Ellos no están “blindados”

La presidenta de Brasil admitió

efectos de la crisis económica

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Dilma Rousseff prometió “contener los efectos perversos”. Coincide con Cristina en mantener el empleo y la actividad del comercio regional.

Foto: Archivo El Litoral

La economía del vecino país retrocedió en junio 0,26 %, por primera vez desde 2008, mientras que en nuestro país el Indec midió una suba del 0,4 %. Coincidencias y diferencias a uno y otro lado de la frontera, en medio del temor global a la recesión.

 

De la redacción de El Litoral

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“Es obvio que la crisis ha tenido un efecto”. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, hizo ayer en su país un reconocimiento que dista del “blindaje” prometido por Amado Boudou en plena campaña. El principal socio del Mercosur depende mucho de sus enfriadas ventas a los Estados Unidos, y la Argentina a su vez está atada al crecimiento del líder sudamericano.

Rousseff sugirió que tomará las medidas necesarias para limitar los daños e impedir una recesión. Apuntó que su principal objetivo es “contener los efectos perversos” de la recesión.

En junio la actividad económica del vecino país retrocedió 0,26 % con relación a mayo. Un pequeño paso atrás que no es una tendencia pero que enciende una luz amarilla en un panorama complicado. “En 2009, tomamos todas las medidas. Brasil entró en la crisis, tanto que tuvimos un declive en el PIB, pero salimos de eso en 2010”, recordó ayer la presidenta brasileña.

De este lado de la frontera, el Indec difundió ayer datos de un crecimiento del 0,4 % de su economía en igual período en el que Brasil dio el paso atrás. La Argentina sostuvo un crecimiento de 8,2 % en comparación con junio de 2011. Las cifras oficiales pueden sostener el optimismo oficial, pero no evitan lo que está sucediendo en todo el mundo.

“No somos inmunes”

Rousseff prometió “parar en la puerta” a la crisis. Pero confesó que “no somos inmunes; no somos una isla”. Créditos subsidiados y estímulos para sostener el empleo coinciden a uno y otro lado de la frontera como formas de sostener la actividad; pero en la Argentina temen una devaluación del Real brasileño.

Cristina Fernández de Kirchner dijo un día después de ganar las primarias que buscará una posición en común con la “compañera Dilma” para llevar a la reunión del G-20 en Cannes, en noviembre.

Para entonces ya se podrá saber si el trabajo contra reloj del Consejo Sudamericano de Economía y Finanzas de la Unasur, creado este mes en Buenos Aires, con los ministros de Economía y los presidentes de bancos centrales de los 12 países miembros, habrán podido implementar efectivamente aquello que se propusieron.

Uno de esos propósitos es una acción monetaria conjunta, incluyendo el uso de reservas en mecanismos de consenso. Pero son propósitos de altos vuelo, poco probables en el corto plazo.

“Nuestros presidentes tienen mucha voluntad política para defender la región”, dijo el viceministro de Economía argentino, Roberto Feletti. “Tenemos un poder muy grande para la construcción de nuevos paradigmas”, confió Cristina Kirchner durante la visita de su par colombiano, Juan Manuel Santos. Del dicho al hecho, la crisis pondrá nuevamente a prueba la fortaleza dela relación con la región y la verdadera fortaleza del modelo.

Más lento

Los líderes empresarios de Brasil están revisando sus pronósticos de crecimiento hacia el 4 % anual, por debajo de los indicadores de la India o de China, con quienes integra el grupo de países con mayor desarrollo relativo contemporáneo (Brics). En la Argentina el 8,2 % interanual de junio -según el Indec- parece más acorde con las “tasas chinas”, pero aún este dato oficial está casi dos puntos por debajo de las propias mediciones del organismo oficial en meses anteriores.


Temor al real

El temor al efecto de una devaluación en Brasil no es gratuito. En 1999 -durante la presidencia de Fernando Henrique Cardoso- incidió en la crisis de la convertibilidad. Ahora con una paridad peso-dólar sostenida con reservas en la Argentina, la situación es distinta en términos monetarios, pero no dejaría de impactar fuerte en la relación bilateral.

Daniel Artana evaluó que un Real devaluado puede afectar “nuestro comercio industrial” porque “está muy ligado” al brasileño. “Si ocurre eso, la Argentina va a tener que acompañar en alguna medida la devaluación”, consideró el economista de Fiel.

Pero el problema para la Casa Rosada, en ese caso, sería que la devaluación del peso implicaría pérdida de poder de compra del salario y más inflación.

Desde el BCRA, Mercedes Marcó del Pont viene convalidando subas del 2 % en el tipo de cambio. Las reservas de U$S 50 mil millones le dan margen de acción para imponerse en el mercado de monedas, pero la devaluación del Real y una recesión del vecino país amenazarían al mercado argentino con una invasión de productos excedentes que el poderoso vecino necesitaría colocar en algún mercado si sus principales compradores se enfrían.