Llegan cartas

Imposible

Publio Benuzzi.

Un pensador poético.

Imposible, todo me lo dice. Lo siento en el viento, lo veo en la flor./ Y si dentro mío a mi alma miento/ Me consume el llanto, me mata el dolor./ Sí/ Busco olvidarte, te recuerdo más./ No puedo alcanzarte,

porque lejos estás/ en mi alma triste, solo por lógica consecuencia,/ ¿Tú vendrás?/ Todo en derredor

es desolación, que llega, destruye, y hace sangrar./ Con sus mil espinas,/ la desilusión que es un grito ausente,

la desesperación./ En este/ Imposible, ya perdí la fe,/ junto a la vida, junto al amor./ Pero... tú sabes cuando yo te amé, este gran secreto,/ ahora: se llama ¡dolor!

Sin justicia

Dolly Campana.

L.C. 1.049.195.

Señores directores: Muchas veces leemos: “Llegué al hospital clamando por un médico por sentir que mi bebé estaba pronto a nacer; me pusieron en una camilla y ahí quedé clamando hasta que mi beba nació sola y de la camilla se cayó”.

Otras veces es alguien que desesperado reclama que en sus haberes jubilatorios existen errores de liquidación y lo que cobra no le alcanza ni para comer y nadie le lleva el apunte.

Otras veces he leído que un sujeto fue puesto entre rejas por robar pan y queso, porque sus hijos no tenían qué comer y él está sin trabajo. Lo guardan en una celda, de la cual ¡vaya casualidad! termina de salir un asesino que por pagar quinientos mil pesos de fianza está en libertad condicional.

¿En qué país vivimos? ¿Qué justicia tenemos? O será verdad cuando se dice ¡pase usted primero señor don Dinero! ¡Qué tristeza que se siga pensando así! Total, los pobres están acostumbrados a sufrir.