Ganados y carnes

La industria abrió el libro de pases

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¿Nacionalización?. Los interesados en hacerse cargo son empresarios que vienen del consumo interno, que pueden reducir las pérdidas operativas por su conocimiento del mercado local.

Foto: Archivo Campolitoral

 

Hay empresarios nacionales que están dispuestos a hacerse cargo de plantas que frigoríficos multinacionales pretenden negociar.

 

Ignacio Iriarte

En un reciente informe del Rabobank se muestra el alto grado de concentración de la industria frigorífica en los principales países ganaderos. Las tres empresas frigoríficas más grandes concentran el 66 por ciento de la faena en Estados Unidos; el 54 por ciento en Australia; 38 en Brasil; 30 en Uruguay; y sólo 11 en la Argentina.

En nuestro país, como consecuencia de la crisis ganadera y de la limitación a las exportaciones, estaría operando un efecto contrario, es decir, se estaría diluyendo la baja concentración que había hasta 2009, como consecuencia de que desde entonces tres de los cuatro grandes grupos brasileños y americanos han reducido mucho sus faenas o directamente han cerrado plantas por falta de ganado. Otro grupo de capital nacional, que posee diez plantas y que se dedica a prestar servicio, tiene dos plantas cerradas y sufre una baja muy fuerte en la faena de las restantes. Sólo uno de los grandes grupos brasileños ha reducido su faena en menor medida que la media general. En los años 2005-2008, dos empresas brasileñas y dos americanas llegaron a adquirir catorce plantas de faena, casi todas muy grandes (de las más grandes), especializadas en exportación. Ese proceso se interrumpió en 2008-2009, y más de una de ellas está pensando hoy cómo vender, ceder sin cargo, o salir de la mejor manera del negocio.

Interesados

Mientras tanto, hay empresarios nacionales que están dispuestos a hacerse cargo de las empresas, porque piensan que se trata de activos muy valiosos, que el negocio de exportación de carnes es cíclico, y que en algún momento esta situación adversa se dará vuelta y volverá a ser rentable exportar. Los interesados en hacerse cargo son empresarios que vienen del consumo interno, que pueden reducir significativamente las pérdidas operativas de estas grandes plantas especializadas en la exportación por su conocimiento del mercado local y que, además, en la mayoría de los casos tienen buenos contactos con el Gobierno, que vería con buenos ojos este proceso de nacionalización. Los que salen del negocio creen que esta difícil situación va para largo, porque el actual Gobierno será reelecto, la política ganadera no va a cambiar y porque creen que el faltante de novillos y vacas condicionará el negocio por muchos años más; los que absorben estas empresas piensan que algo deberá cambiar en los próximos años, y que se están haciendo dueños (por nada) de activos que en épocas normales valdrían cientos de millones de dólares. Es cuestión de achicar las pérdidas al mínimo vendiendo al mercado interno todo lo que se pueda y esperar. El tiempo dirá quién tenía razón.

Dispersión

Hay una enorme dispersión en los valores minoristas de la carne: pese a que la mayor parte de las carnicerías recibe la media res a valores que están entre 16 y 20 pesos el kilo en gancho, luego se ven precios al mostrador que para un mismo corte y de una calidad parecida, puede tener diferencias de entre 40 y 80 por ciento. Hay muchos cortes que valen entre 40 y 50 pesos el kilo, y esto parece un techo, pese a que todos los bienes y servicios suben todos los días. El pollo es por primera vez en la historia una opción económica, y hay mucho pollo entero (con agua y menudos) entre 9 y 10 por kilo, que hoy resulta una opción favorable.