EDITORIAL

La hora de las urnas

La campaña electoral ha concluido y mañana los santafesinos deberán elegir a los candidatos para las elecciones a gobernador, legisladores, intendentes y concejales previstas para la última semana de julio. Fue una campaña electoral ordenada, con ofertas electorales aceptables y con un nivel de debate que no derivó en la agresión y mucho menos en la violencia.

Asimismo, debemos evaluar de modo positivo la calidad de nuestro sistema político. Partidos y coaliciones se han esforzado por presentar a sus mejores dirigentes, a los que se supone que son los más representativos e idóneos. Desde ese punto de vista, el régimen de internas abiertas, simultáneas y obligatorias aprobado en Santa Fe ha sido provechoso, no sólo para la clase dirigente sino para la sociedad, que dispondrá de la oportunidad de seleccionar a los candidatos del partido o coalición que mejor le parezca sobre la base de una oferta amplia y matizada.

Para estos comicios se estrena un flamante sistema electoral que ha despertado expectativas y aprensiones simultáneamente. Expectativas, porque es un ordenamiento jurídico que significa un avance desde el punto de vista de la transparencia electoral, y aprensiones, porque a pesar de los esfuerzos desplegados en las dos últimas semanas, se supone que no se ha dispuesto del tiempo necesario para explicarle a los ciudadanos las modalidades del sistema.

El debate abierto en la Legislatura entre los partidarios de la nueva ley y sus críticos se superpuso, en este caso, con el debate acerca del momento más adecuado para aplicar un sistema que no es excesivamente complejo, pero que es muy diferente del tradicional y puede, por lo tanto, confundir a ciertas franjas del electorado, sobre todo a las menos informadas o a las que disponen de menos recursos para acceder a este tipo de conocimientos.

De todas maneras, la gente va a ir a votar y atendiendo al grado de desarrollo del sistema político provincial, a los niveles de participación de los militantes y a la propia densidad de la sociedad civil, hay buenos motivos para ser optimistas y suponer que la mayoría de la gente logrará emitir su voto sin mayores inconvenientes.

Es necesario insistir acerca del compromiso de los ciudadanos a la hora de seleccionar sus candidatos.

El derecho a elegir y a ser elegido es una conquista a la que la sociedad no accedió espontánea ni gratuitamente. Desde la ley Sáenz Peña, sancionada en 1912, a la fecha, se estima que votar es un deber y un derecho. Esto quiere decir que los ciudadanos disponen del derecho a elegir, pero al mismo tiempo tienen la obligación de hacerlo porque con sus actos participan de la construcción del orden político.

En la Argentina, diferentes generaciones han luchado para disponer del derecho a votar. Ahora que este derecho se ha consolidado, es importante que el desarrollo de nuestra cultura cívica permita incrementar la participación popular y la calidad de la selección de candidatos.