Una vida de siempre volver a empezar

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Alejandra Romero Niklison

Esta abogada santafesina se puso al frente del juicio que -en Tucumán- condenó a prisión perpetua a Luciano Benjamín Menéndez por el homicidio de su madre, junto a otros militantes montoneros. Desde hacía años buscaba la verdad y la justicia, y lo sigue haciendo desde la Secretaría de Derechos Humanos.

TEXTOS. MARIANA RIVERA. FOTO. GUILLERMO DI SALVATORE.

BUSCAR LA VERDAD. “El juicio fue algo sobre lo que venía peleando, luchando, estudiando, capacitándome desde hacía muchos años. Creo que la elección de mi profesión, en parte, tenía que ver con esta búsqueda de la verdad y de la justicia, no por este hecho personal sino más una lucha general y como construcción de la democracia. Para mí fue muy importante porque lo pude compartir con mis hijos, de 9 y 5 años. Hicimos el pedido al tribunal porque tenía que ver con la construcción de sus identidades y sus historias personales ya que los hechos que se estaban juzgando se relacionaban con sus abuelos. Fue la primera vez en el país que se permitió que estuvieran en la sala de audiencias menores de 18 años”.

PRIMERA TESTIGO. “Estuve en el juicio como abogada querellante y parte: fui la primera testigo en declarar. En el alegato sólo hice el pedido de pena, ya que el resto era demasiado para mí. Sola me fui poniendo los límites porque creo que los juicios sirven si nos hacen bien, tanto a las víctimas como a los familiares”.

DOLOR Y GRATIFICACIÓN. “Como familia fue muy importante el juicio porque estuvimos juntos en todo este proceso, por más que es doloroso recordar y revivir. Después fue totalmente gratificante y nos sirvió para seguir para adelante. Viajaron a Tucumán casi todos, excepto mi abuela Alda, de 87 años, quien también declaró pero por videoconferencia. Para ella también fue muy importante. Hizo todo lo que tenía que ver con la búsqueda de la verdad y la justicia y, sobre todo, por una cuestión social. Los medios se habían encargado de divulgar el hecho como un enfrentamiento, decían que había muchas armas en mi casa y que ellos les habían ‘llenado la cabeza’ a los tucumanos. Se probó ante un tribunal de la democracia que no había ningún enfrentamiento, que los fusilaron, que en mi casa no había armas, que sí pensaban distinto y que querían la construcción de un país mejor pero no era la forma de solucionar esa divergencia ideológica, política y de construcción de país. Que se supiera la verdad y que se dijera la verdad significó limpiar el nombre de su hija”.

APORTE PROFESIONAL. “Trabajo en la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia y desde hace unos años estoy coordinando el equipo de la Dirección General de Investigación, Apoyatura y Seguimiento de Causas de Lesa Humanidad en Santa Fe. Aportamos pruebas documentales y testimoniales en las causas de la provincia. Cuando encontramos hechos nuevos que nunca fueron denunciados, si bien tendríamos la obligación de hacer la denuncia a la justicia federal, previamente hacemos un contacto con la familia porque implica una denuncia penal, un juicio que se va a llevar adelante, y hay que ver si la familia está en condiciones y quiere hacer esta búsqueda de la verdad. Esto tiene que ver con el hecho de que muchos de los que trabajamos en esta Secretaría tenemos relación directa con la temática y sabemos lo que implica y se siente”.

MILITANCIA. “Cuando se creó la agrupación Hijos en Santa Fe formé parte, en los comienzos, pero después me pareció que ese espacio no era el que yo estaba buscando para seguir esta lucha por la búsqueda de la verdad y la justicia y dejé de militar, aunque seguí aportando cosas desde el lugar que uno considera que es el ideal en cada momento”.

SIEMPRE EMPEZAR. “Tuve una vida de empezar constantemente. Nací en Tucumán en 1974. Cuando tenía un año y medio la asesinaron a mi mamá en nuestra casa, y empecé una vida en la clandestinidad. Esos meses me quedé con mi papá pero también en varias casas de amigos suyos, compañeros de militancia, adonde me escondían. Todas esas familias son mi familia ahora también: declararon en el juicio y pude restablecer los vínculos con ellas. En agosto de 1976 me trasladaron a Santa Fe a vivir con familiares: mis tíos y mis primos y fue un empezar de nuevo. Se construyó un cerco de amor que fue lo que me preservó y me ayudó a criarme con amor, en familia, en paz, en una misma casa. Eso para mí fue muy importante: creo que me permitió ser -en parte- la persona que soy, haber podido llevar adelante mis estudios, tener una carrera universitaria, con mucho sacrificio y trabajando. Creo que fue la base para consolidarme como persona”.

NO CORRER RIESGOS. “Siempre me habían dicho la verdad (que ellos no eran mis papás) pero por una cuestión de seguridad no me habían relatado bien lo que había pasado ni lo relativo a la militancia de mi mamá. Creía que había muerto en un accidente. Era riesgoso porque Santa Fe también estaba bajo el régimen militar y tenía desaparecidos. Seguí en contacto con mi papá”.

NUEVA VIDA. “Cuando volvió la democracia, mi papá se vino a Santa Fe para restablecer esto que quedaba de la familia. Al tiempo nos fuimos a vivir juntos y fue un comenzar de nuevo. Implicó cambiar de escuela, de amistades, de barrio. Tenía casi 11 años y fue duro para mí empezar de nuevo. Tuve que ocupar roles como cocinar, lavar y hacer cosas de la casa. Hasta entonces sólo tenía las responsabilidades de la edad. Fue un crecimiento de golpe pero son las cosas que a uno le toca vivir; no lo voy a cuestionar. Uno aprende y con sus hijos valora. Como madre trato de trasladarle a mis hijos los valores que a mí me quedaron: la militancia de mis papás. Trato que ellos lleven en la sangre estos valores de solidaridad, de ver el sufrimiento de los demás para que sepan valorar la vida que tienen y que puedan dedicar su vida en pos de que todos tengamos los mismos derechos”.

jUICIO EN TUCUMÁN

El juicio, conocido como “Romero Niklison”, fue el proceso que investigó el presunto fusilamiento a sangre fría de un grupo de jóvenes militantes de origen peronista Montoneros. Los hechos ocurrieron el 20 de mayo de 1976 en una casa del barrio Echeverría, cuando la dueña de casa, María Alejandra “la sueca” Niklison (mamá de Alejandra), mantenía una reunión con otros cuatro integrantes de Montoneros.

PRISION PERPETUA

El 23 de marzo de este año se leyó la sentencia de este juicio. El ex jefe del III Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez fue condenado a la pena de prisión perpetua por “homicidios doblemente agravados y violación de domicilio”, y siguió cumpliendo prisión domiciliaria.

OTRA ACTIVIDAD

“Trabajé en la elaboración del libro ‘Historias de Vida. Homenaje a militantes santafesinos. Aportes para la construcción de la memoria colectiva’, en sus dos tomos. En el primero hice la historia de mi mamá y en el segundo tuve mayor participación. Muchas familias que contactamos para hacer el libro nos dijeron que no estaban en un momento para ponerse a conversar, escribir ni a buscar cosas sobre este tema. Respetamos esa voluntad”.

SOLIDARIDAD

“Como abogada trabajo en cuestiones relacionadas con esta temática. Colaboro con la gente que no tiene recursos: ayudo con las leyes de indemnización y los trámites judiciales conexos, como la declaratoria de herederos, la sucesión, y otras cosas que se necesitan. Lo hago en forma gratuita, por un compromiso con estos temas”.

así soy yo