Llegan cartas

Derecho avasallado de recibir educación

Karina Soledad Martínez.

DNI: 26.573.158.

Señores directores: Después de haberse llevado a cabo el paro del día 25 de agosto me he sentido muy molesta con esta situación, y al igual que el año pasado, me siento en la obligación de comunicar mi disconformidad con dicho paro. Con esto no quiero decir que estoy en desacuerdo con el reclamo en sí, que no sé si es legítimo o no, sino con el modo de hacerlo. Sé que siempre se alega que se agotaron las instancias de diálogo, que no son medidas arbitrarias, pero convengamos en que la solución siempre es la misma: los chicos se quedan sin clases.

Entiendo que la actividad docente es muchas veces desgastante, que hay docentes con problemas psicológicos, que hay docentes que utilizan parte de su sueldo para la compra de alimentos, que deben trabajar en lugares inhóspitos, inseguros, pero la verdad es que esa situación se la encuentra en todos los ámbitos laborales y no es una excusa, es una realidad.

En verdad lo que más me molestó son los comentarios de algunos docentes, que se excusaban diciendo que ellos debían aguantar a nuestros hijos, que nosotros los tirábamos en la escuela esperando milagros, y ellos debían trabajar con niños mal educados y agresivos. Eso me molestó; yo no me considero una madre tira chicos, entonces sería bueno que comenzáramos a evitar generalizar porque con ese criterio yo podría asegurar que los docentes en su mayoría no están capacitados académicamente para estar frente a una clase. No es mi intención hacerlo.

Entiendo que cada unos tiene sus razones, ustedes para reclamar la baja en la edad jubilatoria y algún otro reclamo que aún no ha salido a la luz (exención al impuesto a las ganancias). Y el gobierno, cuando dice que esto nos llevaría a un desfasaje económico, o yo cuando digo que mi hijo es un rehén en ésta situación.

Más allá de las razones, este reclamo en particular de bajar la edad jubilatoria no es un reclamo de carácter urgente, y se debe solucionar sólo con el diálogo, no con chantajes ni extorsiones como son los paros.

Y aquí estoy yo, como padre, como madre, cansada de que se avasalle con el derecho de mi hijo a recibir educación. Cansada de que ante ésta situación uno deba convertirse en docente. Porque es lo que hicimos muchos el año pasado. Buscamos tareas por internet materiales didácticos para que ellos no pierdan el ritmo académico, intercambiar tareas. Para que después a fin de año algunos docentes digan que la educación no se vio afectada por los paros.

Me pregunto: ¿qué clase de mensaje estamos dando a nuestros hijos? Les decimos que uno debe luchar por sus ideales, por sus derechos, que somos libres. Libres... esa libertad que no quiere decir hacer lo que queramos sino elegir el bien, porque el bien nos beneficia a todos. Que respeten a los demás, que den espacio al diálogo, que no sean avasalladores, que escuchen. Y qué observan ellos: que si querés que te mejoren el salario , recibir un plan, que prime tu derecho, debes hacer un paro, algo que genere una molestia en el otro. Por que vos tienes una necesidad y no solo quieres, sino que debes exigir haciendo a un lado los derechos de los demás.

Salgan a la calle, a la vereda del colegio y pregunten: ¿ quién apoya esta medida? y verán que ya no somos pocos los que estamos cansados de estas medidas.