Exposición en el Centro Cultural La Ribera

Gabriel Villot: “el arte es un juego sin fin en el que sólo importa jugar”

Gabriel Villot: “el arte es un juego sin fin en el que sólo importa jugar”

“Guardianes de la luz”. Fotos: Gentileza producción.

“¿Quién soy yo, quién eres tú? Obras de Gabriel Villot. Volumen III” es el título de la muestra que se inaugura este jueves, a las 20.30.

 

De la redacción de El Litoral

Artista plástico, actor y músico. Villot es un multifacético y talentoso creador santafesino que, en lo inmediato, será protagonista de la próxima muestra en el Centro Cultural La Ribera que se inaugurará el jueves 9, a las 20.30, bajo el sugerente título “¿Quién soy yo, quién eres tú? Obras de Gabriel Villot. Volumen III”. Esta fue la excusa perfecta para sumergirnos en su universo: sitio fascinante en el que, de forma natural, los sólidos conceptos artísticos se entrelazan con la calidez de un sujeto entrañable. Reflexiones en torno del arte y el rol social del artista; posturas filosóficas y políticas; procesos creativos al desnudo; Santa Fe, esa ciudad en el mundo; su nueva exposición; y, claro, su vida son algunos de los portales mediante los que proponemos ingresar al mundo Villot.

Variaciones sobre el arte

“El arte es una búsqueda, una forma de tratar de alcanzar respuestas, de atrapar aquello que siempre se nos antoja que está ahí, esa utopía que le da sentido a todo. Es, al mismo tiempo, la enfermedad y el remedio, el agua que se escapa entre nuestros dedos cuando tratamos de saciar nuestra eterna sed. Es tratar de hablar del mar desde la orilla, sin lograr nunca entrar en él. El arte es un juego sin fin en el que sólo importa jugar”, sostiene en tono poético Villot instando a la reflexión constante.

Gabriel volcó su vida a este juego: en tiempos en que parecemos condenados a “perfeccionarnos” sólo en una actividad, él desafía el sistema incursionando en varios campos expresivos. Esta decisión nace de “una suerte de tormenta” que tiene adentro y que lo lleva a animarse y a aceptar retos que se le plantean: “Hay una cuota de desfachatez en mí, un grado de inconsciencia infantil, que me lleva a tomar esos desafíos como parte del mismo juego de la vida. Y desde este lugar en el que me he parado no me resulta disparatado hacer una u otra actividad. Todas forman parte de una lógica lúdica que con características distintas me permiten vivir otras vidas, crear otros mundos, hablar con las palabras de otros, inventar mi propia voz”.

En esta línea, Villot lanza una posición política: “creo que el rol del artista dentro de nuestra sociedad es mucho más importante que el que tenemos actualmente. En tiempos de consumo desenfrenado y de ansiedades sin límites, el arte (como la filosofía, creo) es la clave para comenzar a lograr un cambio. El cambio real comienza por la contemplación paciente y relajada del mensaje inefable que tiene cada expresión artística. Sé que es muy ambicioso pensar en la posibilidad de encontrar un momento de calma y reflexión en estos tiempos; pero no hay otra posibilidad”.

Por esto mismo, Villot no duda en afirmar que “el cambio en nuestra sociedad vendrá de la mano de los artistas comprometidos con su tiempo; nacerá de aquellos que nos ayuden a ‘ver’ la forma de mejorar este mundo”. El Estado juega un papel esencial a la hora del cambio: “es indispensable que se fomente la educación y la logística de la actividad artística. Es necesario abrir nuevos espacios, como también es importante fortalecer las instituciones en las que se imparte la enseñanza artística. Al mismo tiempo se deben crear canales de formación del espectador, porque el suyo es un rol activo en la sociedad”.

Retrospectiva, pero no

La exposición que se inaugura este jueves “es una muestra que hace mucho tiempo quiero hacer, algo así como una retrospectiva pero que no es tal. Combino trabajos de hace más de una década con otros más actuales”, explica Villot al ser consultado sobre la esencia de “¿Quién soy yo, quién eres tú? Obras de Gabriel Villot. Volumen III”. En esta línea, el artista continúa reflexionando: “en los trabajos que seleccionamos encuentro un hilo conductor formado fundamentalmente por preguntas que, creo siguen teniendo vigencia porque son inherentes a la esencia de lo que es uno. Es una invitación a la reflexión sin apuros; a observar y escuchar lo que las imágenes sugieren... pero eso es para el oído interno de cada uno y en el idioma que cada uno habla”. Pese a esto, Gabriel confiesa no tener realmente definido quién “es” su espectador: “no he pensado el target de mis ‘potenciales consumidores’ ”, arriesga esbozando una sonrisa y completa: “lo que sí hice siempre, por respeto a mí y a quien pudiera ser que se interese en algo de lo que produzco, fue trabajar al máximo de mis posibilidades, con la mayor coherencia y honestidad. Considero, sí, que quien recibe mis trabajos es una persona a la que no puedo ni debo subestimar”.

“Tal vez lo piense parecido a mí, con ganas de aceptar el juego que propongo, de hacerse él o ella misma las preguntas que formulo para buscar sus respuestas y hacerse nuevos interrogantes”. Cerrando este pasaje, y ligando la nueva propuesta artística con sus posturas acerca del rol del Estado en la cultura, Villot destacó “el vital apoyo que la Municipalidad de Santa Fe me brindó en esta iniciativa; es gracias a su Secretaría de Cultura que puedo exponer otra vez en mi querida ciudad”.

Académicamente intuitivo

Sumergidos en el proceso creativo, por ejemplo, los escritores rompen muchas hojas antes de dar a luz un libro y los músicos tachan y reformulan páginas pentagramadas; sin embargo, pese a considerarse extremadamente autocrítico, Villot no rompe papeles ni telas, y tampoco hace bocetos. La explicación es lógica y simple: “No rompo nada porque en mis tiempos de estudiante, en que todo escaseaba, aprendí a aprovechar los ‘errores’ y modificar la composición con los yerros. Soy un intuitivo con una formación académica. Sólo hago bocetos cuando voy a comenzar un dibujo de grandes dimensiones; para lograr una idea más limpia de lo que quiero transmitir”.

Esta lógica de producción lo llevó a ser “muy duro” con sus trabajos: “me cuesta mucho hacer cada dibujo, lucho continuamente con las idas y venidas de mi ego en cuanto a aceptar los resultados mientras lo voy haciendo. Cuando lo termino estoy diría que ‘enamorado’, pero al poco tiempo -horas o días- no quiero saber más nada con esa obra. Por suerte, o desgracia tal vez, mi autocrítica no impide animarme a poner en consideración de los demás, la producción en mi taller. De eso se tratan mis muestras”.

Sus parámetros artísticos de referencia siempre fueron muy contundentes: “siempre admiré a artistas ‘inalcanzables’. De niño, mirando los fascículos de las revistas de arte que compraban en casa, soñaba con pintar como Miguel Ángel, como Leonardo, Caravaggio, Durero; ese sentimiento lo sigo teniendo en la actualidad. Luego, a medida que me fui formando, comencé a incorporar diversos artistas, contemporáneos o no, que creo de alguna u otra manera influyen para bien en mis trabajos y en mi mirada hacia el arte. De Santa Fe tengo presentes a creadores como Zulma Palacín, Richard Pautasso, Nanzi Vallejos, Andrés Dorigo, Carolina Porral, Guillermo Hoyos, Ernesto Fertonani, Favaretto y Yeye Andino, entre otros. De otras latitudes admiro a Escher, Hopper, Mark Ryden, a Helmut Ditsch, Giacometti, Carlos Alonso, Roux y Antonio López”.

Encrucijadas reflexivas

La bitácora de vida posteada en su web personal indica que Villot “eligió estudiar artes plásticas cuando pudo hacerlo”. La referencia es llamativa y, al respecto, Gabriel explica: “cuando me di cuenta de que era quien tenía que decidir mi camino, elegí dedicarme a algo que no daba ninguna certeza de un futuro seguro en lo económico, que no tenía mucho prestigio y que implicaba un riesgo grande, ya que la carrera es cara, exige mucha dedicación y tiempo. En aquel entonces, tenía trabajos precarios y no podía contar con mucha ayuda económica de mi familia. Fue un momento crucial, pero seguí adelante porque, entonces y ahora, me di cuenta de que, para bien o para mal, no podía hacer otra cosa”.

La reflexión lo insta a tomarse una instantánea: “soy un hombre que nació en esta Santa Fe hace 46 años; crecí en Las Flores I, un barrio que era casi un pueblito de las afueras de la ciudad; me crié en una familia de trabajadores que le daban mucha importancia a lo cultural y a lo social, en una casa en donde nunca sobraron las cosas, pero nunca faltó lo importante. Crecí con mucho tiempo para el juego y la lectura, a la sombra de mis hermanos, talentosos en todo, con anhelos secretos de jugar en Unión, con Pumpido, con Alí. Estudié en una escuela rigurosa en épocas difíciles: el Industrial en tiempos de la dictadura. Sin llegar a ser malo, fui un alumno mediocre que se destacaba en lo gráfico”.

“Y en la adolescencia descubrí el mundo artístico de Santa Fe; fui a museos y a conciertos a ver a quienes luego serían mis maestros y mis compañeros de trabajo. Busqué la forma de entrar en el mundo de la cultura: canté en coros, formé parte de grupos de teatro, estudié en la Mantovani y expuse primero en salones para alumnos de Bellas Artes, y luego en muestras colectivas. Con el paso del tiempo, me afiancé en lo que soy: un artista de este lugar; que reparte su tiempo como puede con sus obligaciones (buscadas o no) y lleno de interrogantes. Que se anima a cantar y a exponer ‘como solista’, aunque me defino como un trabajador más del colectivo artístico de mi comunidad; y que creo aportar algo a los demás, dibujando o con mis demás actividades para mejorar el tiempo que nos toca vivir”.

Tras recorrer la Argentina y otros países, Villot afirma que Santa Fe es su lugar en el mundo: “es un lugar querible y posible de mejorar, para bien de cada uno de sus habitantes. Una ciudad llena de talentos y grandes creadores, alejada de la chatura que nos empeñamos en creer que tenemos. Una capital con un clima dulce y un tiempo que aún puede discurrir lentamente, como el agua de nuestros ríos, sin necesidad de trenes balas. Aquí está mi ‘idioma de infancia’ como dice María Elena Walsh, y ese secreto la ciudad aún lo comparte conmigo”.

En estos cruces de vida, Gabriel comparte el placer expresivo del arte con sus hijos: “con sus personalidades distintas como sus edades, los dos están siguiendo sus caminos en el arte. Gaspar más definido por lo musical, aunque es un gran dibujante, estudia en el Instituto Superior de Música de la UNL; Gastón es pura potencialidad, aún es temprano para decir en qué se definirá, pero por lo pronto se forma como violinista en la Orquesta de Niños. No sé si les he ‘trazado un camino’ como artistas, aunque sí les he inculcado la convicción de que el camino que se abran va a depender de que se preparen y sean curiosos. Creo que es una buena herencia porque hará que se cuestionen a sí mismos y a su entorno, buscando siempre la oportunidad para modificar lo posible y crecer, seguir creciendo”.

Una pincelada de vida

Villot estudió Artes Plásticas en la Escuela Provincial de Artes Visuales Prof. Juan Mantovani y, luego, en la de Diseño y Artes Visuales del Liceo Municipal de Santa Fe. Ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, algunas de las cuales realizó en calidad de representante de la provincia y la ciudad, en distintos lugares de nuestro país (Buenos Aires, Córdoba, Santa Rosa, Ushuaia etcétera), y en los dos últimos años en Europa, en la ciudad de Rouen, Francia, y en Neuchâtel y Fribourg, Suiza.

También fue y es parte de salones como el Salón Nacional de Dibujo y Grabado, Salón Municipal Manuel Belgrano, Salón Fundación Pro-Arte de Córdoba, Salón Nacional de Santa Fe, Salón Nacional del Mar (Mar del Plata), en los que fue distinguido en varias oportunidades. Integró el grupo Espinal, con el que realizó numerosas muestras por los principales museos del interior de la Argentina.

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“Escudo escolar patrio”.

+ información

Para conocer más acerca de la trayectoria y la obra de Villot se sugiere ingresar en su página web personal:

www.gabrielvillot.com.ar

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“El pingüino y la niña de rojo”.

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“El vuelo circular”.