Mujeres en Ciencia

La problemática económica bajo la perspectiva de género

(C) Analía Benigni - Comunicación científica UNL - El Litoral

“La idea de que la economía pueda ser feminista puede resultar extraña, en particular entre las y los economistas, acostumbrados a una ciencia económica sin calificativos. Sin embargo, la agenda de la economía feminista se propone cuestionar ciertos supuestos académicos presentes en la economía, ya que ésta no es monolítica. Hay diferentes escuelas en economía. Sin embargo, en la mayoría de ellas, la economía, tiende a pensarse como un saber que no tiene que involucrarse con perspectivas filosóficas o políticas, como es el caso del feminismo”, sostuvo Valeria Esquivel, licenciada en Economía (UBA) y Magíster y Doctora en Economía por la Universidad de Londres.

Esta charla-debate “¿Es posible una economía feminista?”, a cargo de Esquivel, se enmarcó en el ciclo denominado Mujeres en Ciencia, iniciativa de las Secretarías de Ciencia y Técnica y de Extensión de la UNL. El objetivo es que la comunidad científica y la sociedad conozcan sobre la problemática de género en el sistema científico-tecnológico argentino.

Supuestos subyacentes

“El mercado de trabajo funciona como si en realidad nadie tuviera cargas de cuidado. Si vos mujer o vos varón tienes la intención de ser un trabajador se supone que no tienes cargas de cuidado. ¿Esta situación dónde se observa? Se evidencia en la falta de licencias, en los horarios extendidos, en el trabajo en negro. Considero que el mercado de trabajo debería contemplar el hecho que tanto varones como mujeres tengan cargas de cuidado, es decir, lo que pretendemos es que puedan acomodar su trabajo remunerado a sus obligaciones no remuneradas”, indicó Esquivel.

Un estudio efectuado en la ciudad de Buenos Aires, en 2010, revela que las madres efectúan en un 60% el cuidado de los niños y adolescentes; mientras que otras mujeres del hogar u otras mujeres no residentes en el hogar lo efectúan en un 16%. En lo que respecta a los padres, éstos lo realizan en un 20%, otros varones del hogar en un 1% y varones no residentes en el hogar en un 3%.

Este trabajo no remunerado, al interior de los hogares, es realizado mayoritariamente por las mujeres del hogar y es lo que posibilita la reproducción de la fuerza de trabajo: “Una pretendería que el trabajo al interior de la familia se distribuyera más equitativamente, pero es muy difícil intervenir sobre los hogares”, reflexionó Esquivel.

Imagen del científico/a

Un estudio que analiza 300 publicidades emitidas por diferentes canales de televisión, durante enero y febrero de 2011, realizado por el Consejo Nacional de las Mujeres y la Universidad de Quilmes, mostró que “los varones siguen siendo la voz del saber y las chicas (siempre sin arrugas) las que barren, se perfuman o se preocupan por el yogur que mejor haga jugar al fútbol a sus hijos”.

“Este modelo de mujer representa una construcción social, en donde el lugar del saber, es un lugar masculino. Considero que es una homologación que todavía pervive en nuestra sociedad”, indicó Esquivel.

Además de la concepción de que quien hace ciencia es un varón, existe el aserto de que se desempeña en ciencias duras, trabajando en su laboratorio con tubos de ensayo. En este sentido, es preciso recalcar que dentro de las ciencias duras no se hallan incluidas todas las ciencias.

Mujeres excepcionales

“En el mercado de trabajo, las trayectorias de las mujeres aparecen más interrumpidas que las de los varones, sobre todo en el trabajo menor calificado. Entonces, en efecto hay costos cuando vuelves y quieres insertarte nuevamente en el sector productivo. En Argentina, las mujeres estamos en promedio más educadas que los hombres, sin embargo, aparecemos en menor medida en los puestos de decisión”, aclaró Esquivel.

“En la actualidad, lo que acontece es que llegan a los puestos de mando, sólo las mujeres excepcionales. Cuando los varones que llegan al poder no son sólo los excepcionales, sino una serie de varones con distintas cualidades. Lo que queremos es que para llegar a estos lugares de mando, las mujeres no se tengan que comportar como la trabajadora ideal, como quien no tiene cargas de cuidado. Si, al revés, varones y mujeres que llegan a puestos de dirección pueden hacer más compatible su vida familiar con el trabajo remunerado, me parece que va a ser más fácil tanto para varones como para mujeres la vida laboral”, concluyó Esquivel.