Adictos al juego

Inadaptado y con problemas de alcohol, desorganizado e inestable, impulsivo, o con una personalidad globalmente adaptada. Son los rasgos básicos de los cuatro tipos de jugadores compulsivos.

TEXTO. OMAR SEGURA. FOTO. EFE REPORTAJES.

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Pedro es un hombre casado, trabaja, tiene dos hijos, se halla en la cuarta década de existencia y es de clase media; no puede vivir sin sus partidas de póker. Ana es un ama de casa de alrededor de 50 años, aficionada a las máquinas tragamonedas. Antonio ya se ha jubilado, tiene pocos parientes y su posición económico-social lo sitúa en la clase media-baja; su principal afición son las apuestas.

Son tres personas con diferentes realidades, pero con un problema en común: su adicción a uno o varios juegos de azar, los cuales han pasado a convertirse en un parte central, y a menudo dolorosa y traumática, de sus respectivas vidas.

Todas encajan dentro del perfil psicológico del jugador patológico, o ludópata, jugador compulsivo o adicto a los juegos de azar. Diferentes denominaciones para un trastorno que es más complejo de lo que aparenta y que ofrece muchas más facetas de lo que se pensaba hasta ahora.

“La ludopatía es la adicción psicológica o comportamental más vista en las consultas de atención primaria y de psiquiatría, una de las que conlleva consecuencias más graves para el individuo y la familia, y está presente en todas las clases sociales, independientemente del nivel de estudios e ingresos”, señala el doctor José Ángel Arbesú Prieto, coordinador de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.

Según Arbesú Prieto “el juego patológico puede asociarse a otros trastornos psiquiátricos como la depresión mayor, y la ideación y conducta suicida (sobre todo en casos de ruina) y a alteraciones afectivas, familiares, sociales y laborales.

“Los niveles de ansiedad suelen ser más elevados en los jugadores patológicos que en la población normal, y también son más frecuente en los jugadores síntomas psicosomáticos como cefaleas, insomnio, vértigo, dolores abdominales, dolor de espalda, explica el médico especialista en Salud Mental.

Aunque los ludópatas tienen puntos en común, el “retrato robot o identikit psicológico de los afectados por la adicción al juego puede variar considerablemente de una persona a otra. No todos los ludópatas son iguales ni tienen las mismas motivaciones para desarrollar su enfermiza conducta.

Los ludópatas no sólo pueden clasificarse de acuerdo a su perfil psicosocial (es decir en cuanto a su entorno familiar, nivel económico y actividad laboral) como los tres tipos básicos de personas que en líneas generales se corresponden con los modelos de Pedro, Ana y Antonio.

LAS CUATRO CARAS DEL MISMO PROBLEMA

Los jugadores compulsivos también presentan cuatro subtipos diferenciados, y relacionados con las características de su personalidad y grado de equilibrio emocional y adaptación a la sociedad, como han comprobado investigadores del Hospital Universitario de Bellvitge (IDIBELL) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

El juego patológico se ha definido como un fracaso progresivo y crónico para resistir el impulso de jugar, y en los manuales de trastornos mentales, se clasifica como un “trastorno del control de los impulsos”.

“Esta clasificación ha generado cierta controversia entre la comunidad científica debido a la elevada heterogeneidad que presenta este trastorno. Existen subtipos distintos de jugadores patológicos en los que no siempre la impulsividad es el rasgo más característico”, señala Susana Jiménez Murcia, coautora del estudio y coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge-IDIBELL, de Barcelona.

“Es necesario aplicar tratamientos diferenciados en cada subgrupo de jugadores patológicos para responder a las dificultades y necesidades terapéuticas específicas”, ha explicado la investigadora al servicio de noticias científicas SINC.

Los investigadores, que estudiaron los casos de 1171 personas, han identificado cuatro tipos de jugadores compulsivos, diferenciados por sus características de personalidad y psicopatología asociada. Su estudio ha sido publicado en la Revista Canadiense de Psiquiatría.

El Tipo I, “desorganizado y emocionalmente inestable”, presenta rasgos esquizotípicos de personalidad, alta impulsividad, abuso de alcohol y sustancias, alteraciones psicopatológicas y edad de inicio temprana, mientras que el Tipo II o “esquizoide” muestra alta evitación del daño, distanciamiento social y abuso de alcohol.

Por su parte, el Tipo III o “sensible a la recompensa” se caracteriza por elevados niveles de búsqueda de sensaciones e impulsividad, aunque sin alteraciones a nivel psicopatológico, en tanto que el Tipo IV o “de funcionamiento elevado” tiene un perfil de personalidad globalmente adaptado, sin trastornos por abuso de sustancias y sin alteraciones psicopatológicas asociadas.