Inédito proyecto desarrollado en la UTN Santa Fe

Crean paneles para viviendas usando el desecho de algodón

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Así son. Los paneles constructivos son fácil de cortar, atornillar y clavar. Los ingenieros de la UTN creen que podrían usarse en la construcción. Fotos: Gentileza Ing. María F. Carrasco

Ingenieros de esa Facultad desarrollan, experimentalmente, paneles y bloques utilizando la cascarilla que queda tras el desmote del algodón. Los materiales podrían utilizarse en la construcción.

 

De la redacción de El Litoral

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En un original proyecto que integra el conocimiento aplicado con una propuesta de producción alternativa, investigadores de la UTN Santa Fe desarrollan materiales para la construcción utilizando un curioso desecho que en ocasiones se vuelve un peligro sanitario y ambiental: la cascarilla residual que queda tras el desmote de las cosechas de algodón. Aún está en fase experimental, pero de superar las pruebas de rigor, la idea podría materializarse, lanzarse al mercado y tener una aplicación concreta en el rubro de la construcción.

La iniciativa fue presentada días atrás en un congreso internacional realizado en Buenos Aires (ver aparte) y cuenta con el apoyo no sólo de la facultad regional, sino también de la Secretaría de Estado de Ciencia y Tecnología de la Provincia (Sectei). Es llevado adelante por ingenieros del Centro de Investigación y Desarrollo para la Construcción y la Vivienda (Cecovi), y becarios sumados al trabajo.

Tras el desmote de algodón queda como desecho la cascarilla: palos, hojas, semillas y fibras de muy baja calidad. “Nosotros tomamos ese desecho y lo aglomeramos, es decir, lo mezclamos con un aglomerante que nos posibilita hacer una masa con buena cohesión y darle una determinada forma. De ahí surgen los paneles, placas y hasta bloques”, contó a El Litoral la Ing. María Fernanda Carrasco (Cecovi), que integra el equipo de trabajo.

En las zonas de producción algodonera (Santiago del Estero y Chaco), la cascarilla representa el 13 % del algodón que se cosecha. Es un desecho que ocupa mucho espacio, y de ese volumen se usa muy poco (apenas para algunas ladrillerías artesanales, y en ocasiones se mezcla con alimento para animales). “Hemos sabido de quemas de cascarilla no controladas, con emisiones peligrosas. Además, se incendia muy fácilmente: los fuegos en los acopios de cascarilla son bastante frecuentes y difíciles de apagar. Es un desecho propicio para que aniden plagas (como vinchucas), alimañas y roedores, con lo cual genera un problema ambiental y sanitario grave”, dijo la especialista.

Ante esto, la iniciativa de los ingenieros pretende utilizar un desecho y convertirlo en un insumo alternativo para la industria de la construcción, contribuyendo a dar respuesta a los problemas que genera la cascarilla en los acopios algodoneros.

Ventajas

“El material que utilizamos tiene baja conductividad térmica, con lo cual podría brindar una solución de aislamiento de viviendas. Es maleable y permite otras ventajas: por ejemplo, se le puede añadir revestimientos tradicionales (yeso, plásticos texturables, etc.). Se puede encastrar, atornillar, clavar; se trabaja con las herramientas que se usan para carpintería”, detalló Carrasco.

El proyecto aún está en una fase experimental: “Deberemos realizar distintos tipos de pruebas para demostrar que esto funciona. La zona en la que se produce algodón en el país, como Santiago del Estero o Chaco, es la más afectada por el mal de Chagas. Eso nos obliga a hacer una evaluación exhaustiva de la compatibilidad biológica de este material para evitar que, en nuestro intento por llevar una solución al medio, generemos un nuevo problema”, dijo Carrasco.

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Usos. Al material de los paneles se le puede añadir revestimientos (yeso, plásticos texturables, etc.).

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La cascarilla está compuesta por palos, hojas y fibras de baja calidad. Genera problemas ambientales y sanitarios.

/// LO IMPORTANTE

Congreso

Este proyecto fue presentado días atrás en el Congreso Internacional del Algodón, realizado en Buenos Aires. Y cuenta con la aprobación de la Secretaría de Estado de Ciencia y Tecnología (Sectei) de la provincia. Trabaja en él un equipo de docentes e investigadores integrantes del Cecovi, más un grupo de tres becarios de la carrera de Ingeniería Civil y una estudiante de Arquitectura (de Fadu). Está financiado por la UTN y con un subsidio de la Sectei.