Aniversario del crack financiero

Tres años después de Lehman Brothers

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Los empleados de Lehman Brothers abandonan la oficina londinense del cuarto banco de inversiones de Estados Unidos hace tres años. Foto: EFE

Daniel Schnettler - DPA

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Jamie Dimon parece a primera vista un hombre afable. Pero el jefe del poderoso banco estadounidense está enfadado. Las nuevas reglas internacionales para el sector bancario son “antiamericanas”, critica públicamente en una entrevista con el Financial Times. Según dice, no puede entender por qué el gobierno las apoya.

Lo que tanto molesta a Dimon se llama “Basilea III” y pretende evitar un segundo Lehman Brothers. Hace tres años, el 15 de septiembre de 2008, se le acabó el dinero al banco de inversiones estadounidenses después de varias operaciones fallidas de especulación. Fue una de las mayores quiebras bancarias de la historia y sus repercusiones abocaron a la economía mundial a su crisis más profunda en décadas.

El pensamiento central en la normativa internacional “Basilea III” es que los bancos deben acumular mayores reservas para echar mano de ellas en caso de crisis. Institutos grandes como JPMorgan Chase deben acumular reservas gigantescas, pues si un gigante así se derrumba, las consecuencias son catastróficas. Como en el caso de Lehman Brothers.

Dimon se siente como si estuviera sometido a tutela, como otros tantos jefes de bancos también. Antes de la crisis, los gobiernos de todo el mundo habían soltado las riendas cada vez más y en los mercados financieros se permitía todo lo que trajera más dinero. Pero después de las experiencias del otoño de 2008, los países cierran de nuevo la mano.

El refuerzo en las normas perjudica también a los beneficios de los bancos. Y la caída en los beneficios repercute también sobre las bonificaciones de los directivos.

Especialmente en Estados Unidos, los banqueros sienten el viento en contra. Los inversores se quejan de negocios hipotecarios cuestionables llevados a cabo en tiempos de crisis, mientras fiscales investigan desalojos ilegales de viviendas y las autoridades de supervisión financiera refuerzan sus políticas. Nadie quiere que le acusen de apartar la vista de la injusticia.

El seguro estatal de depósitos bancarios FDIC aprobó este martes nuevas reglas, sobre cuya base los 37 mayores grupos financieros del país deben preparar un plan de emergencia, que permita una liquidación rápida en el caso de que declaren su bancarrota. Algunos gigantes bancarios tienen una estructura muy compleja que sólo unos pocos comprenden. La liquidación de Lehman Brothers no ha concluido hasta hoy.

Estas “últimas voluntades” de un banco es un punto central en la ley para la reforma del sistema financiero estadounidenses aprobada el año pasado y conocida como Ley Dodd-Frank, según el nombre de sus autores, el senador Christopher Dodd y el diputado Barney Frank.

La reforma fue al final mucho más suave de lo esperado. El lobby bancario de Wall Street consiguió así evitar muchos recortes dolorosos o por lo menos mitigarlos. Eufemísticamente, se habla de una “reforma de la reforma”.

Pero ni mucho menos han acabado las preocupaciones para el sector. La agencia de calificación de riesgo Moody’s rebajó hoy la nota a los bancos franceses Société Générale y Crédit Agricole debido a sus negocios en Grecia. Si el país quiebra, los bancos tienen un problema.

En Estados Unidos, el centro de preocupaciones es Bank of America, donde se eliminarán 30.000 empleos por sus pérdidas multimillonarias.

Es sólo una cuestión de tiempo que caiga el próximo banco.