Tribuna de opinión

La diferencia de votar con boleta única

Gerardo Scherlis (*)

El domingo 22 de mayo no fue un día más en la historia de las elecciones en la Argentina. Con la implementación de la boleta única, los santafesinos que concurrieron a votar ese día lo hicieron con la inusual certeza de que su derecho a elegir no se vería afectado por la ausencia de boletas en el cuarto oscuro. A su vez, todos los partidos y candidatos postulados, sin excepción, transcurrieron la jornada con la tranquilidad de saber que su derecho a ser elegidos no sería cercenado por el ocultamiento o robo de sus boletas en las mesas.

Los fiscales partidarios, por su parte, se encargaron en esta elección de controlar que todo se hiciera correctamente y de contar los votos a la hora del escrutinio. Ya no dedicaron, como solían hacer, ingentes esfuerzos a las mezquinas reyertas sobre la ubicación de su boleta en el cuarto, ni a intentar las habituales triquiñuelas de esconder o robar las boletas de los rivales.

Además, durante las últimas elecciones primarias santafesinas, no hubo quien le pusiera al votante una boleta en el bolsillo ni en un sobre y, por lo tanto no hubo nadie, ningún puntero o dirigente, que pudiera extorsionar a sus conciudadanos con la amenaza de una represalia por no votar de acuerdo con su directiva.

Ningún grupo pudo hacer el habitual negocio de quedarse con la plata que el Estado da a los partidos para imprimir las boletas, sencillamente porque el propio Estado hizo las boletas e imprimió una por cada votante (con un pequeño suplemento para casos excepcionales).

No hubo tampoco en esta elección listas colectoras o espejo que confundieran a los votantes, ni boletas pegadas que trataran de aprovechar la popularidad de alguno de los candidatos para elegir a algún otro.

Y lo más notable: al término de la elección, el 90% de los votantes manifestó su satisfacción por la nueva forma de votar, mientras los referentes de todos los partidos, incluso aquellos que habían mostrado desconfianza hacia la reforma, reconocían el importante avance logrado con ella.

Este logro resalta aún más a la luz de lo ocurrido una semana más tarde en La Rioja. Más allá del indiscutible triunfo del gobernador de la provincia, en la elección riojana se reiteraron las acostumbradas denuncias por robo y ocultamiento masivo de boletas, mientras que se intensificó el uso de las colectoras como artilugio para la confusión del votante.

Las diferencias entre la elección santafesina y la riojana pueden tener diversas causas, pero tienen sin dudas una principal: la boleta única, acompañada por un eficaz proceso de implementación, difusión y capacitación.

La boleta única no puede resolver todos los problemas del sistema político, pero sí hace, como se vio en las últimas elecciones en Santa Fe y como se ratifica si se compara con las elecciones en otras provincias argentinas- una gran diferencia en la calidad y transparencia del proceso electoral.

(*) Investigador asociado de CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) e investigador del CONICET

Terminada la elección, el 90% de los votantes manifestó su satisfacción por la nueva forma de votar y los referentes de todos los partidos reconocían el avance logrado con ella.