Un mano a mano con “Lechuga” en el Kempes

Alfaro: “A Messi lo veo contrariado e impotente”

El actual DT de Arsenal es comentarista de TV en la Copa América y habló de todos los temas con El Litoral: Colón, Unión, Rafaela y la Selección Argentina.

Darío Pignata

(Córdoba / Enviado Especial)

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A pesar de que él jura y recontra-jura que “sólo ese gran dirigente que era don Ángel Malvicino me llamó para agarrar el equipo después del descenso en el 2003”, el nombre de Gustavo Alfaro siempre “suena” en Colón y Unión. Ni qué hablar en Rafaela, donde es Gardel, Lepera y todos los guitarristas juntos. Claro que hoy, Arsenal de Sarandí es su mundo.

En su nueva función de técnico/comentarista de televisión para esta Copa América, este respetado “Lechuga” accedió como siempre a un mano a mano con El Litoral en la previa de Brasil-Paraguay y bajo el sol cordobés del Mario Alberto Kempes.

— ¿Cómo ves la Copa América hasta acá, Gustavo?

—Veo una Copa América donde a los candidatos históricos, Argentina y Brasil, les cuesta prevalecer. Y también a una selección que tiene una estructura muy sólida, como es Paraguay de la mano de Martino.

—¿Cuál es la explicación?

—Uno vio cómo crecieron algunas selecciones y recuperaron el nivel otras; entonces, la competencia es importante. Ya no hay equipos fáciles. Se recuperó Colombia, Paraguay está bien, Uruguay hizo un buen Mundial, Chile viene creciendo. Entonces, todo está parejo.

—En ese contexto se vieron dificultades importantes para la Argentina en los dos primeros partidos. ¿Qué le pasa a la Selección, “Lechuga”?

—No pudo encontrar nunca una solución a los problemas que le propusieron los rivales. No tuvo la capacidad para buscar un sustituto a la creación cuando a Messi lo marcaban y le quedó la creación a jugadores que están para otro tipo de funciones... pero no para crear. Argentina, en definitiva, terminó chocando una y otra vez contra la estructura defensiva de los rivales. Lo que se preveía que podía llegar a darse en los papeles previos, está lejos de lo que vimos hasta acá adentro del campo de juego.

Así, rodeados de colegas que esperaban su turno para entrevistarlo, la charla con Gustavo Alfaro ganaba en riqueza futbolística. Un café sin café, bien cargado de fútbol, sin vueltas.

—No te quiero condicionar en la respuesta, pero el miércoles en Santa Fe -más allá de la táctica, la posición, la estrategia- me dio la impresión de ver en Messi a un jugador que no es feliz adentro del campo. Al menos en este equipo y con esta camiseta.

—Coincido. Se lo nota contrariado... absolutamente contrariado e impotente, más que nada porque no le salen las cosas. Uno se dio cuenta de que él tenía una ilusión muy grande en esta Copa que se juega en la Argentina y ve como que otra vez esa ilusión se le está yendo.

—¿Cómo se soluciona este problema? Porque lo que está claro es que estamos ante la presencia de una complicación importante en una competencia corta.

—Es ahora donde debe actuar el cuerpo técnico y los compañeros para contenerlo, motivarlo y saber que en definitiva es el “as de espadas” que tiene este plantel. Hay que rodearlo de la mejor manera y decirle que tenga paciencia, porque llegará el momento en el que él será el más importante y llevará a la Argentina a la conquista de ese gran sueño que todos esperamos.

—Durante todo el año estás adentro de la cocina como entrenador y ahora ves la Copa de este lado, como comentarista. Desde un punto medio, ¿por qué trasciende tan fácil la recriminación y el insulto de Burdisso a Messi en la cancha de Colón?

—Lo que pasa es que diferencias hay en todos los órdenes y en todas partes del mundo. El problema es que las diferencias en el fútbol se transmiten por televisión. En una oficina, eso no pasa. En tu grupo de trabajo, tampoco: no salen al aire, porque las tenés cuando el micrófono está cerrado. Acá, en una discusión en la cancha, hay lecturas de labios, se dicen las cosas, trascienden, se hablan, se cuentan, se filtran, alguien las escucha y el fútbol tiene eso: las diferencias que uno puede tener en un campo de juego ahora se pasan por televisión con cámaras metidas en todos lados. Mucho más si se trata de Messi en la selección argentina.

“Unión no debe desarmarse”

“Unión —al igual que Rafaela— no debe entrar en la locura de desarmar un plantel completo. Hoy por hoy lo importante es intentar mantener estructuras que se puedan confirmar, porque uno se cree que hay muchas distancias entre Primera y el Nacional B. Si bien los escenarios son distintos y las estructuras son diferentes, a veces te creés que no tenés nivel, porque pensás que los tuyos no están a la altura de los demás, pero con el desarrollo del campeonato te das cuenta de que la distancia no es tal”, dice Alfaro.

Luego, “Lechuga” agrega en el mano a mano con El Litoral: “Esto no quiere decir que no hay que traer refuerzos, sino que los tenés que traer en lugares que son puntuales y donde uno busque experiencia o jerarquía, para darle el toque de calidad que la Primera necesita. Yo creo que lo fundamental es potenciar a dos equipos que por algo fueron los mejores, porque más allá de que Unión se cayó un poquitito al final, no hay que perder de vista lo mucho y bien que jugó en todo el campeonato”.

“Poné a Pastore la p...”

Anoche, con la cobertura de El Litoral y sus enviados especiales —estuvo Darío Pignata en Brasil-Paraguay y hoy estará Enrique Cruz (h) en Argentina-Costa Rica—, llegó la selección argentina a la ciudad de Córdoba para el trascendental partido de esta noche frente a Costa Rica en el Mario Alberto Kempes.

Si bien hubo aliento para los jugadores, se advirtió claramente la presión y los insultos para con Sergio Batista, el entrenador. Cientos de hinchas cordobeses —muchos con banderas de Talleres— insultaron cuando bajó el “Checho” del micro con el cantito de “Poné a Pastore, la p... que te parió...”.

El gobernador Schiaretti le dijo a El Litoral: “Debe jugar Pastore, no sólo porque es cordobés sino porque Messi está solo y sin socios”. Como lo informó este diario, la selección llegó de noche, gambeteó el contacto con la gente y suspendió el plan inicial de reconocer el estadio para evitar lo que pasó en la cancha de Colón, donde la gente desbordó todo por ver entrenar a sus ídolos.