Rodolfo Sager Sutter, el colonizador del Oeste

Un bisnieto de este inmigrante de origen suizo investigó sobre los orígenes de su familia, la que aportó mucho a la tarea colonizadora de Teófilo Romang.

TEXTOS. DARÍO SAGER.

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Rodolfo Sager Sutter con su esposa; algunos de sus nietos mayores; sus hijos Augusto, Ana, Ema y Sofía; sus hijos políticos Luisa Bieri, Alfredo Béckley, Gregorio Mendoza y Alberto Berli.

En la mañana del 4 de marzo de 1856, y luego de realizar los trámites de rigor en su pequeño pueblo de Gränichen -cantón de Argovia- Suiza, con mucho dolor, la familia Sager dejó el suelo natal en búsqueda de la América de promisión.

Recién el 19 de marzo, Gaspar Sager con Anna Weber y sus siete hijos pudieron embarcarse en Antwerpen, Bélgica. Viajaron en el Packet (...). El navío era propiedad de la firma Pilgrims-Hanegraff, de Antwerpen, y estaba a las órdenes del capitán U. D. Untenhaven, un joven belga de 26 años.

Se apretujaron allí 214 personas, de las cuales 138 eran adultos y 76 eran niños. Tan habitual en aquellas interminables y casi terroríficas experiencias transa-tlánticas, este viaje también debió soportar tempestades.

Además, tuvieron escasez de agua potable, alimentos, enfermedades y hasta la muerte de un pequeño, cuyo cadáver fue arrojado al mar. Las peripecias de este cruce oceánico fueron narradas por el escritor Max Byland en su recopilación escrita en idioma alemán Vier Kasper wandern haus (“Cuatro Gaspares Emigraron”), obra que fue traducida al español por la escribana Yansi Juanita Huber a principios de 1980.

Tras 54 días de navegación, la mañana del 11 de mayo de 1856, el barco ancló en el puerto de Buenos Aires. Allí permanecieron algunos días hasta ser trasladados en otra embarcación por el río Paraná hacia Santa Fe, arribando el 24 de mayo de 1856. En la capital provincial se interiorizaron de las condiciones de colonización, recibieron víveres y partieron a campo traviesa rumbo a la naciente colonia Esperanza, donde llegaron el 8 de junio de 1856.

La documentación que presentaron a su ingreso al país decía que la familia estaba integrada por el matrimonio de Hans Kaspar Sager (54 años) y Anna Marie Weber (42), junto a siete hijos: Juan (20), Rodolfo (19), Alberto (15), Samuel (12), Teófilo (9), Rosalía (7) y María Anna (2). De esta familia descienden todos los Sager que habitan el norte santafesino: los de Romang, de Samuel; los de Colonia Sager, de Rodolfo, y así el resto.

EN LAS COLONIAS

Una vez que arribaron a Esperanza, se hicieron acreedores de una concesión, un rancho para vivir, algunos animales, también semillas y comenzaron el laboreo de la tierra. Todo fue duro, complicado, difícil. A ello se sumó la desgracia del fallecimiento de Rosalía: una pequeña niña que murió como consecuencia de la mordedura de una víbora yarará, ocurrida mientras buscaba leña para llevar a la cocina.

Eso fue sólo el principio porque tiempo después la víctima fue Alberto, cuando apenas tenía 20 años. Cuentan relatos ancestrales que mientras recorría el campo en peligrosa soledad fue sorprendido por una avanzada indígena, que lo atravesó a lanzazos.

La muerte de estos hermanos fue el altísimo tributo que los Sager debieron pagar a la colonización de Esperanza. Muy amarga experiencia vivió la familia en la tierra prometida por Aarón Castellanos. Para ellos, no fue venturosa ni mucho menos, porque le diezmó la familia de modo que sólo querían partir de allí. Tendría que haber en otras latitudes santafesinas un lugar donde rehacer la vida, mitigar los dolores y retemplar los espíritus en el trabajo y la perseverancia. Muy pronto dieron con la persona indicada.

Cuando Teófilo Romang decidió instalar el asentamiento poblacional que lleva su nombre -sobre las costas del río San Javier- entre los arroyos Malabrigo y Gusano, trajo consigo un grupo de gente que lo secundó en la cruzada. Al primigenio contingente se fueron añadiendo otros, ya que debía cumplimentar las cláusulas pactadas con el gobierno provincial al momento de suscribir el contrato de colonización.

DESPLIEGUE EN EL NORTE

Pero no todos los que llegaron a la incipiente colonia permanecieron en ella. Muchos sólo estuvieron en tránsito y se fueron a otras regiones de la provincia y aún del país. A su vez, otros formaron nuevos núcleos de familias para emplazar sus propias fundaciones: Juan Liechti, fundador de Berna; Gaspar Kaufmann, co-fundador de Las Toscas; Federico Sigel, fundador de Colonia Ella en Estación Malabrigo; Lorenzo Durán, fundador de Colonia Durán.

También varias familias que pasaron por Romang estuvieron integrando la nómina de primeros pobladores en otras fundaciones, que vieron la luz en el último cuarto del siglo XIX en el norte santafesino. Tal vez fue decisivo en ese protagonismo la ventaja de contar con el Puerto Malabrigo, un acceso sobre aguas del río Paraná, punto casi obligatorio por esos tiempos para ingresar a estas comarcas.

Asimismo, la experiencia acumulada por Teófilo Romang y sus compañeros de aventuras era de sustancial importancia para quienes deseaban abrir nuevas colonias en el norte santafesino. Atento a este despliegue, donde la colonia fundada por él fue la base y punto de partida para la mayoría de los emplazamientos gestados por la corriente suizo-alemana que siguieron, es que hacia 1980 el firmante de esta nota denominó Tierra de Colonizadores a la localidad de Romang.

APORTE DE LOS SAGER

En Esperanza, los Sager trabaron amistad con Teófilo Romang y él los motivó para que dejaran atrás ese lugar de infortunios y malos recuerdos. Fue así que invitó al viejo Gaspar, a su esposa Anna y a sus hijos Juan, Rodolfo, Samuel, Teófilo y María Anna. No dudaron entonces en aceptar la propuesta, buscando nuevos horizontes.

De inmediato se alistaron a las órdenes de este colonizador y formaron parte del grupo fundacional de la colonia Helvecia en 1865, y posteriormente del nacimiento de colonia Malabrigo -hoy Romang- en 1873. La permanencia de la familia Sager en Esperanza transcurrió desde mediados de junio de 1856 hasta principios de enero de 1865.

Esta familia y su descendencia aportó mucho a la tarea colonizadora de Teófilo Romang. Samuel Sager -el más conocido-, junto a su esposa Anna Frey, consolidó la estancia Las Flores, a unos pocos kilómetros al noroeste del casco urbano. También mandó construir una gran casona en el pueblo, donde vino a vivir en sus días de ancianidad. Teófilo Sager -por su parte- se ubicó en la zona noroeste del arroyo Malabrigo.

En tanto, Rodolfo Sager Weber junto a su esposa Bárbara Sutter y sus hijos Rodolfo, Anna y María Anna quedaron un tiempo en Romang. Sus otros dos hijos varones entendieron que había un gran panorama de acción en estas tierras virginales. Movidos por ese anhelo de progreso e independencia personal, decidieron emanciparse: eran Gaspar Sager y Teófilo Sager, que recibieron propuestas desde más al norte.

Se establecieron en la zona de lo que es hoy Ingeniero Chanourdié y Arroyo Ceibal, en el centro del departamento General Obligado. El norteño paraje rural Campo Sager es testimonio de su accionar, y aún atesora los cascos de las viejas estancias de Teófilo Sager y Gaspar Sager.

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Sager Sutter fotografiado junto a su esposa Ana Stirnemann.

Colonia cosmopolita

También la sangre criolla llegó como mano de obra para tareas rurales, dándose una armónica convivencia con los gringos y escasos aborígenes que transitoriamente pasaban por la colonia.

Con el paso de los años fueron sumándose nuevas familias que se afincaron en ese lugar, las que trabajaron por su consolidación: Acuña, Aguirre, Aquino, Argüello, Astier, Barco, Beca, Beckley, Bettig, Bieri, Buldine, Cainelli, Cian, Chicherit, Faccioli, Fontana, Gallardo, Gassmann, Guzmán, Holzer, Kaufmann, Lamela, Lamy, Locatelli, Maidana, Manattini, Maradona, Márquez, Meister, Mendoza, Muchiut, Passarino, Pinatti, Ramseyer, Rufanacht, Saravia, Scheidegger, Stirnemann, Sturón, Suligoy, Wagner, Wirz, Zampar, Zanel, Zbinden, entre otros apellidos.

Colonia Sager nació en el marco complementario de la gesta fundacional que llevó adelante el empresario helvético Teófilo Romang, cuyo verdadero nombre era Peter Wingeyer. Completaron la tarea de Rodolfo Sager Sutter en el oeste distrital romanense, sus primos Teófilo Sager y Samuel Sager (h), emplazando sus estancias en campos linderos hacia el norte. Las viejas casonas acusan el paso centenario y -en mayor o menor medida- están en virtual estado de abandono, a excepción de la que perteneció a Samuel Sager (h), hoy propiedad de Sandra Passarino Cian.

Esta colonia tampoco escapó al proceso despoblacional que afectó a las áreas rurales de la región a partir de mediados de 1975 y que se profundizó en los años ‘80 y ‘90. Hoy día en ese lugar vive poca gente, y un sólo descendiente del fundador reside allí: Rubén Alcides Sager, conocido fabricante artesanal de dulces y licores con recetas heredadas de los abuelos. El único descendiente de Rodolfo Sager Sutter que en la tierra de sus mayores prosigue la cría de ganado de genética -iniciada por el fundador de Colonia Sager- es su bisnieto y hermano del autor de esta nota, Dardo Rodolfo Sager.

La descendencia

Rodolfo Sager Sutter (hijo de Rodolfo Sager, nieto de Hans Kaspar Sager y Anna Marie Weber) se casó muy joven hacia 1888 con Anna Stirnemann. Con el apoyo de Teófilo Romang, la ayuda paterna y facilidades gubernamentales, adquirió alrededor de 1.400 has. de tierras en una franja de casi 11 kilómetros de largo.

El campo comenzaba a unos 15 kilómetros al oeste de Romang, donde este matrimonio procreó cuatro hijos, los que también se establecieron en la zona: Ana, casada con Alfredo Beckley, se radicó en Costa del Toba, en la Casa Rosada aún en pie, al oeste del arroyo El Toba; Emma constituyó su hogar con Gregorio Mendoza, siguiendo en la colonia que fundó el padre; Augusto, el único varón, contrajo nupcias con Luisa Bieri Bettig, residió en casa de sus padres, que se mudaron a Malabrigo.

Por último, Sofía contrajo matrimonio con Alberto Berli y se fue a vivir a Malabrigo con sus padres, en la casa que éstos habían comprado a Saturnino Rodríguez. Desde allí, Rodolfo Sager Sutter visitaba sus propiedades en la colonia, a la vez que participaba de la vida política y social en la incipiente Malabrigo (fue presidente comunal entre 1928 y 1929). En esa comunidad falleció el fundador de Colonia Sager, el 3 de diciembre de 1937. Sufrió un paro cardiorespiratorio luego del almuerzo, mientras tomaba un baño de inmersión. Su viuda lo sobrevivió casi 18 años, la mayoría de los cuales pasó en el hogar de su nieto Lorenzo Beckley Sager en Costa del Toba, donde murió el 16 de julio de 1955. Los restos de ambos están sepultados en el cementerio malabriguense.