Mujer de radio y feminista

Ana Fiol

Estudió Comunicación en Paraná pero desarrolló su oficio en Santa Fe. A fines de los ‘90 se autoexilió en Inglaterra y volvió para confirmar su lazo con una vocación que la vincula a su profundo interés por lo social.

Mujer de radio y feminista Mujer de radio y feminista
 

TEXTOS. LUCAS CEJAS. FOTO. PABLO AGUIRRE.

COMIENZOS. “Empecé a estudiar Comunicación Social en Paraná, mi primer trabajo fue en Radio Nacional a la vuelta de la democracia y también con Juan Carlos Tizziani. Cuando yo no sabía colocar la hoja en la máquina de escribir, él fue mi primer maestro. Luego trabajé en un par de diarios que no recuerdo el nombre y finalmente recalé en LT 10 durante los años ‘90. Es decir, estudié en Paraná pero mi vida profesional la hice en Santa Fe. Después hice ‘Mujeres de fin de siglo’, que fue mi primera experiencia personal. Me inicié con el ‘turco’ Alaniz, nos sentábamos en la misma mesa; el turco era flaco, joven y marxista, nos gustaba mucho el tango y conversábamos durante horas. Me acuerdo de compañeros como Marta Fassino, de Sansó de la Madrid, de Laura Osti que estaba por tener su segundo hijo. Trabajábamos en un galpón y bajo un calor impresionante, pero me gustaba”.

VOCACIÓN. “No tuve ningún referente, fue una vocación que encontré y que no andaba buscando. La vida fue muy generosa conmigo, mis padres no tenían nada que ver con el periodismo, no eran de izquierda ni intelectuales en absoluto. Yo hice mi vida desde muy jovencita, era una chica de pueblo y me tuve que ir a estudiar, porque ése era el mandato: o me quedaba en el pueblo o me iba a estudiar. A mi viejo le hubiese gustado más que yo estudiara para ser ingeniera química; de hecho traté de estudiar un año esa carrera. Pero lo mío era lo social, cualquier cosa que tuviera que ver con lo social: hubiera sido socióloga y, de hecho, estudié dos años Ciencias Políticas en Inglaterra y además tuve Sociología. Una cosa es estudiar de los libros y otra es aprender el oficio en los medios. Entonces, yo recuerdo como memorables a Jorge Conti, a Juan Carlos Tizziani; fueron tipos que yo respetaba. Me parece que lo que me fue enamorando del periodismo fueron las causas, la posibilidad de ser un mediador entre los problemas y el público, o sea las personas de verdad. Podés vivir en una burbuja o podés estar en el mundo. Y a mí me interesa el mundo. Un inglés me dijo ‘the eclecticism is the self-defeating’, el eclecticismo es la autoderrota. Pero bueno, siendo periodista podés ser muy ecléctico. Yo tiendo a centrarme y a buscar cuestiones más estructurales que son las que más me interpelan”.

AUTOEXILIO. “En 1999 me fui corrida por la gran depresión que me provocaba el menemismo; creo que fueron 10 años muy graves. Hay un libro que se llama ‘No me gustaría haber vuelto en los ‘90’, que me regalaron cuando ya estaba viviendo en Inglaterra y reflejaba toda esa época. Me fui de acá muy desilusionada con el periodismo, me fui con un techo, pero también quería ver el mundo, quería conocer el mundo. Mi hija tenía 10 años y mi hijo Jerónimo era un bebé. Me fui con mi segundo marido. Fue un proyecto familiar, una etapa de mucho aprendizaje; fue difícil vivir en un lugar donde hay otra cultura, otro idioma. Ellos son sajones y nosotros latinos. Son otras tradiciones epistemológicas, otras tradiciones filosóficas. Me fui a vivir a Londres que era la panza de la bestia del imperio. Bueno, después trabajé en laburos diferentes, algunos de ellos muy copados. Trabajé muchos años en una organización que se llama World Association of Christian Communication, en lo que se llamaba el programa nodal de estudio, sobre los derechos de tercera generación, que son derechos sociales y colectivos, por ejemplo el derecho a la comunicación en tu propio idioma, el derecho a sostener tu cultura. Porque el mundo está lleno de refugiados, de desplazados internos, gente que vive en campos de refugiados, pero mucha gente. Nosotros tenemos un país maravilloso donde no sucede eso, pero los colombianos tienen dos millones de desplazados internos, o sea, un quilombo de novela. Trabajé mucho y aprendí mucho ahí, publiqué varios informes y artículos para libros. Era una institución solventada por la Iglesia protestante, el contacto llegó por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. Bueno, estudiaba, trabajaba y tenía que mantener a mi familia”.

FEMINISTA. “Me hice feminista en los años ‘90, no en la Facultad porque ahí no me sentí subordinada, al contrario. El problema fue cuando entré en el mundo del trabajo; ahí me pegó de lleno la imagen del periodismo. El feminismo entraña toda una serie de saberes, tenés que saber de Historia, Filosofía y Sociología, un poco de Economía, un poco de teoría del Estado. Mis colegas han sido muy machistas. El periodismo es patriarcal y profundamente sexista en el trato con las chicas; es una profesión competitiva. Es un campo donde hay mucho poder; no es que tengamos poder pero podemos controlarlo. No había muchas mujeres en esa época, yo estaba casi solita. Fui la primera mujer en una gerencia de noticias. Estaba rodeada de ‘mastodontes’ y algunos nunca me hablaron hasta que se jubilaron. Mi jefe era Guillermo Tepper. Con Guille todo bien; con él aprendí a hacer mis primeras noticias de radio, mis primeras redacciones y a empalmar las grabaciones que hacíamos artesanalmente cuando no había computadoras. Había mucha gente en esa gerencia de noticias que, directamente, no me miraban o tenían esas conversaciones sexuales de compañeros delante mío todo el tiempo. No conmigo sino delante mío, que es una forma de control informal muy fuerte sobre la mujer. Y como de joven yo era muy mala, no sabían cómo tratarme. Les costaba tratarme como a un par”.

RADIO COMUNITARIA. “El proyecto es poner una radio comunitaria en la cárcel de mujeres; es un proyecto de extensión de la Universidad. Tengo equipos, alumnos y presupuesto. Está atado a la investigación y al trabajo en el territorio real. Además las presas no le interesan a nadie, son las mujeres más subordinadas que existen. Las cárceles están llenas de pobres. En Inglaterra era así; solamente una vez vieron una presa de clase media, porque les prestaba las revistas Cosmopolitan a las guardiacárceles. Las cárceles son un guardadero de pobres. ¿Por qué todos los presos de Las Flores son jóvenes, morochos y pobres?”.

PROFESIÓN

Ana Fiol tiene 47 años, es periodista y conduce en Radio Nacional el programa “Se hace tarde”, junto a Romina Mansilla y Alejandro Britos.

TRAYECTORIA

Estudió con el filósofo argentino Ernesto Laclau (profesor de la Universidad de Essex, cátedra de Teoría Política). Impulsó el Relevamiento y Monitoreo Provincial de Medios de Comunicación y Violencia Simbólica, desarrollado en el marco del Seminario de Medios y Justicia de Género, del Programa de Género de la Universidad Nacional del Litoral.

así soy yo