Publicaciones

“Lo mejor de Ernesto Sabato”

1.jpg

Ernesto Sabato. Foto: Archivo El Litoral

En 1989 la editorial Seix Barral pidió a Ernesto Sabato que seleccionara lo que consideraba “lo mejor” de su obra. Nació así un volumen que incluye fragmentos de las novelas El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador, y de los ensayos El escritor y sus fantasmas y Apologías y rechazos, que ahora vuelve a publicar el mismo sello editorial.

“Cada crítico y hasta cada lector encontrará motivos valederos para reconvenirme. Pero ni ellos ni yo debemos malhumorarnos por tan poca cosa: el tiempo se encargará de realizar la verdadera y justa antología, si es que no concluye olvidando la obra entera entre montañas de polvo”, escribió en esa oportunidad Sabato.

Posteriormente a aquella fecha Sabato escribió Antes del fin y La resistencia, que no se incluyen para no contaminar la selección que el propio autor había realizado de su obra. Sin embargo, se añade, a modo de apéndice el prólogo escrito para el volumen Nunca más (conocido también como Informe Sabato) que introducía el informe de la comisión que investigó los crímenes cometidos por las juntas militares argentinas entre 1976 y 1983.

También se transcriben las palabras pronunciadas por Sabato en el homenaje a Jorge Luis Borges en la Bibliothèque Nationale de París: “Cuando todavía yo era un muchacho, versos suyos me ayudaron a descubrir melancólicas bellezas de Buenos Aires: en viejas calles de barrio, en rejas y aljibes de antiguos patios, hasta en la modesta magia que la luz rojiza del crepúsculo convoca en charcos de agua. Luego, cuando lo conocí personalmente, supimos conversar de Platón y de Heráclito de Éfeso, con el pretexto de vicisitudes porteñas. Más tarde, ásperamente la política nos alejó. Porque, así como Aristóteles dijo que las cosas se diferencian en lo que se parecen, en ocasiones llegan a separarse por lo que aman”.

A poco tiempo de su muerte, la obra de Sabato crece desterrando los prejuicios y mezquindades que atentaron a menudo contra su “prestigio”, ese cualidad que sustentada bajo requisitos espurios se constituye como el valor máximo para las cátedras y academias literarias occidentales de las últimas décadas.

Lo indudable es que su meta estuvo siempre lejos de toda frivolidad y esnobismo. En sus ensayos escribió: “Decía Donne que nadie duerme en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo, y que sin embargo todos dormimos desde la matriz hasta la sepultura, o no estamos enteramente despiertos. Una de las misiones de la gran literatura: despertar al hombre que viaja hacia el patíbulo”.