Te amo, te odio, dame más

El “efecto Santa Fe” en las elecciones a gobernador, dejó de manifiesto el marco de volatilidad política imperante y el rechazo a un modelo de gestión para la producción.

Federico Aguer

[email protected]

Según el kirchnerismo, “el campo” es atraso, reflejo de la vieja oligarquía vacuna, trabajo en negro y la antítesis más evidente al agregado de valor. El montaje de la muestra Tecnópolis en paralelo a la irritante exposición de Palermo (donde tampoco volvió a asistir ningún funcionario nacional) no fue casual.

Su representante provincial y candidato a gobernador recibió como premio a su incuestionable lealtad a la Nación, el abandono por haber cometido el imperdonable crimen de perder la elección. No fue así para Bielsa, quien corrió mejor suerte en los sufragios en el ámbito legislativo y fue recibida en Olivos con todos los honores.

La derrota de Rossi en las internas significó el certificado de defunción del justicialismo kirchnerista a nivel provincial, no así del aparato tradicional del partido, que en mayor o menor medida apoyó la candidatura de Del Sel.

Para una provincia mayormente “gringa”, forjada a fuerza del arado, la agricultura, la ganadería y las cadenas productivas que retroalimentan los circuitos productivos, la cultura del trabajo sigue siendo un valor más importante que la militancia política. Pese a ello, el fragor de 2008 tuvo su aspecto positivo: los productores adoptaron una actitud mucho más cívica a la hora de participar en la escena política.

Sabedores de ser responsables de la generación de gran parte de la riqueza utilizada para la política, los electores santafesinos ligados a la producción arrastran un malestar muy grande, con heridas abiertas en 2008 que todavía no cierran.

Esta semana, como corolario de este efecto dominó, el gobernador bonaerense Scioli gestionó la apertura del cupo exportador del trigo. Una movida poco efectiva para los chacareros, pero altamente ruidosa en la rosada.

La Federación Agraria se puso la protesta al hombro y encabezó los actos de los tamberos en San Francisco y en el puente Rosario Victoria para defender a los productores porcinos.

El reclamo agropecuario sube la temperatura y se tiñe de política en medio de una campaña crucial para la historia y -más aún- para el futuro. Urgen las respuestas.

Julián Domínguez le prometió a los chinos duplicar en Argentina la producción de alimentos en 20 años. Se hace difícil creer que se pueda lograr implementando un Programa Estratégico Agropecuario en el que no participan los productores, y en un país que profundiza el monocultivo de la soja por sus beneficios tributarios.