Psicología del conductor imprudente

¿Qué pasa por la cabeza de aquellos individuos que mantienen conductas de riesgo al volante? ¿Por qué se comportan de forma temeraria cuando se desplazan por calles y carreteras? Un equipo de expertos trata de averiguarlo.

TEXTO. MARÍA JESÚS RIBAS. FOTOS. EFE REPORTAJES

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“Una persona que cruza la calle por el paso de peatones es arrollada por un conductor que se da a la fuga. Un conductor muere al perder el control de su vehículo cuando circulaba al doble de la velocidad permitida. Se pasa un semáforo en rojo y se estrella contra un camión. Se sale de la carretera al intentar adelantar a otro vehículo por el lado derecho”.

Noticias como éstas son habituales en los informativos de la televisión y en las páginas de los periódicos, las que también informan -afortunadamente de manera muy esporádica- sobre conductores que ejercen uno de los niveles extremos de temeridad al volante al conducir varios kilómetros por una autovía en dirección contraria al sentido normal de circulación.

Son los denominados conductores “kamikaze”, que con su conducta suicida a menudo no sólo acaban con su propia existencia sino que ponen en peligro la de los demás conductores, quienes deben realizar maniobras muy arriesgadas para evitar una colisión con el desequilibrado al volante que “viene de frente”.

Sin llegar a estos extremos, que casi equivalen a jugar a la ruleta rusa con el propio vehículo como arma, hay una serie de conductores que se comportan de forma temeraria, intentando emular a los pilotos de Fórmula 1 en las calles urbanas o en rutas, o bien conduciendo bajo los efectos del alcohol.

¿Qué es lo que se cruza por la mente de estas personas? Es lo que intenta dilucidar un equipo de investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca (España) que desarrolla un proyecto de investigación destinado a analizar los procesos psicológicos que existen detrás de las actitudes de riesgo que se adoptan al conducir un vehículo.

El grupo intenta determinar las causas por las cuales un individuo que se halla al volante menosprecia su vida al realizar acciones arriesgadas como desplazarse a una velocidad excesiva, ingerir bebidas alcohólicas, o mostrar una inseguridad exagerada al conducir.

“La idea es analizar la parte emocional y cognitiva de las actitudes de riesgo”, según el profesor de Psicología Carlos Hugo Criado del Valle, autor principal de la investigación. Para su trabajo, los investigadores analizarán a las personas que acuden a clases en una autoescuela (establecimiento donde se enseña a conducir vehículos) para reeducarse, tras haber sido penalizados por violar las normas de tráfico o conducir de forma inadecuada.

LAS CAUSAS

El objetivo es evaluar su aspecto cognitivo y emocional, qué tipo de pensamientos, anticipaciones y creencias experimentan y ver cómo explican las actitudes de riesgo que han tenido, y que les han llevado a asistir a un curso de reeducación conductiva, según el servicio de información y noticias científicas SINC.

Primero, los investigadores estudiarán los procesos psicológicos de un grupo de jóvenes de entre 18 y 23 que, según las encuestas, son los que muestran más actitudes de riesgo, y los someterán a ejercicios experimentales que tratan de simular situaciones psicológicas a las que se puede ver sometido un conductor.

Después de poner a prueba los instrumentos de experimentación con un grupo de entre 20 y 30 personas jóvenes, la investigación pasará a efectuarse en las autoescuelas, su objetivo principal. Con este trabajo, los expertos pretenden sentar las bases para las futuras intervenciones psicológicas en las personas que presentan estas conductas de riesgo al volante.

De acuerdo a la psicóloga María del Mar González-Tablas Sastre, que participa en el proyecto, se ha comprobado que “la inducción de un estado de ánimo determinado modificaba ese tipo de pensamiento” asociado a conductas de riesgo.

“Si en una persona optimista se induce un estado de ánimo positivo, cree que todo lo puede hacer. Como consecuencia, minimiza los riesgos y piensa que no sucederá nada si bebe más de lo debido”, explica la especialista.

Por otra parte, si en una persona pesimista se induce un pensamiento negativo, creerá que no puede hacer nada. En cambio, si se le induce un estado de ánimo positivo, se le encarga una tarea y obtiene buenos resultados, ese pensamiento se modifica siempre que vea que se debe a su esfuerzo y no al azar”, agrega la psicóloga.

Según González-Tablas, “los pesimistas son más conservadores a la hora de conducir pero también más inseguros”, de manera que “las conductas de riesgo se pueden dar en las dos vertientes”.

EL FACTOR ESTRÉS

Además del perfil optimista o pesimista de la persona que conduce, otro de los factores que pueden influir en que desarrolle una conducción temeraria es la tensión nerviosa.

Según la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL), el estrés influye en un 15 a 20% de los accidentes de tráfico, llegando a duplicar y triplicar el riesgo de que ocurran, porque las personas estresadas se vuelven más competitivas al volante, aceptan mayores niveles de riesgo y velocidades y transgreden más las normas de seguridad.

Para reducir el nivel de estrés al volante, desde FESVIAL recomiendan a los conductores usar ropas holgadas, ventilar el vehículo, poner la radio para evadirse de los problemas y evitar hacer otras tareas además de conducir.

También les aconsejan no mirar constantemente el reloj durante un atasco, evitar fijarse una hora de llegada y comportamientos como tocar la bocina o realizar gestos hostiles a los ocupantes de otros vehículos o peatones porque generan más tensión nerviosa.

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