Editorial

Borges y las ideologías

Hoy el consenso cultural a favor de Jorge Luis Borges es casi unánime. En esa unanimidad gravitan razones literarias y no tan literarias, porque en las sociedades modernas ocurre con frecuencia que ciertas personalidades se ponen de moda y resulta “políticamente correcto” manifestar el acuerdo con el nuevo ídolo impuesto por el sentido común.

Hecha esta observación, es necesario insistir una vez más que al hablar de Borges nos estamos refiriendo a uno de los escritores más importantes del siglo veinte, un auténtico renovador del lenguaje y un creador de maravillas verbales que siguen asombrando y provocando placer a sus lectores. Argumentos que en su momento parecían ingeniosos, como el de que “escribe bien pero no está comprometido” o “ sus artificios verbales carecen de consistencia”, se han devaluado y a la distancia parecen ridículos.

También existe un consenso amplio en admitir que la Academia Sueca no le otorgó el Premio Nobel porque sus ideas políticas eran de derecha. A propósito de ello, en estos días estuvo en Buenos Aires el escritor nicaragüense Sergio Ramírez -el mismo que en su momento integrara la Junta Sandinista revolucionaria que derrocó a Somoza- quien en una conferencia de prensa admitió que al autor de “El Aleph” no le dieron el cotizado premio por ser de derecha, en una época en que esa filiación ideológica era considerada un pecado mortal .

A Borges la pérdida de esa distinción no le hizo perder el sueño y hasta le dio pie para elaborar algunas de sus célebres ironías acerca de los “imponderables” presentes en el otorgamiento del publicitado premio literario. Ahora, un cuarto de siglo después de su muerte lo que ha quedado en claro es que la negativa de la Academia Sueca de otorgarle el reconocimiento al escritor argentino es más una imputación a su tendencia a dejarse llevar por las corrientes de la moda que un desconocimiento a una de las grandes obras literarias de todos los tiempos.

Así y todo, no deja de llamar la atención que la misma Academia que le negó a Borges este honor, se lo otorgó en su momento a Pablo Neruda o a Jean Paul Sartre, dos grandes escritores cuyas posiciones izquierdistas eran harto conocidas. La pregunta en estos casos sería la siguiente. ¿Por qué una institución integrada por hombres cuya pertenencia a la sociedad burguesa es más que evidente, entregan premios a escritores que no vacilarían en admitir que si sus ideas se encarnaran en el poder a los primeros que ajustarían cuentas sería a ellos?

La respuesta correcta en estos casos es que Neruda o Sartre se merecían estos premios por sus virtudes intelectuales. Pero entonces, ¿por qué el mismo criterio no se tuvo en cuenta con Borges, a quien se lo negaron no en nombre de su literatura sino en nombre de lo que él mismo consideraba lo menos importante en un escritor: sus ideas políticas? Conclusión: sería deseable que la lección se haya aprendido y que nunca más la discriminación política o ideológica se imponga a las consideraciones estéticas o intelectuales.