Aniversario

Centenario de Edmundo Rivero

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El recordado y popular intérprete.

Foto: Archivo El Litoral

De la redacción de El Litoral

Lo apodaban, con precisión y cierto desdén, “el Feo”, pero a pesar de este atributo negativo y de un tono de voz a contramano de las preferencias de la moda, Edmundo Rivero, de quien hoy se cumplen 100 años de su nacimiento, descolló como uno de los grandes cantores de la historia del tango.

Guitarrista, cantor y compositor, Leonel Edmundo Rivero nació el 8 de junio de 1911 en Puente Alsina, aunque su infancia y adolescencia transcurrieron en los barrios de Saavedra y Belgrano.

Formado en la academia clásica del conservatorio de música, su voz de bajo tuvo que imponerse en la década dorada de los cantores de tango, poblada de barítonos y tenorinos, y lo hizo sobre la base de una personalidad avasallante, un modo de cantar extremadamente melodioso y una afinación perfecta.

De él quedaron infinidad de registros, algunos considerados inigualables, como su interpretación de “Yira, yira” o la versión de “Sur” que grabó junto a la orquesta de Aníbal Troilo Pichuco, de la que formó parte entre 1947 y 1950.

Sus inicios profesionales fueron con los hermanos De Caro, participando de las orquestas de José, primero, y de Julio, después, trabajando más tarde con Emilio Orlando y luego con Humberto Canaro.

Entre 1944 y 1947 es el cantor de la orquesta de Horacio Salgán, en un agrupación que multiplicaba sus rarezas y que ofreció fuertes resistencias y posteriormente lo convoca Troilo para remplazar a Alberto Marino.

A partir de 1950, ya consagrado luego de tres años junto a Pichuco, Rivero lanza su carrera solista, despuntando el vicio también de la escritura, en agrupaciones generalmente integradas por guitarras.

No sólo el tango canción sino también el estilo criollo y la milonga fueron marcas del canto de Rivero, que se transformó quizás en el máximo referente del tango lunfardo, dejando inigualables versiones del argot porteño.

En 1969 abrió el local de tangos “El viejo almacén” en Balcarce e Independencia, donde hoy a modo de homenaje la Academia Porteña del Lunfardo le impondrá su nombre a esa esquina del barrio de San Telmo en el centenario de su natalicio. Falleció a los 74 años, el 18 de enero de 1986 por problemas cardíacos.