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El poeta estuvo en Santa Fe durante los primeros días de agosto.

Palabra de(b)vida

El poeta estuvo en Santa Fe en el marco del 7mo. Argentino de Literatura organizado por la UNL. En esta charla, el oficio de escribir, los derechos humanos, su nieta, la poesía, los libros, son los temas que convocan.

TEXTOS. MILI LÓPEZ. FOTOS. PABLO AGUIRRE Y EL LITORAL.

Juan Gelman habla pausado, tranquilo, con la voz carraspera fruto del devenir de los años, de la vida y de su vicio por el cigarrillo. Su mirada nostalgiosa y sus gestos elegantes. Aunque hace años reside en México, no ha perdido su hablar porteño. Su andar y su figura no denotan 81 años de idas y vueltas, de exilios, de luchas, de ausencias y de encuentros.

Su poesía y su vida se encuentran entretejidas. La pérdida de su hijo y su nuera embarazada en manos de la dictadura militar argentina, la búsqueda incansable de su nieta y su encuentro, la realidad política de un país, han marcado su obra. Él lo explica sencillo “la biografía de todo aquel que escribe, que pinta, está en su obra pero no de modo explícito, sino que participa, la moldea, la conforma”.

Premio Cervantes 2007, Gelman es considerado como “el mayor poeta vivo de habla hispana”, tal como lo definió el escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum. Su pluma ha trascendido el espacio del papel para ser una manera de interpelar al mundo que lo rodea. Con recursos estilísticos únicos, el poeta quiebra con las estructuras e inventa las propias. Desde hace años traza un mapa generacional, político, estético y personal. Evade la cotidianeidad y nos sumerge en la magia de la palabra viva.

ESA BELLA OBSESIÓN

“El emperrado corazón amora” es el nombre de su último libro editado en mayo de este año. Un eslabón más de su prolífica obra que cuenta con casi una treintena de libros de poesía y otros tantos de prosa. “La poesía no es un acto voluntario. En mi caso se da como una obsesión que sentís y que te lleva a escribir”, testifica y mantiene su mirada sosegada por el devenir de los años.

- Si no es voluntario, ¿cómo aparece la Señora?

- Habría que preguntárselo a ella risas- aparece cuando quiere, se va cuando quiere... Es así, sólo hay que saber acompañarla...

- Ha dicho que el viaje hacia el poema es más importante que el poema en sí mismo, ¿de qué se trata ese viaje?

- El viaje hacia el poema es el momento de su escritura, de su creación, es la distancia entre lo que no sabés que vas a escribir y lo que escribís, es para mí el momento más feliz, porque el poema una vez escrito ya está muerto.

- ¿Cree que la poesía es un género relegado en relación a otros?

- Sí. Si bien hay grandes editoriales que no tienen ni un solo libro de poesía en sus catálogos porque no son best seller, afortunadamente en nuestros países proliferan las editoriales pequeñas que se ocupan de llenar el vacío. Hace 50 siglos que existe, la poesía sigue vigente porque es necesaria.

LA POESÍA Y LA POLÍTICA

Desde su primer “Violín y otras cuestiones” (1956) hasta “El emperrado corazón amora” (2011) han pasado cincuenta y cinco años con la poesía. El dolor y el amor, la vida y la muerte, el desamparo y los sueños, el vino y la lengua, la justicia, el destierro, los poetas, la memoria, su Buenos Aires y la misma poesía como espacio indescifrable, son los temas recurrentes que visita.

Su búsqueda incesante y la fecunda creación han abierto espacios inesperados que se traducen en bisagras dentro de la totalidad de su obra. Su mirada poética se renueva, con distintos abordajes del lenguaje, los contenidos y las formas.

Cuando se le pregunta sobre ese caudal creativo que surge como torrente, Gelman contesta seguro y de manera natural: “sólo escribo cuando tengo una verdadera necesidad de hacerlo. Como dijo una gran poeta rusa, Ana Ajmátova, que el stanislismo aniquiló, el poeta no vive para escribir, escribe para vivir. Hay poetas de los dos tipos, algunos viven para escribir y llegan a hacerlo muy bien, como decía Borges, un hombre culto puede escribir doce poemas buenos en su vida, pero escribir para vivir es otra cosa, y yo creo que es lo que a mí me pasa, escribo para vivir”.

- Es común que se catalogue a su poesía como poesía política, ¿qué opinión tiene de eso y cómo la definiría usted?

- Yo creo que el único tema en la poesía es la poesía. Y la poesía es palabra calcinada. Como es el único tema puede hablar de todo: de la mujer, la política, el verano, del amor, etcétera; el problema es que sea poesía enfatiza y continúa - El tema de la poesía política ha creado muchos equívocos, pero si entendemos por poesía política a aquella que toca asuntos que hacen a la política, a la sociedad, hay que decir que ésto viene sucediendo hace 28 siglos atrás. Arquíloco escribió unos poemas pacifistas buenísimos, y sabía de lo que estaba hablando porque él era mercenario y había peleado en varias guerras. La poesía política ha habido a lo largo de todos los tiempos, si se entiende como poesía política a esos asuntos. La cuestión no es de qué habla el poema, la cuestión es qué dice el poema.

DE TANGO Y OTRAS YERBAS

El tango lo acompaña desde siempre. Las milongas del Barrio de Villa Crespo, su libro Gotán, los trabajos con el Tata Cedrón, sus poemas alusivos y su urbanidad propia del género. “Yo fui milonguero desde los 15 años. En aquel mundo de entonces el baile me interesaba mucho. Borges dice que el tango es una manera de caminar. Yo no lo voy a corregir, pero me parece que es una manera de conversar. Frente a una muchacha que no conocés es la mejor manera de iniciar una buena conversación”.

Hoy se vuelve a encontrar con esa música, con ese sentir, con esa expresión. “Del amor” el espectáculo dirigido por Cristina Banegas, lo reúne junto a su amigo el bandoneonista Rodolfo Mederos. Aquí, el poeta dice al amor con distintos recursos estilísticos. De ahí que el sentimiento no se reduzca a una mera visión romántica. “He descubierto que he escrito mucho sobre el amor, para mi sorpresa”, dice entre risas y agrega “me ha resultado muy difícil elegir los poemas para esta puesta”.

Es sabido que en los poetas, la lectura en público no es lo que prefieren. Su contacto con el poema es con la escritura, con el momento de creación. Cuando se le pregunta a Gelman sobre este revisitar de los textos de distintos momentos de su obra, él cuenta “este espectáculo es diferente a lo que es la lectura de poesía, porque Rodolfo con la creación de la música y yo lo que hemos intentado es una urdimbre de música y palabra, que sostuviera un tono del comienzo hasta el final. Creo que nos hemos acercado mucho a eso, de manera que no es como una lectura de poemas cualquiera, sino es otra historia, da como resultado una nueva puesta”.

Así, “Cada vez que paso”; “Cuando esté muerto”, “Amarte es esto”, “Otras Preguntas”, “Hechos”, “Mujeres”, “Carta”, “La Pajarera de Pentecostés”, “La dueña”, “Ofelia”, “Sentimientos”, “Cada vez que paso por la Rue des Arts”, “Certezas” y “Gotán”, se plasman en la voz cadenciosa del poeta que conversa con la música correspondida, sutil y reveladora de Rodolfo Mederos Trío.

“Hay poetas de los dos tipos, algunos viven para escribir y llegan a hacerlo muy bien, como decía Borges, un hombre culto puede escribir doce poemas buenos en su vida, pero escribir para vivir es otra cosa, y yo creo que es lo que a mí me pasa, escribo para vivir”.

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Juan Gelman en el cierre del 7º Argentino de Literatura, junto a Rodolfo Mederos Trío.

JUSTICIA Y VERDAD

Su historia ya es conocida. Gelman fue militante del movimiento guerrillero Montoneros, lo que le costó su exilio. En 1976, su hijo Marcelo, de 20 años, y su nuera María Claudia Iruretagoyena, de 19, fueron secuestrados poco después de casarse. Ella estaba embarazada de ocho meses, cuando pasaron a engrosar la larga lista de desaparecidos por la cruenta dictadura militar que azotó a nuestro país. El bebé fue arrebatado de los brazos de la madre, y ésta última fue asesinada.

Durante 23 años, Juan Gelman buscó por todos los rincones a su nieta. Como tantos otros niños, fue entregada a una familia cercana al mundo militar. En ese andar, su paso se hizo firme y luego de varios golpes contra la pared del olvido y el silencio, en el año 2000 una voz anónima le dio el paradero de su nieta, y de ahí su posterior encuentro.

En una oportunidad, el poeta señaló que con ella compartían el “ser huérfanos de una misma persona” en relación a su hijo y al padre de su nieta, y hoy son compañeros de una misma búsqueda de justicia, en pos de la verdad sobre el asesinato y el lugar de los restos de su nuera y madre de Macarena.

“Mi nieta no sólo me acompañó en todo lo posible, para que haya justicia y se conozca la verdad, o para que se conozca la verdad y haya justicia. Ella trabajó muchísimo en todo esto y sigue haciéndolo. La sentencia de la Corte Interamericana que obliga a Uruguay a buscar la verdad sobre la suerte que corrió mi nuera en ese país, es meramente producto del esfuerzo de mi nieta”, reconoce.

Defensor de los derechos humanos, vocero público de muchos que han corrido la misma suerte, Gelman no calla sus pesares, no olvida el pasado y no claudica ante el silencio. Su vida pública es parte de la vida política de este país. Apunta a los errores y aplaude los aciertos: “Argentina es el país en donde más se ha avanzado en materia de derechos humanos. Esto no solamente en relación a América Latina, hasta los franceses reconocen, no lo practican pero lo reconocen”.

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Macarena, la nieta que el escritor Juan Gelman recuperó luego de 23 años de búsqueda.