Editorial

El uso político de los héroes

El aniversario de la muerte del general José de San Martín instala fatalmente el debate acerca de su relación con Simón Bolívar, estableciéndose en algunos casos una suerte de competencia completamente inapropiada y reñida con las más elementales normas del conocimiento histórico.

En clave contemporánea, ciertos emprendimientos editoriales destinados a divulgar la historia para el ‘gran público‘, presentan a San Martín y Bolívar competidores que participaron de una suerte de gesta deportiva. Es así como se constituyen imaginarias tribunas con sus respectivas barras bravas a favor de uno u otro.

Mientras los bolivarianos consideran en su versión ‘chapista‘ que Bolívar fue el anticipo de un revolucionario cabal del siglo XXI, sus pares sanmartinianos le atribuyen a San Martín proezas ideológicas que al primero que sorprenderían sería al propio San Martín.

No conformes con ello, los bandos en disputa discuten si el verdadero revolucionario fue Bolívar o San Martín, una discusión extemporánea que nada tiene que ver con los acontecimientos que le abrieron camino a la independencia americana. El tema se ha agravado en los últimos años porque Hugo Chávez se considera algo así como la reencarnación del héroe de Pichincha y Carabobo. Su afán revisionista ingresó incluso en terrenos necrofílicos, al punto que ha ordenó exhumar los restos de Bolívar para cerciorarse de que efectivamente no murió de tuberculosis, como establecen los partes médicos oficiales, sino que fue envenenado por los mismos enemigos que ahora pretenderían liquidarlo a él.

En la Argentina, por suerte, no se ha intentado hacer con San Martín algo parecido, aunque los memoriosos recuerdan que en 1950, con motivo del centenario de su muerte, se intentó de manera deliberada establecer relaciones evidentes entre el prócer y el presidente de aquellos años.

Si bien estos intentos de ‘operaciones‘ historiográficas en la Argentina han fracasado, no se debe mencionar que se ha instalado como un lugar común en la sociedad el prejuicio histórico respecto de un Bolívar ambicioso y un San Martín modesto y austero. Al respecto hay que decir que las diferencias entre ambas personalidades eran manifiestas, pero pretender explicar los hechos históricos mediante detalles anecdóticos y chismes casi domésticos, es caer en una vulgar manipulación histórica.

Para quienes están preocupados por conocer los roles desempeñados por San Martín y Bolívar, conviene saber que en los últimos años se han escrito importantes biografías de uno y otro donde se explica, con los matices del caso, que las diferencias existentes tienen menor relación con los rasgos personales que con el revolucionario proceso político que los tuvo como protagonistas centrales.

Los ciudadanos deberían desconfiar de quienes desde el Estado o el poder intentan adornar sus personalidades con el prestigio de los próceres. Sean de derecha o de izquierda, conservadores o liberales, los gobernantes que utilizan historia para justificar sus acciones suelen cometer deliberados fraudes históricos.