El director de “Feos, sucios y malos”

Ettore Scola cumple los 80

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Los filmes de Scola permiten a los espectadores hurgar por debajo de la superficie de las cosas. Foto: Archivo El Litoral.

El afamado director tiene en su filmografía títulos emblemáticos en la historia del cine, como “La familia” o “Una jornada particular”.

 

De la redacción de El Litoral

Las películas de acción nunca fueron lo suyo. Al director italiano Ettore Scola siempre le interesó más bien filmar en ambientes estrechos con el fin de que el espectador pudiera hurgar por debajo de la superficie de las cosas. “Rodar en un espacio cerrado me permite pisarle siempre los talones a mis personajes y a lo que piensan”, explicó alguna vez el cineasta, que hoy celebra 80 años de vida.

Hijo de un médico de Trevico, cerca de Nápoles, después de la escuela, Scola estudió medicina, aunque se pasó rápidamente a abogacía. Pero según contó una vez él mismo, ya en ese entonces trabajaba en cine, “y finalmente ganó el pulso esa pasión”.

Es así como en 1954 comenzó a trabajar como guionista para directores como Mauro Bolognini y Dino Risi. La comedia negra “Dramma della gelosia - Tutti i particolari in cronaca” (“El demonio de los celos”), dirigida por él, con Marcello Mastroianni y Monica Vitti en los papeles principales, le significó el primer gran éxito en 1970 a los casi 40 años.

Desde entonces, Scola llevó a la pantalla grande más de 25 películas. Con “Brutti, sporchi e cattivi” (“Feos, sucios y malos”) logró en 1976 llevarse la Palma de Oro en Cannes al mejor director. Sin miramientos ni sentimentalismos, Scola retrató la vida de una familia numerosa en un barrio pobre de los alrededores de Roma. “Nada da esperanzas en la película de Scola, ni la Iglesia, ni la familia, ni la clase”, comentó un crítico sobre esta obra neorrealista, según recuerda EFE.

Espacios limitados

Uno de los distintivos de Scola es su predilección por los espacios limitados. Es así como el escenario de “La famiglia” (“La familia”) de 1987, sobre la historia de tres generaciones, es una intrincada vivienda en las afueras de Roma. Y también su inolvidable película “Una giornata particolare” (“Una jornada particular”), con estrellas como Marcello Mastroianni y Sophia Loren, se desarrolla casi íntegramente en los escasos ambientes de una vivienda romana.

Por ese estudio sutil de dos existencias aisladas por el fascismo, Scola obtuvo en 1977 el premio especial del jurado en Cannes y una nominación al Oscar a la mejor película extranjera. También aquí, Scola cuenta la Historia con mayúsculas desde la óptica de dos personas simples. “Nunca quise contar desde la óptica de los poderosos, se trate de Hitler, Mussolini o Luis XVI”, explicó alguna vez el cineasta.

Su obra maestra fue “¿Che ora è?” (“¿Qué hora es?”), de 1989. En una lluviosa tarde de invierno, un padre busca recuperar lo que nunca tuvo con su hijo. Los dos -maravillosamente interpretados por Marcello Mastroianni y Massimo Troisi- hablan mucho y se comunican poco. Recién en el bar al que suele ir el hijo, cuyos parroquianos parecen una familia sustituta, surge la envidia del padre y vence la timidez. Con frecuencia, la dura realidad se mezcla con lo cómico. Así sucede también con su última película, “Concorrenza sleale” (“Competencia desleal”), con Gerard Depardieu, sobre dos comerciantes judíos en tiempos del fascismo que libran una guerra personal.

Como hombre de izquierdas convencido, para Scola el cine siempre fue político: “Debido a su masividad, por el contacto con las masas, porque se dirige a un gran público”. Al igual que su colega Mario Monicelli (1915-2010), no cree sin embargo en el poder transformador de su arte: “Las películas pueden hacer pensar y soñar y contribuir a hacer mejor la vida, pero no la cambian”.