Táctica discursiva

Críticas contra la prensa: Randazzo sabe lo que hace

José Curiotto

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El ministro del Interior, Florencio Randazzo, acusó ayer a algunos de los principales medios de comunicación del país de atentar “contra la calidad institucional y la democracia”. Lo hizo por el hecho de que tales medios informaron durante los últimos días sobre denuncias de irregularidades detectadas en algunas mesas en las recientes elecciones primarias.

Las publicaciones periodísticas no fueron antojadizas. De hecho, dirigentes de la oposición hicieron público el problema e, incluso, la Justicia se encuentra investigando numerosos casos que aparentemente existieron, aunque no lograrán cambiar el resultado aplastante de los últimos comicios.

Esto fue lo que informaron los medios y que tanto molestó al gobierno.

Se puede coincidir o no con los criterios de espacio, extensión e importancia que tales medios dieron a estas informaciones, pero en ningún caso resulta tolerable la reacción de Randazzo. Es que ya no se trató de una crítica general contra la prensa -aclarar que en esta nota se habla de “prensa crítica” es una obviedad, pues el espíritu crítico es la esencia del periodismo-. En este caso, el ministro fue más allá y acusó a los medios de cometer delitos tipificados en el Código Penal de la República Argentina, vinculados con el hecho de atentar contra los poderes públicos, el orden constitucional y la democracia.

A diferencia de lo que ocurrió en otras oportunidades, esta vez algunos periodistas que asistían a la conferencia de prensa se atrevieron a plantear su malestar al ministro. “¿Vamos a tener que pedirle permiso al Gobierno, a la presidenta o a la Casa Rosada, para publicar lo que dice la oposición o lo que dicen los jueces?”, preguntó uno de los asistentes. Otro de los cronistas le consultó si el gobierno estaba dispuesto a denunciar a los medios ante la Justicia por los supuestos delitos sobre los que se los estaba inculpando. Randazzo dijo que esto no sería necesario y esbozó un intento por bajar el tono de sus críticas.

Fue sólo eso. Apenas un intento del ministro de atenuar la gravedad de sus palabras. Lo que sucedió ayer no fue un hecho aislado. Randazzo es el mismo funcionario que, un par de horas después de que Daniel Filmus reconociera con dignidad y respeto su derrota en el balotaje porteño, dijo que el traspié oficialista se había producido porque “el gobierno tiene peleas de intereses, como con el Grupo Clarín”.

Estas “peleas de intereses” no parecen haber sido tan importantes durante las primarias, en las que Cristina Fernández obtuvo más del 50 por ciento de los votos.

Más aún, Randazzo es el mismo ministro que en su momento habló de la falta de transparencia en las elecciones de Chubut. ¿Sus palabras sobre la situación chubutense también fueron un atentado contra la institucionalidad y la democracia?

Pensar que el problema es sólo un ministro dislocado en sus palabras representa una simplificación equivocada. A partir de las derrotas oficialistas en Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, se observó un inmediato cambio en la estrategia discursiva por parte del gobierno.

Desde entonces, la presidenta Cristina Fernández sólo habla de buenas noticias, enarbola un discurso amigable y respetuoso. Mientras tanto, sus ministros “políticos”, como Randazzo o Aníbal Fernández, parecen ser los encargados de seguir fustigando a todo aquel que no responda al discurso kirchnerista.

Esta táctica le permite al kirchnerismo mantener satisfecho a su núcleo duro y sumar a sectores sociales que están hartos de las agresiones permanentes.

En definitiva, Randazzo sabe lo que hace. Y el gobierno, también.

Los resultados, están a la vista.