Homicidio en Norte Unidos

“Lo mandaron a hacer una entrega”, declaró la hermana

“No sé si de droga o algo que se le parezca, y por ello tenía que recibir dinero, bastante dinero”, sostuvo la hermana de Joaquín Federico Ovando, asesinado de cuatro balazos el sábado 8 de enero. Hay tres procesados por el crimen.

De la Redacción de El Litoral

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El crimen de Joaquín Federico Ovando quedó parcialmente esclarecido con la detención y procesamiento del tercer implicado; aunque todavía no están claras las circunstancias en que se sucedieron los hechos. El temeroso silencio de los testigos ante la Justicia y las declaraciones de la hermana de la víctima sobre una posible “entrega” hacen presumir que una vez más un asesinato producido en Santa Fe lleva el sello de la droga y del mundo narco que asuela los barrios.

“A mi hermano lo mandaron a hacer ‘una entrega’, no sé si de droga o algo que se le parezca” y por ello “tenía que recibir dinero, bastante dinero”, dijo la joven ante el juez de Instrucción Sexta, Sergio Carraro. A su vez, a la hora de atar cabos, el juez se encontró con “un marcado manto de silencio respecto de circunstancias puntuales del evento”, según manifestó en el procesamiento dictado el pasado 26 de mayo.

La medida judicial alcanzó a Ángel Ariel Miranda, un albañil de 28 años, a quien se le atribuye el delito de “homicidio simple, agravado por el uso de arma de fuego y lesiones leves dolosas agravadas por el uso de arma de fuego”, en calidad de coautor. Por esos delitos el magistrado confirmó la prisión preventiva solicitada por el fiscal Nº 4, Juan Pablo López Rosas.

Coautor y encubridor

Previo a la captura de Miranda, fueron procesados el 2 de febrero Nicolás Germán Ramírez, de 19 años, a quien lo responsabilizaron del mismo hecho; y Juan Ramón Núñez, de 41 años, considerado como encubridor del homicidio ocurrido el sábado 8 de enero en el barrio Norte Unidos, en el extremo noroeste de la ciudad. Éste último recuperó la libertad bajo la modalidad de “sustitución de prisión preventiva”.

Tras el primer procesamiento, el abogado Iván Leguiza, defensor de Ramírez, apeló la medida, pero la Sala I de la Cámara de Apelación Penal confirmó el procesamiento el 18 de marzo.

Una vez vuelto de la Cámara el expediente continuó engrosándose con medidas complementarias, que derivaron en el procesamiento de Miranda y las demás modificaciones especificadas.

En base a informes bioquímicos de los rastros de sangre encontrados en el lugar del crimen, cotejados con la sangre de la víctima, se pudo establecer que un menor de edad que ese mismo día había ingresado con una herida de bala en el glúteo, había estado junto a Ovando cuando comenzó el ataque.

Manchas en la tierra.

El juez Carraro destacó la labor policial que “una vez en el lugar observa sobre la margen este de la calle Pasaje Público y a unos 30 metros al norte de la calle Pedro de Espinoza, una mancha roja sobre la tierra aparentemente de sangre, lugar donde fuera levantada la víctima, y a unos 50 metros al norte de dicha mancha sobre la vereda oeste se encuentran cinco vainas servidas, aparentemente calibre 22”.

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“Aguantame los fierros”

“Juan, aguantame los fierros que tuve un problema”, le habría dicho Nicolás Ramírez a Núñez, cuando junto a su cómplice Miranda lo visitaron la misma tarde del crimen. Estaba “todo transpirado y nervioso y tenía en sus manos una pistola tipo Bersa calibre 22 de color negro y en la otra mano una carabina del mismo calibre color negro con culata de madera”, se despachó ante el juez Sergio Carraro.

Tras la detención, Núñez declara que “esa tarde se encontraba en su casa junto a su familia”. Dijo que aceptó las armas, las metió en una bolsa y las escondió en un campo frente a su casa. Después supo de la muerte de Ovando, y de la responsabilidad que sus visitadores tenían en el hecho.

A pesar de las contradicciones y las acusaciones cruzadas, el juez Carraro pudo constatar que “los imputados Ramírez y Miranda llegan esa tarde a la casa de Núñez”, por lo que tampoco hizo lugar a los elementos de prueba presentados por la defensa de Miranda que pretendía hacerle creer que a la hora de la balacera había estado en Rosario, trabajando.