del mundo

Por Esteban Moore

Celebrar de este mundo celebro

las pequeñas

pequeñísimas cosas

los acontecimientos ínfimos

las asombrosas imágenes

la gracia de los objetos

los espejismos del horizonte

el movimiento lento de la mano extendida

la misma mano que desconoce

las formas del puño

la milenaria adoración de los chinos

por el paisaje en murallas

las grandes puertas

los llamadores de aldaba

sus firmes dedos de bronce

las largas rutas patagónicas

el rojo vino de las conmemoraciones

las huellas de las botas

en la playa de una isla desierta

que las arenas

el agua crecida

no tardarán en borrar

el luminoso resplandor de las serpientes

la destreza de la liebre

esquivando las dentelladas

de los perros satisfechos

las circunstancias del amor

el violento aleteo de las avispas

arrastrando de los aguijones

arañas dormidas

la rama desnuda

el canto monótono de los gorriones

la soledad de la mosca

en la profunda geometría

de la tela de araña

el tibio vaho de los rastrojos

las mariposas en vuelo

los blancos manteles manchados

la música laboriosa de las hormigas

ramificándose

en túneles ocultos

las ágiles mujeres sigilosas

la brutal presencia de los cuerpos

el extenuado aliento de su hedor

el paisaje de las serranías en el invierno

la inconmovible paciencia

de tanta piedra partida

la brisa ardiente del verano

el movimiento de la rueda del molino

los resultados del agua fresca

el sonido de los motores en la madrugada

el rumor de la muchedumbre

los pies de esa mujer madura

bailando sobre la espuma.

a la orilla del mar

que con vibraciones sensuales

entrega su vestimenta a las aguas oscuras

la lengua en la planicie del vientre

el enardecido valor de las palabras

elevándose

frente a las bocas de fuego

de los fusiles

el aire el agua los vientos

corroyendo el metal

los grandes engranajes

la solidez de las escolleras

la prudencia de ese hombre

que llegado el momento

ofrece a las llamas su bitácora personal

calla las virtudes

decide

no repetirse ya

jamás

en historias ajenas

el deslenguado clamor de la ciudad

al borde del carbunclo

de la enfermedad innominable

el alcohol en la boca

los restos de todo desorden

y la muerte

la muerte

de los grandes hombres

celebro

celebremos

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“El comienzo de la huellas”. Foto de Miguel Grattier.