Lo que va más allá del fútbol y de un resultado...

El pequeño anecdotario

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Edgardo Di Meola entre dos verdaderos emblemas tatengues: Carlos Santos Mazzoni y Víctor Alfredo Bottaniz.

Foto: Archivo El Litoral

Galateo se peleó con su novia por pasar de Colón a Unión y a la Chiva Di Meola no lo querían dejar entrar a la casa por haber hecho un gol.

 

Enrique Cruz (h)

El clásico tiene cientos de historias, algunas muy risueñas y otras no tanto. Muchos partidos se recuerdan por algún hecho en particular. Por ejemplo, se habla del clásico “de la chilenita de Mercado”, o “el de la piedra”, o “el del gol de la Chiva” o “el del sombrerito de Cococho a Regenhardt”. Pero esa historia netamente futbolera y de estadísticas, se nutre también de estas otras. Sólo algunas que contaremos y que seguramente provocarán asombro, estupor y muchas sonrisas.

El suegro se puso firme

Me cuenta el amigo Tomasito Rodríguez, que los dirigentes de Unión hicieron, en los principios de la década del ‘30, una apuesta riesgosa: ofrecieron una importante prima a Juan Antonio Rivarola (el emblema de su rival de todos los tiempos) y a Alberto Luis Galateo. La familia Desimone (cuyas dos hijas eran novias de los citados jugadores), expulsaron a ambos futbolistas de su domicilio al publicarse la noticia que iban a defender la camiseta rojiblanca. Rivarola, el prestigioso “Capitán Orejas”, impactado en su sentimiento habló para solucionar el tema con los dirigentes de Colón; tras una promesa, se reconcilió con su prometida y devolvió la suma adelantada a los dirigentes de Unión. Mientras tanto, su amigo Galateo aceptó la prima ofrecida por el rival de todos los tiempos y, obviamente, se tuvo que pelear con su novia.

“¡Qué hice!”

El clásico del 30 de octubre de 1977 se jugó en una cancha de Unión repleta, con un marco espectacular —como siempre— y una temperatura que superaba holgadamente los 30 grados. Era un 0 a 0 clavado y aburrido, hasta que la Chiva Di Meola recibió la pelota por izquierda, encaró, se metió en el área del arco que da a la redonda y desde un ángulo difícil le pegó con tanta justeza que dejó sin chances a Perico Pérez. “Cuando ví que la pelota entraba, me agarré la cabeza”, contó en su momento la querida y recordada Chiva. “En mi casa eran todos tatengues, cuando llegué luego del partido no me dejaban entrar”, rubricó. Es que pocos saben que antes de ir a Colón, a fines de los ‘60, la Chiva Di Meola se probó en Unión junto con el Torito Zuviría.

“Esto se arregla jugando”

Fue uno de los tantos clásicos en la cancha de Unión, durante el ascenso, que se jugaba con árbitros de Primera y en los que pasaba siempre lo mismo: cascotazos de un lado al otro en el sector de Cándido Pujato. El árbitro era Crespi. “Juan Carlos, se están tirando cascotazos entre las hinchadas, ¿quiere ir a ver?”, le dijeron al juez. Crespi se asomó, caminó unos metros por el campo de juego, se juntó con ambos presidentes y dijo: “La única forma de arreglar esto es jugando”. Resueltamente, se volvió al vestuario, llamó a los capitanes, pidió que ingresen al campo de juego, pitó el inicio del partido y “listo el pollo”. Asunto terminado.

El video y la novia

No fue un video “hot” y lejos estuvo de serlo, pero en la final de 1989 que se jugó en la cancha de Colón (el partido de ida), al cuerpo técnico de Unión que encabezaba Zuccarelli se le ocurrió una idea: grabar un video con saludos de los familiares de los jugadores. Ellos habían concentrado en Paraná para ese partido. Cuando arribaron al estadio sabalero, vieron el video en el vestuario y salieron entonados a jugar el partido. En la revancha, como Pepe Castro había sido expulsado en el encuentro de ida, la delantera tatengue fue Echaniz-Dante Fernández. El cordobés, traído por Violi a Unión, se había peleado con su novia de entonces y estaba mal. El profesor Oscar Mazza (partícipe de dos ascensos con Unión), fue a buscar a la chica, la llevó al hotel y le dijo a Dante Fernández que saliera al estacionamiento, que alguien lo estaba esperando. Fue otro golpe de efecto importante.

Milanesas a la madrugada

En 1975 se jugaron cuatro clásicos. Eran el equipo del Gitano Juárez contra el del Toto Lorenzo y ambos fueron protagonistas en los dos torneos. El primero de los clásicos terminó 0 a 0 y el segundo fue victoria sabalera por 3 a 2. En el Nacional, fue 1 a 1 en la cancha de Unión y 1 a 0 con gol de Olivares en la de Colón. Ese partido del 1 a 1 tuvo una particularidad: Colón no iba a jugar con los titulares por problemas económicos. La situación se arregló en horas de la madrugada, luego de arduas reuniones, y allí decidieron concentrar. Pero tenían hambre los jugadores, así que pidieron unas milanesas a esa hora.

“A su video ya lo vimos”

Unión había dejado en el camino a Almirante Brown en la semifinal del dodecagonal de 1989 y Colón hacía lo propio con Lanús, con gol de Verdirame. En la última jugada del primer tiempo de ese partido en el estadio granate, el árbitro expulsó a Wolheim por agredirse con un rival. La jugada pasó un tanto desapercibida, pero la baja era clave para el equipo que dirigía Orlando Medina, más allá de que contaba con buenos reemplazantes. Súper Manuel Corral, presidente de Unión, se apresuró en viajar a Buenos Aires con un video de la expulsión para mostrarlo al Tribunal de Disciplina. Súper se destacaba por tener muy buena relación —y cierta influencia— con toda la gente de AFA. El Chino Wolheim viajó el martes siguiente a hacer su descargo, con el video en la mano. Cuando llegó y quiso aportar la prueba, en el Tribunal le dijeron: “no se moleste en dejar el video, ya lo vimos”. Le dieron dos fechas y se perdió las dos finales.


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Súper Manuel Corral no decía “Colón” sino que mencionaba “al otro equipo de la ciudad”. La foto familiar fue tomada en Mar del Plata. En brazos de su madre, el actual intendente electo de Santa Fe, su hijo José.

Foto: Archivo El Litoral