Permiso pido al permiso

Federico Aguer

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La semana comenzó con la apertura parcial a cuentagotas del cupo de trigo. El lunes, se autorizaron 200.000 toneladas del cereal de la actual campaña para exportar, a todas luces una cifra muy por debajo de lo que se había estimado para tal fin. Teniendo en cuenta la necesidad de vender casi la mitad de la campaña pasada, la cifra resultó una vez más- tristemente irrisoria.

El hecho, volvió a la vida a la Comisión de Enlace de Entidades Agropecuarias, la que debió sacudir la modorra y los resquemores internos a través de un parte de prensa en el que reclamó “acciones inmediatas” para solucionar “definitivamente” la grave problemática de la comercialización del trigo en nuestro país.

El argumento oficial se escuda en unas 4 millones de toneladas que los productores siguen sin declarar. De hacerlo, “se podrían autorizar mayores ventas externas sin comprometer el abastecimiento interno”. Por eso, analizarán en 15 días si habrá más exportaciones, a la vez que podrían adelantar cupo para la nueva campaña.

Si el plan era proteger la mesa de los argentinos, está claro que el tiro les “salió por la culata”. Ahora bien, si el plan era aceitar los mecanismos para una mayor recaudación encubierta con un discurso para la tribuna, tuvo mayor eficacia.

“El 78,4% de las exportaciones de trigo fueron realizadas por muy pocas empresas multinacionales y un 21,6% corresponde a empresas nacionales, dentro de las cuales participan marginalmente las cooperativas y algunas empresas nacionales”, continúa el comunicado ruralista.

La Bolsa de Rosario se sumó a esta crítica, argumentando que el fortalecimiento de los mercados de granos debe surgir de sus propios usuarios. “No hacerlo implica arriesgarse a mayores distorsiones futuras, a acentuar aún más las deficiencias del marco regulatorio y, por ende, a alejar la posibilidad de un desarrollo genuino y equilibrado de los mercados concentradores”, afirmó Amuchástegui en el congreso de Maizar.

En este barullo burocrático, lo mejor sería liberar todas las restricciones al comercio exterior del cereal, las asignaciones de cupos a las ventas externas, los permisos para exportar y los ROES también llamados “permisos para pedir permisos”, con la finalidad de comercializar trigo y recuperar el mercado. Y en el mediano plazo, encontrar instrumentos y mecanismos modernos de organización del comercio de granos, “con reglas de juego que den previsibilidad, garantías de transparencia, calidad, participación y control”.

El esquema de trabas a la comercialización del trigo motivó la vuelta a la escena de la Comisión de Enlace, que pidió soluciones.