Brutal asalto en una casa de barrio Constituyentes

Un monstruo anda suelto

La víctima es una jubilada de 78 años. Fue maniatada y amordazada. Le envolvieron la cabeza con cinta de papel. El calvario duró 6 horas. Le robaron un cuantioso botín en dinero.

 

Danilo Chiapello

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Fueron 6 horas de terror verdadero.

Eran cerca de las 16 y la casa de calle Saavedra al 3400, en el corazón de barrio Constituyentes, lucía tranquila como siempre.

En su interior estaban la propietaria del inmueble, una jubilada de 78 años y su hija (de 51), la que padece graves problemas motrices.

De pronto sonó el timbre.

Quien acudió al llamado fue la dueña de casa.

Apenas si entreabrió la puerta unos centímetros cuando se topó con la primer sorpresa: parado en la vereda estaba un joven con un ramo de flores.

El sujeto (no mayor de 18 años) se identificó como empleado de una cadetería.

Un lobo disfrazado

—Vengo a traerle estas flores, le dijo a la anciana.

“Yo pensé que se trataba de un error. Quién le va mandar flores a una vieja como yo”, confió hoy la mujer.

Superado el primer momento la mujer se animó e interrogó al supuesto cadete.

—¿Quién me manda esas flores?

—Es un regalo anónimo... abuela, escuchó como respuesta.

Y con dicha frase el individuo dio por culminada su “actuación”.

Con una de sus manos tomó a la anciana del cuello y, de un empujón, ingresó a la casa.

“A vos te quiero agarrar”, bramó.

Como consecuencia de la embestida la anciana cayó al suelo.

Es de hacer notar que la anormal situación no pasó inadvertida para una hija de la mujer, la que padece severos problemas motrices. Aterrada por lo que estaba observando entró en pánico y sufrió una crisis nerviosa.

Pero lejos de amilanarse, el delincuente subió su apuesta. Entonces echó mano a una cinta de papel que traía consigo.

Con dicho elemento ató las manos y pies de la mujer. Luego le “envolvió” toda su cabeza, dejando apenas un espacio en la nariz para respirar.

Ya con la abuela en el suelo y en estado de indefensión absoluta, el sujeto unió con una cuerda las manos y los pies de su víctima.

A partir de entonces toda la vivienda quedó a su merced. El caco se dedicó a requisar cada uno de los ambientes. En su recorrida no dejó cajón sin abrir ni mobiliario sin revisar. “Tiró todo al suelo... dejó la casa patas para arribar”, precisó hoy la víctima.

Dueño de la situación el malviviente no apuró el paso y “trabajó” durante casi 1 hora.

El botín

La búsqueda llegó a su fin cuando el sujeto descubrió el lugar donde la mujer habría guardado una gruesa suma de dinero.

“Me llevó mucha plata... entre dólares y pesos”, se lamentó hoy la mujer.

Logrado su objetivo el delincuente escapó del lugar, dejando a la anciana y a su hija abandonadas y en una situación que comprometía seriamente sus vidas.

Así y todo la mujer sacó fuerzas para superar la situación. Haciendo “gusanito” logró arrastrarse hasta la puerta de entrada.

Claro que dicha acción no fue fácil. Recorrer (atada) los metros que separan el living hasta la puerta le insumió varias horas.

Una vez que llegó lanzó la segunda parte de su plan. Rozar su rostro con la estructura hasta liberar su boca de la cinta para embalar, lo que le permitiría gritar y pedir auxilio.

Y así fue...

Recién cerca de las 22 un jovencito (sobrino de una vecina) escuchó los lamentos que provenían desde el domicilio en cuestión. El adolescente comunicó la novedad a su madre.

Sin más la vecina acudió a la casa y descubrió a las mujeres atacadas.

Lo que siguió fue el lógico llamado a la policía y a los servicios de emergencias que se hicieron presentes al rato.

En reposo

Esta mañana la mujer (que es familiar directo de un ex-futbolista muy destacado años atrás en uno de los equipos de nuestra ciudad) permanecía guardando reposo en su domicilio, tratando de superar el mal trago.

Es de hacer notar que tamaña experiencia le dejó sus “huellas” en el rostro, cuello, manos y piernas.

Además por el frío sufrido (durante las horas que estuvo tirada en el suelo) debió superar un cuadro de hipotermia.

“Yo lo que pretendo es advertir para que a otros ancianos no les pase lo mismo. Que no le abran la puerta a extraños.

“Por favor que no salga publicado mi nombre”, pidió. “Es porque va a venir mucha gente y yo necesito estar tranquila. No quiero ver a nadie”, explicó.

Terminado el diálogo me despedí con un beso en la frente de las víctimas.

De esa casa me fui con dos certezas:

Esto fue una “batida”.

Hay un monstruo suelto en la ciudad.

Asalto Saavedra al 2400.pdf