1º de octubre de 1810

Belgrano llega a Santa Fe

Luis A. Mollerach (*)

En 1810 la ciudad de Santa Fe sólo contaba con unos 5.000 habitantes y había tenido el honor de ser la primera de las ciudades de las provincias del interior que se adhiriera al movimiento emancipador. Al conocer la llegada del Ejército Expedicionario se prestó jubilosa a recibirlo con todos los honores del caso.

Fue así que aquella noche oscura del día primero de octubre, a pesar de las inclemencias del tiempo, nuestro pueblo encabezado por el entonces teniente de gobernador don Manuel Ruiz, el alcalde de primer voto don Tomás de Larrechea y otros distinguidos funcionarios, recibieron con aclamaciones y repiques de campanas al representante de la Junta Provisional y jefe de ese ejército de criollos.

El gobierno había dispuesto iluminar las calles en su honor, por espacio de tres noches, y la tranquilidad solariega que reinaba en esta vieja ciudad de jazmines y naranjales se había interrumpido con este acontecimiento que sacudía al patriotismo de sus habitantes.

El General Manuel Belgrano, alojado en el Convento de Santo Domingo para no causar molestias a las familias que le ofrecieron su casa, dictó una serie de medidas tendientes a organizar su marcha expedicionaria y recibió al vecindario que le brindó amistad y ayuda.

En este solar histórico donde permaneciera Belgrano por espacio de ocho días, preparó el cruce del ejército por el río Paraná hacia la costa entrerriana, contando para ello con la experiencia del baqueano litoralense y la decisión espontánea de comerciantes que facilitaron embarcaciones para el traslado de hombres, armas y alimentos.

Aquí recibió emocionado nuestro prócer la contribución de todo un pueblo. Desde el importante y generoso desprendimiento de Francisco Antonio Candioti consistente en armas, dinero, alimentos y carretas con su correspondiente boyada, hasta la del pobre jornalero que sólo podía brindar su propia vida o la de sus hijos, ingresando a las filas del ejército de la Patria.

Aquí decidió la incorporación del Batallón del Cuerpo de Blandengues que capitaneaba don Francisco Aldao y ante el altar de esta iglesia imploró Belgrano al Altísimo por el triunfo de su noble causa.

Aquí retempló su espíritu ante el entusiasmo y amor del pueblo santafesino, este vocero de la revolución y futuro creador de la sagrada enseña.

Aquí decidió otorgar a Santa Fe el título de la “Muy noble y leal ciudad”, por su firme decisión a favor del movimiento emancipador y su generosidad ante las necesidades de la Patria.

Destacamos la importancia histórica que reviste este hecho de carácter local.

(*) Vicepresidente (1962) Instituto Belgraniano de Santa Fe.