IGNACIO GUTIÉRREZ ZALDÍVAR

“Hay que comprar con audacia

y vender con paciencia’’

“Hay que comprar con audacia y vender con paciencia’’

También es autor de libros dedicados al arte de los aritstas argentinos y monografías de pintores nacionales.

Foto: PABLO AGUIRRE

 

El fundador y director de la galería Zurbarán llegó a Santa Fe para brindar una charla sobre “Cómo invertir en arte’’.

 

DE LA REDACCIÓN DE EL LITORAL

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Llegó el jueves a Santa Fe y en el Business Center de Los Silos Hotel impartió su experiencia que tituló “Cómo invertir en arte’’. Se trata de Ignacio Gutiérrez Zaldívar, el fundador de la galería Zurbarán. Nació en Rosario, estudió con los maristas y jesuitas y egresó de la Universidad de Buenos Aires como abogado.

Para él, el arte es un refugio en las inversiones financieras y junto con los metales como el oro y la plata en los últimos años, se ha valorizado de manera extraordinaria. Su consejo es comprar con audacia y vender con paciencia, y lo fundamenta: “En países con alta inflación como la Argentina siempre las inversiones han sido especulativas: comprar dólares y venderlos en un plazo de treinta días, comprar acciones. Siempre el argentino ha hecho inversiones a corto plazo. Hay que comprar con audacia: no comprar lo que todos compran porque seguramente te va a salir más caro; y vender con paciencia, que no te apresures a vender las cosas. Un ejemplo: si yo viviera en Santa Fe me compraría cuadros de Supisiche porque hay muchos, si yo lo compro a 5.000 pesos y viene alguien me lo quieres pagar 6.000 digo que no, venderlo con paciencia: pedí 10 mil y cuando haya 10 mil alguien te lo va a comprar’’.

El Daneri

Frente a la pregunta sobre su experiencia vuelve a su primer cuadro, un Daneri, que adquirió a los 13 años, “antes de estar pupilo en la Inmaculada”, recuerda.

“En casa no había mucho dinero pero siempre había plata para estudios y cada tanto para comprar algún cuadro barato, nada que costara más de 2 mil pesos de hoy, y yo tenía siempre ganas de tener cuadros que no me hubieran regalado ni mis padres ni artistas. Un día fui al Banco de Remate donde la gente se peleaba por los cuadros, se vendían muy baratos. El arte argentino no valía nada, estoy hablando del año ‘64, el arte que valía era el europeo. Yo tenía que dejar el 30 por ciento de seña y tenía exactamente el 30 por ciento de seña. Me volví caminando a casa porque no tenía ni para el cole, y tuve 72 horas para conseguir la otra parte y ahí ya hubo pedidos a mis hermanos y mis padres”, recordó.

“Al poco tiempo de tener mi cuadro -sigue- ponerle un lindo marco, una chapita de bronce... apareció por casa el mayor coleccionista que tenía la argentina, el ruso Miretti, que era de Rosario, muy amigo de mis padres. Entró a mi cuarto, ‘cómo vos tenés este cuadro’, dijo, porque era el cuento de que el chiquilín había comprado un cuadro. Era un Daneri”. Miretti me lo quiso comprar, yo no quise, hasta que mi padre me convenció de que lo haga. “Se ve que tenés ojo”, me dijo, y así empezó toda la historia.

—Mencionó que el arte argentino no valía nada ¿ cuándo cree que empezó a valer?

—Yo creo que sigue valiendo nada, tiene valor del primer mundo y precios del tercer mundo. Hace 48 horas se vendió un cuadro de Fader de 1 metro por 1,80 que yo vendí hace 25 años en 12 mil dólares y se vendió en 180 mil y para mí tendría que ser en un millón. Sigo pensando que en cuestión de precio, el arte argentino es muy barato. El mayor culpable soy yo, como me encanta comprar... si no dejaría de poder comprarlo; como ahora han costado poco, pude comprar miles de cuadros.

Más adelante el “promotor de arte argentino” comentó que si compra mil obras al año vende 700, “me quedan 300, esas 300 son mi mejor negocio. No las que vendí sino con las que me quedé. Cuando mi contador está feliz, porque gané mucho en los papeles, yo estoy triste porque he vendido demasiadas obras”.

Por último, sostuvo que ve con tristeza que Santa Fe, “que siempre ha tenido grandes artistas y los tiene, no tenga un mercado de arte”, y recomendó a los santafesinos que “en vez de comprarse tantas cuatro por cuatro que se compren un cuadro, un cacho de cultura siempre viene bien”.