Alejandro Galetto
La amargura que tenía Gastón Rossi el sábado por la noche no encontraba fin. El entusiasmo por correr en su propia ciudad, por entender que su coche estaba en muy buen estado y por demostrar a propios y extraños sus virtudes, lo hicieron apurarse y cometer un error que él mismo luego reconoció.
Quizás por eso su actuación del domingo rozó lo brillante. Largó desde el puesto 27 y, más allá de los abandonos y los accidentes, Rossi hizo un trabajo inteligente, enfocado y terminó llevándose el premio de acceder a la octava posición cuando bajó la bandera a cuadros. Concluido el ruido, y con las revoluciones en 0, dialogó con El Litoral y habló de todo.
Contento
“El viernes nos había ido muy bien, estábamos muy cerca de la punta, pero el sábado sí fue un día totalmente negativo. En la tercera tanda, la previa a la clasificación y en la que uno más necesita girar, tuvimos un problema en un brazo de suspensión, que se rompió solo. Después salí en la clasificación y cometí un error muy tonto por querer meter el tiempo en la primera vuelta, de noche, con clima fresco y con las gomas nuevas y frías. Me golpeé en la chicana y quedé afuera”. Así relató su momento de amargura Gastón.
Recordó: “Estaba muy amargado porque sabía que tenía un gran auto. No me había equivocado en todo el fin de semana y cuando mejor necesitaba hacer las cosas, fallé. Pero sé que esto me va a servir de experiencia para el futuro”.
Sobre sus posibilidades para el domingo, el santafesino admitió que “nunca tuve miedo de no poder correr porque había visto el auto el sábado a la noche y si bien estaba bastante dañado, el chasis no se había doblado, que es lo más grave que te puede pasar. Los chicos se quedaron hasta las 6 de la mañana arreglándolo. El coche quedó muy bien y pudimos hacer una gran carrera”.
En competencia
“En carrera —prosiguió Rossi— pudimos mostrar el gran auto que teníamos, ya que veníamos girando al mismo tiempo que la punta. El resultado fue muy, muy bueno, ya que largar vigésimo séptimo y terminar octavo no es cosa de todos los días, y menos en un circuito tan complicado como el callejero”.
A continuación, admitió que las características de la competencia, que tuvo muchos inconvenientes entre los participantes, lo obligaron a estar muy concentrado, “y por eso pude zafar de un par de situaciones complicadas. Las más grave fue cuando estábamos con auto de seguridad. Al salir de la curva de la cervecería, que es un sector complicado porque no se puede ver lo que hay adelante, me encuentro con autos accidentados, algo raro si se tiene en cuenta que la carrera estaba neutralizada. Tuve que frenar al máximo, bloqueando las ruedas, lo que me dejó las cubiertas cuadradas y me hizo perder agarre adelante. Pero bueno, traté de ir siempre al límite sin cometer errores, y lo pude lograr”.
El chiquitín
Para Manuel Luque, el fin de semana fue todo para sumar. Con 16 años, no hay situación vivida que no sea positiva. Él mismo lo sabe. “Fue un fin de semana muy bueno. El callejero te hace agarrar mucha más confianza con el auto, te activa mucho más los reflejos, te ayuda mucho para poder encarar otras pistas. Acá tenés que estar concentrado al 100 % todo el tiempo. Lamentablemente, yo cometí un error y terminé afuera de la carrera”, admitió.
En realidad, Luque agarró un bache que le hizo perder estabilidad y su elección en el momento fue pisar el freno, lo que produjo el bloqueo de las ruedas. “Ahí seguí de largo y terminé afuera. Cuando quise volver a entrar, me tocó Farina en la rueda trasera y me fui contra las gomas”.
Por último, se entusiasmó: “Creo que el auto estaba bien, habríamos podido llegar entre los diez, pero de todos modos esto me sirve para adquirir experiencia y para sentirme cada vez mejor con el coche”.