El oficio de la memoria

Al barbero y sus hojas de afeitar, al afilador que recorría -y aún recorre- las calles en bicicleta, al telegrafista, a la telefonista, al colchonero...A los oficios de ayer, y a quienes los ejercían como forma de subsistencia, está dedicada la muestra que puebla el Museo Histórico Andrés Roverano, en Santo Tomé.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. AMANCIO ALEM

IMG_8322.JPG

la piedra del afilador.

No ocurrió todavía, pero es probable que alguno de los niños o alguna de las niñas que recorren la muestra “Los oficios del ayer”, en el Museo Histórico Andrés Roverano, de Santo Tomé, encuentren cierta relación entre los elementos que allí se exponen, las historias que los rondan y las imágenes con que se ilustran, con algún relato familiar. Es que algunos de los oficios que se describen bien pudo haber sido el medio de subsistencia de un abuelo o quizá de alguien aún más lejano en el tiempo.

Chicos y jóvenes son los principales destinatarios de la muestra que en adhesión al Día Internacional de los Museos y en el marco de las actividades conmemorativas de la Revolución de Mayo, abrió al público el 26 de mayo y continuará, en principio, hasta el próximo jueves en el edificio de Libertad 1620 de la vecina ciudad. Elsa Petit es la encargada de guiarlos en ese viaje en el tiempo que permite imaginar otra forma de vida, apenas algunas décadas atrás.

“Siempre sostenemos que el museo es un motor permanente de la memoria y tratamos de que la comunidad en general se interese y valore lo que tiene para poderlo apreciar y cuidar; en este caso tratamos de hacer algo que los chicos conozcan y que los mayores recuerden”, señala Petit. La muestra tuvo mucha aceptación, no solo por parte de la comunidad santotomesina, sino también de la región, “que ha trabajado con alguno de los elementos que se exponen, por ejemplo en el oficio de telegrafista o telefonista que muchos llevan en el alma”. Tanto que “dos señores -uno ex telegrafista del correo y otro del ferrocarril- vienen cuando nos visitan delegaciones escolares e interactúan con los chicos”.

OBREROS Y ARTESANOS

Los elementos, que son patrimonio del museo, están acompañados por imágenes que ilustran el oficio que éstos representan. Así, se ve una foto ampliada del afilador que recorría las calles de la ciudad.

Muy cerca, gana protagonismo una de las máquinas que más llama la atención de los chicos: la cardadora de lana que utilizaba el colchonero. “La lana apelmazada no era cómoda para descansar y el colchonero, con esta máquina que tiene púas, la abría y volvía a armar el colchón”, les dirá Petit a los chicos y seguramente a más de un adulto desconocedor de un oficio que ya no existe en épocas de materiales sintéticos.

Sobre la amplia mesa en la que se despliega gran parte de la muestra, está la máquina para levantar los puntos de las medias “que se habrá utilizado hasta la década del ‘60 o ‘70”. “En esa época era costoso reponer un par de medias así que se trataba de recuperar lo que se podía”. Un “huevo” de madera servía para facilitar el zurcido, y el dedal y el carretel de madera formaban parte del equipo básico de toda costurera.

Las bolsas de papel que fabricaban dos empresas de la ciudad y el molinillo para fabricar la manteca con su correspondiente molde de madera también forman aparte de este viaje a la historia cercana.

De la fábrica de vidrio que cerró sus puertas en 1994 queda mucho más que el recuerdo: instrumentos artesanales que se ocupaban para soplar el material, para trasladar las piezas, para estirar los pies de las copas o para hacer los “botones” de compoteras o carameleras permiten imaginar la exquisita habilidad que habrán desarrollado aquellos obreros.

La fragua del herrero, el tacho del lechero, el cinematográfico sillón del barbero -y las navajas y hojas de afeitar-, la máquina de coser y el conmutador telefónico también integran la exposición que acompañan decenas de elementos que permiten ambientar la ciudad de entonces, con sus trajes, vestidos y sombreros; sus muñecas de yeso y juguetes de madera; sus radios a batería y su vitrola.

Un viaje en el tiempo que vale la pena emprender, tanto para internarse en un mundo en el que la tecnología apenas comenzaba a insinuarse, como para reencontrarse con historias y objetos conocidos.

IMG_8347.JPG

fonografo con bocina.

IMG_8341.JPG

los elementos expuestos son patrimonio del museo.

IMG_8354.JPG

conmutador telefónico.

+info

LA MUESTRA

La exposición “Los oficios del ayer” estará abierta al público hasta el jueves próximo, de lunes a viernes en el horario de 8 a 12 y de 15 a 19, en la sede del Museo Histórico y Archivo Municipal Andrés Atilio Roverano, de Santo Tomé.