas. Si por ejemplo, en materia de desarrollo nuclear está probado que Gastre (en Chubut) cuenta con unas condiciones geológicas ideales para disponer de los residuos que produce la producción de energía nuclear, el tema debe estudiarse y por supuesto, si es necesario, trasladar a esa población, tal como se hace -por ejemplo- cuando se crean diques. La producción de energía hidráulica muestra casos de poblaciones enteras mudadas, sin tantas objeciones”, recuerda.

“El país debe tomar decisiones estratégicas en favor del interés del conjunto, no sólo de una parte. Y en base a ello se tienen que tomar políticas nacionales que sirvan al interés común de los argentinos”, menciona.

“De Gaulle acuñó una consigna, en favor del desarrollo de la energía nuclear y de la aviación comercial francesa, y ambas han resultado vitales para que Francia sea lo que es hoy. La Argentina también lo intentó: el desarrollo nuclear del país fue líder a nivel internacional, y del mismo modo llegó a desarrollar una planta industrial para la aviación, pero la realidad es que hoy compramos aviones hechos fuera del país y el desarrollo nuclear ha sido congelado por años. Sin embargo, el país aún cuenta con científicos y técnicos muy bien formados, que tienen una alta aceptación en el exterior”, compara.

Consenso perdido

¿Usted viviría al lado de una central nuclear?, pregunta El Litoral y de inmediato lo confirma el Dr. Fischfeld: “no tendría ningún inconveniente”.

Subraya que quienes en la Argentina viven junto a las centrales de Embalse Río Tercero y Campana reciben, constantemente, información sobre las actividades dentro de las usinas.

“Santa Fe al prohibir la posibilidad de que se desarrolle esta tecnología, pierde una oportunidad de desarrollo. Ambas zonas cuentan con un desarrollo tecnológico y de un sector científico que de otra forma no lo podrían tener”, advierte.

El experto no tiene dudas al explicar la pérdida de consenso de la energía nuclear, un proceso ya anterior a lo ocurrido en Japón. “Hay un estigma muy fuerte: todo lo nuclear es asociado a los armamentos a lo explosivo, con la destrucción de la humanidad, ésa es una de las claves del problema”.

Hay algunas más: “El mundo vive una serie de modas en cuanto a las opiniones sobre la energía nuclear, y hace algunos años se pusieron muchas expectativas en la fusión nuclear, que podría explicarse como el proyecto de reproducir lo que ocurre en el Sol. Dominar una tecnología basada en el deutorio y el hidrógeno, significaría no producir ningún tipo de desecho para producir energía eléctrica. En todo el mundo, hubo ingentes esfuerzos del sector científico y tecnológico en esa dirección -incluso trabajé en Italia en proyectos de este tipo- y se han gastado cifras multimillonarias... pero hasta ahora los resultados son muy pobres. Eso también explica la falta de consenso”, subraya.

Una norma por la que se  pierde una oportunidad

Gerardo Fischfeld es doctor en física. Dirige el Área de Tecnología y Materiales Nucleares de la Universidad Nacional de Rosario.

Foto: Agencia Rosario

+ información

En el sitio de Internet de la Comisión Nacional de Energía Atómica (www.cnea.gov.ar), puede encontrarse más información sobre el desarrollo nuclear argentino.

El freno de los ‘90

“Hasta que llegaron los ‘90 la Cnea tenía el control de las centrales: al formarse la empresa Nucleoeléctrica Argentina SA (Nasa), se gerencializa a las centrales nucleares. Entonces la Cnea perdió esa entrada y le fueron desarmando estructuras, y convirtiendo en empresas a todo el complejo de producción de combustible nuclear, de tubos. Quedó todo ese desarrollo en campos casi privados”, describe el Dr. Gerardo Fischfeld, director del Área de Tecnología y Materiales Nucleares de la UNR.

Recuerda que lo que le pasó al sector del desarrollo nuclear “no fue diferente que lo que se hizo con todo el país en los ‘90, desde los ferrocarriles hasta la discusión sobre la viabilidad de las provincias... De todas formas, los años han pasado y aún con ese período tan difícil Invap hoy sigue desarrollándose, instala reactores por el mundo y la calidad del científico argentino es indiscutible. Es siempre al cabo de un tiempo que se ven los frutos; muchas veces callados y hasta mal pagos, los científicos persisten”.