Puro sentir litoraleño

Entre chamamés y sapucay

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La actuación de Daniel Franich despertó el entusiasmo y los fervientes aplausos del público que siguió con entusiasmo cada una de las interpretaciones del músico. Foto: Pablo Aguirre

Con un importante marco de público, Daniel Franich presentó en ATE Casa España su tercer material discográfico “Zapateadores chamameceros” e interpretó con la magia de su acordeón temas del cancionero popular.

 

Silvia Mugica

De a poco, la sala fue colmando su capacidad en espera del artista oriundo de Villa Minetti, quien como gran protagonista de una de las típicas bailantas chamameceras, subió a escena junto a un puñado de amigos que engalanaron la velada. Osvaldo Lucero, en guitarra; José Ayala, en contrabajo; David Díaz, en guitarra y voz, y Arnaldo Pucheta, invitado especial venido desde Sauce, provincia de Corrientes, le hicieron “la segunda” al amigo y disfrutaron tanto como los presentes de ese encuentro.

Los primeros acordes presentaron al artista que naturalmente, como si se tratara de una reunión de campo, hizo hablar a su acordeón sin titubeos, con claridad y profundo mensaje musical. Primero él y los instrumentos, luego se sumó la voz de David Díaz y más tarde, la presencia de Arnaldo Pucheta también en acompañamiento vocal, fueron engrandeciendo la fiesta que parecía no darle fin a la alegría.

Su hablar pausado, sincero y descontracturado fue pincelando de emociones cada ejecución. Una perfecta narración sobre los sentimientos escondidos en cada una de las letras de los temas, fueran de su propia autoría o de otros, abría la puerta a ese recuerdo de campo, a las bailantas y esos patios de tierra, a esos paisajes y a su gente, a ese todo que encierra el autor y compositor en la complejidad de su obra. Y luego, cuando esa inspiración primigenia cae en manos del intérprete, como fue en el caso de Franich, es que el público agradece la continuidad talentosa e intuitiva hecha expresión de la mano de un acordeón.

No faltaron a la cita temas de Isaco Abitbol, Tránsito Cocomarola, Tarragó Ros y de Roberto Galarza, entre otros. Temas como “Alma guaraní”, “Volver en guitarras”, “Km 11” (cuya segunda parte fue cantada en guaraní), “Musiquero de campo”, “Puente Pexoa”, “Paraje Bandera Bajada” y varios temas más, despertaron instantáneamente el recuerdo en cada uno de los presentes que lo disfrutó a través del canto, del baile y de la eufórica irrupción a mitad de tema mediante sus aplausos.

Espontánea participación

En la intimidad de la sala, nada escapaba al oído del espectador, que saboreaba cada sonido, cada letra con profunda atención. En medio de ese clima de chamamés, rasguidos dobles, valseados, donde algunos más y otros menos tímidos se animaban a cantar los estribillos como si se tratase de una reunión familiar, también se animaron al baile Romina y Ariel, quienes formando parte del público se lucieron espontáneamente en un típico chamamé con cadenciosa impronta.

Notable fue la repercusión de temas de la autoría de Daniel, como “Mosca de verano” y “La roldana”, que hizo estallar en aplausos a la gente a mitad de las ejecuciones.

De pie fueron despedidos el artista y sus músicos, en una clara valoración de su obra y su talento. Sin dudas, una noche que formará parte de la creciente trayectoria del santafesino que no deja de representarnos en todo el país con su comprometido sentimiento musical.