Establecimiento El Amparo, Colonia Portugalete

Un realismo ganadero casi mágico

Un realismo ganadero casi mágico

En vez de usar genética sofisticada, los Mayoraz producen carne con hacienda marca líquida adaptada a su ambiente. Con un planteo de base pastoril hacen cría e invernada de machos y hembras, con algunas particularidades: entoran vaquillonas con 15 meses y las vacas se sirven con toritos vírgenes de producción propia. Así logran más de 90% de preñez y unos 140 kilos de carne por hectárea.

 

Juan Manuel Fernández

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“Uno ha perdido muchas horas soñando que el toro lindo que ve en una exposición le va a transmitir esas condiciones a su descendencia y lamentablemente no es así para nada”. Alberto Mayoraz es consciente de que en su campo, con mayoría de suelos clase VI a VIII, el negocio ganadero no pasa por buscar genética foránea sino por seleccionar los animales propios que mejor se desempeñen en ese ambiente. La idea funciona a tal punto que para Pepi, su esposa, “a nuestras vacas se las reconoce porque ya tienen cara Mayoraz”.

La familia —que completan sus hijos Jorge (25), Gonzalo (22) y Valentina (20)— se dedica a la cría e invernada de machos y hembras en su establecimiento El Amparo, ubicado en Colonia Portugalete, departamento San Cristóbal. Basada en una ajustada alimentación sobre pastos naturales, alfalfa y grama rhodes, más una suplementación estratégica, el eje de la fórmula es el entore precoz de vaquillonas con toros de producción propia. La clave es una estricta selección por fertilidad, receta que les permitió multiplicar la carga animal por cuatro y aumentar los kilos de carne por hectárea en un 50%.

Lo que sirve se queda

“El concepto es quedarnos con aquellos vientres que están adaptados al medio; por ejemplo en este campo no usamos ningún remedio para repeler la mosca de los cuernos porque nuestros animales ya están adaptados”, relató Alberto a Campolitoral. Y agregó que tampoco usan “ni ecto ni endodesparasitantes”. Su hijo Jorge acota: “acá la mejor vaca no es la más linda sino la que da un ternero todos los años”.

La totalidad de la hacienda es raza Brangus (negros y colorados) y la selección por fertilidad en el rodeo de cría se realiza rechazando todas las vacas vacías al tacto y las que no presentan terneros vivos al momento de comenzar el servicio (selección para disminuir merma preñez - marcación). El período de servicio se fue reduciendo hasta llegar a 75 días, entre noviembre y mediados de enero. “En los últimos 10 años —comentó el titular del establecimiento— el porcentaje de preñez promedio supera el 90%”.

El ciclo de las futuras vaquillonas de reposición, una vez destetadas con 170 kilos en marzo, se inicia con una semana a corral para que se familiaricen con la ración y luego se envían a un lote de alfalfa (implantado en una fracción de suelo clase IV) con suplementación. Con una ganancia promedio de 500 gramos diarios permanecen allí hasta alcanzar 260 kilos alrededor del 1º de septiembre, momento en el que se entora el 100%. Luego del tacto, las que se preñaron siguen en el sistema y las que no salen a venta. “Por lo general la preñez de esa categoría está entre 70 y 80%, por lo que nos queda un 20 o 30% para rechazar, ya que con preñar el 50% nos alcanza para reponer el plantel de madres”, explica Mayoraz.

Machitos multipropósito

Para dar servicio se usan machos de producción propia con la particularidad de no contar con un plantel de toros sino que se van utilizando toritos nuevos cada vez. “Como padres estamos usando toros de 15 meses de edad”, comenta Alberto, y luego detalla el método de selección. Primero se escogen hijos de vacas que hayan parido al menos cuatro veces (selección por fertilidad) y entre ellos los nacidos en los primeros 30 días de parición. Luego, a los 12 meses de edad, en la segunda quincena de agosto, se detectan aquellos que tengan como mínimo una circunferencia escrotal de 28 centímetros y el 1º de noviembre se les echan a las vacas los que alcanzan 400 kilos de peso. También se seleccionan algunos para poner a la venta como reproductores, en caso de haber compradores interesados.

Son varios los beneficios de este sistema. Ante todo no se debe “desperdiciar” campo manteniendo un lote de toros, ya que se manejan junto a la recría de novillos. Pero además, gracias a la nueva tipificación de la ex ONCCA de Macho Entero Joven (MEJ), luego de dar servicio “los encerramos en un corral casero de engorde para su posterior venta a un precio similar al que vendemos los novillos”, detalla el productor. Antes —agrega— “los teníamos que castrar y eso hacía mucho más engorroso el sistema, había problemas de bicheras, pérdida notable de peso y todo era pérdida en beneficio de nadie”. Desde el punto de vista sanitario, “el sistema es óptimo ya que al ser toritos vírgenes están libres de venéreas”, y por lo tanto también se desobligan de los complicados procedimientos de control.

Entre las contras, el ganadero mencionó que los toritos deben usarse en una proporción del 6 o 7%, “cuando en adultos usás la mitad”. Y también que, por ser jóvenes, “se entretienen con alguna vaca en celo y dejan otra”. La consanguinidad también es un factor negativo y por lo tanto hay que recurrir a toros o dosis de semen externos al establecimiento, pero “hay que buscar que sean lo menos extremos posible”.

Para la categoría novillos “el objetivo es que nunca pierdan peso” y para ello se destetan con 170/190kg; si es tradicional (de vacas adultas) en marzo y si es precoz (de vaquillonas de primer parto) en octubre. Luego se pesan y controlan la prevalencia de parásitos por HPG (huevos por gramo de heces) todos los meses. Al igual que las vaquillas se adaptan a la ración primero en un corral, pero luego salen al campo con grama rhodes y suplementación proteica. En invierno pastan sobre promociones de praderas y gramíneas como el centenillo (Hordeum stenostachys), especie exótica pero muy bien adaptada a la zona. Se busca que lleguen a octubre o noviembre con 300kg, momento en el que salen del campo a venta, feed lot o capitalización.

Con pasto y gente

Como la base del sistema es pastoril, la familia Mayoraz le asigna al forraje la trascendencia que merece. “Debemos ser grandes productores de pasto”, afirma Alberto. Pero no es tan simple, ya que el campo tiene grandes extensiones de suelos anegadizos y salitrosos con problemas de sodio en superficie. Para mejorar esos ambientes, desde 2008 le fueron ganando terreno al pelo de chancho, el espartillo y los tacuruses a fuerza de control químico y mecánico, más la implantación de sorgo y grama rhodes. En tales circunstancias “la grama no es la panacea”, advierte el productor, ya que se logra cobertura pero no muy buena calidad, por lo que ensayaron una fertilización nitrogenada con resultados prometedores. De todos modos, esta práctica les permitió elevar la carga de 0.2EV/ha/año a 0.8EV/ha/año. “Pero —aclara— si queremos lograr sobre este tipo de suelo algún planteo más exigente, una recría o engorde más eficiente, debemos mejorar la calidad forrajera que tenemos hoy en día”.

Buena parte de los avances conseguidos por la familia Mayoraz se lograron gracias a la experiencia que les aportó ser miembros, desde hace más de 35 años, del Grupo CREA San Cristóbal - Lucila. Y poco hubiesen podido llevar a la práctica si no contaran con el invalorable aporte para el manejo de la familia Driuzzi (Oscar, alias “Tito”; “El Gringo” Héctor; y Luis; todos descendientes “del querido y recordado Don Ichi Driuzzi”).

A futuro, en El Amparo el objetivo de producción será aumentar la carga para poder destetar más; “que es el objetivo de cualquier criador”, dice Alberto. La meta es alcanzar los 200 kilos por hectárea año; un desafío posible, ya que cuando iniciaron la reconversión del sistema estaban en 100 kg/ha/año y hoy alcanzan 140. “Todavía hay muchas hectáreas cerradas sin producir”, se entusiasma el jefe de la familia.

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Torito. Se seleccionan hijos de vacas con cuatro pariciones y, entre ellos, se eligen los que tienen 28 centímetros de circunferencia escrotal a los 12 meses de edad. Foto: Juan Manuel Fernández.

“gracias a la nueva tipificación de la ex ONCCA de Macho Entero Joven (MEJ), luego de dar servicio encerramos los toritos en un corral casero de engorde para su posterior venta a un precio similar al que vendemos los novillos”, explica Alberto.

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Centenillo empezando a brotar. Una variedad exótica que, por su adaptación al medio, ya se comporta como nativa y es muy útil para la invernada de novillos. Foto: Juan Manuel Fernández.

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Suplementación estratégica. La alimentación de novillos y toritos se basa en el pastoreo de grama rhodes más una ración proteica que se entrega directo en el piso. Foto: Juan Manuel Fernández

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Una pintura. Las futuras vaquillonas de reposición pasan el invierno sobre alfalfa, suplementada con ración. Por el tiempo que llevan de selección se dice que ya tienen “cara de Mayoraz”. Foto: Juan Manuel Fernández