El pesado jocoso

Entre la ominosa caterva de pesados (ominosa y caterva son palabras pesadas), tiene peso propio el pesado jocoso, o el pesado alegre. El tipo es alegre, le pone onda, pero es pesado. Tanta alegría seguida me va a hacer mal.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO. [email protected]. DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI. [email protected].

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En esta clasificación variopinta (variopinta también es una palabra pesada; y clasificación también, ya que estamos) de pesados, que ligeramente comenzamos la semana pasada con la descripción del pesado meloso, detectamos ahora un espécimen que se enmascara y quiere militar en otras categorías. Pero es pesado, esencialmente pesado y ello lo recluye finalmente en su sitio de origen.

El pesado jocoso tiene una alegría tan densa que se transforma en una pesada carga para quienes deben soportarla.

Es natural que pretenda ser gracioso, que se postule al universo como un regalo con moño y todo, con una sonrisa de oreja a oreja, es absolutamente posible que sea chacotero, bromista (hace bromas pesadas: ¡cuec!), dios no permita que también ocurrente, es memorioso y recuerda, lamentablemente, varios cuentos que dispensará sin freno inhibitorio en todas las reuniones y seguramente repitiéndolos, aun ante los ojos implorantes de la concurrencia que clama por un silencioso “no de nuevo”...

El pesado jocoso lo hará de nuevo. Y, con todo respeto, le importa tres carajos que hubieras escuchado cuarenta y dos veces ese mismo chiste, porque quién te manda a vos ser el hermano, el amigo, el cuñado, el padre, el hijo del pesado jocoso, obligado por lo mismo a compartir cuanta cena o almuerzo familiar o amical se organice. A determinada hora, puntual como el destino, letal si se quiere, se parará ante la concurrencia y disparará un “conocen el cuento de...” y como el pesado jocoso y cualquier pesado se desentiende de su interlocutor, sin esperar respuesta iniciará y continuará con su relato, el mismo de la reunión pesada pasada...

Y donde se descuiden un poco lo contará nuevamente en la misma reunión aunque dos o tres tengan ganas súbitas de ir al baño, esconderse debajo de la mesa o atragantarse con el asado. Nada detendrá a un pesado jocoso en tren (por decir algo pesado) de comunicar algo a sus pares. Es como un cañonazo (un obús pesado): cuando salió el disparo impactará en el blanco inexorablemente y hará desastres.

Decía que el pesado jocoso o alegre tiene o quiere tener contactos con los jocosos o alegres normales, los tipos y tipas comunes que tienen preocupaciones y se procuran la felicidad con honestas armas cotidianas. A veces, ocasionalmente y por pocos minutos, uno puede confundirlos a ambos, pero a poco de andar nos daremos cuenta de la verdadera naturaleza de cada uno. Una de las características del pesado es que no puede permanecer normal por mucho tiempo y al rato nomás aflora -se cae, se derrumba, chorrea- su condición de pesado.

Y mientras el alegre cotidiano, de todos los días, el jodón no tiene como programa serlo sino que va siendo y tiene un alto componente coyuntural, el pesado jocoso se prepara, se espesa, se propone ser alegre y por eso, entre otras cosas, es un pesado.

También el pesado jocoso suele ser inoportuno; le cuesta enormemente ser ubicado, recatado, entender una situación en su compleja formulación completa. Como son personas finalmente altamente egocéntricas, se desentienden de lo que sucede a su alrededor y pueden descerrajar igualmente su “cuento de...” hasta en el mismísimo velorio de la tía Cata, que no mueve a risa a nadie. Pues, el pesado jocoso desplegará sus dotes allí mismo, incluso, y qué.

Y nos vamos yendo. Quedan otros muchos pesados por catalogar, descubrir, señalar, describir, no tanto para impedir que incidan sobre nosotros -no se puede detener a un pesado, no hay prevención posible contra él como no sea enfermarse sistemáticamente cuando él aparece- sino para hablar nomás del tema, para que sepan. No importa qué cosas están ustedes haciendo o dejando de hacer. No importa su estado de ánimo, razón social, número de CUIL, nombre de mascota. Igual lo vamos a hacer. De pesados que somos.